Capítulo IV

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Perspectiva de Nahomi:

De camino a casa
Recordé que en casa, las cosas no son nada basado en cuentos de hadas. Mi padre todos los días llega borracho. Mi pequeño hermano es maltratado verbalmente y mi madre abusada físicamente, entre unos tantos golpes que le proporciona le deja inconsciente. Mientras que en mi caso, llego en el medio día, cerrando la puerta de mi dormitorio, coloco la estéreo con un volumen bastante alto. He odiado mi vida desde entonces. He querido salir y golpearlo hasta el cansancio, pero ese no es mi deber, mis pensamiento se han vuelto malos.

Escuche de pronto oír a un chico gritar el nombre de la chica.

Me pareció bastante bueno sentirte querido, yo lo único que he sentido es desprecio y malos recuerdos que invaden mi cabeza.

De hecho que Dalila ahora quiera ser mi amiga, hasta me parece abrumador, tengo un comportamiento agresivo, no sé qué sea de mí en un momento de rabia.
Este chico se acercaba muy rápido, juntamente con su bicicleta, dejándola en la acera, para levantar literalmente a Dalila en un abrazo, se veían felices.

___ ¡Nahomi, es mi mejor amigo! Haciendo movimientos con sus manos, era gracioso.

___ ¡mucho gusto, soy Nahomi! Le dije estrechándole la mano derecha.

___ ¡el gusto es mío señorita, soy franco! Me dijo, haciéndome sonrojar.

Será que todos los días a partir de hoy serán distinto, me preguntaba.

Seguimos caminando, faltando unas dos casas para llegar a la casa de Dalila.

___ ¡quédate con nosotros! Me decía Dalila

___ ¡vamos hacer el almuerzo junto! Decía él.

___ ¡está bien! ¿Qué haremos? Nadie me había invitado un almuerzo, pensativa.
Por supuesto que estaba feliz, por primera vez me sentía feliz.
Esa casa estaba muy linda, tenía unos colores entre grises oscuros y claros, alfombras y unos muebles cómodos, no podía evitar sentir como era de feliz Dalila. No escogí tener la familia que tengo, pero si pudiera cambiar algo, lo haría con todo gusto, quien quiere vivir entre la soledad, entre gritos, entre golpes, nadie quiere vivir en una isla desierta.

Los seguí hasta cocina blanca y por supuesto que hermosa.

____ ¿Qué quieres comer? Me pregunto Dalila.

Saben, lloré
Nadie me había preguntado que quería comer, a veces solo llegaba a casa, dejaba segura la puerta y elevaba el volumen de la estéreo. Era lo mejor que podía hacer, y hoy una desconocida me ha preguntado que quiero comer, no pude evitar llorar.

____ ¿Por qué lloras? Pregunta preocupada

____ ¡nadie nunca ha querido saber que quiero comer! Le dije, agachando la cabeza.

____ ¡No te sientas triste, todos tenemos un pasado que queremos olvidar! Me decía franco, que escucho mi exclamación.

____ ¡hay pasados que nunca se borran! Les dije y obviamente que callaron.

Aunque suene bastante triste, levante la cara y volvimos a la cocina
Mi comida favorita siempre ha sido pasta con carne molida, plátanos fritos y queso.

Entre risas y juegos diminutos, la vida me había devuelto un poco la felicidad, un poco de lo que he necesitado, todo estaba en plena cocción, picaba en tajadas los plátanos, y vi que una mano quería adueñarse de varios crudos, era franco queriendo comer sin ser cocinados.

Se rio tan fuerte, que era inevitable no reír también, los tres estábamos viviendo el mejor día de nuestras vidas, y era gratificante tener a ambos como amigos.
Colocamos 3 platos sobre la mesa, y era extraño, todo me estaba ocurriendo en un día, que pasaría luego, así que no me importo nada, me senté y espere que los chicos también hiciesen lo mismo.

Los JuzgadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora