Capitulo III

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Perspectiva de amadeo

Las heridas cuestan cerrar, cada noche me acuesto con la esperanza de salir, de ser libre y conciliar un sueño tranquilo.

Hay días de los cuales suelen ser menos agobiante. En ocasiones cuando me traen comida, un señor entabla conversar conmigo, no sabía su aspecto físico, ni siquiera su edad, pero era lo más familiar que tenía.  Me contaba de cómo era su niñez, incluso como fue su adolescencia; un chico rebelde e histérico, del cual ofendía a su madre cada vez que quería. La vida le pago un duro golpe cuando su madre muere de un cáncer de páncreas, se dio cuenta que nada de lo que hacía o hiciese podría devolverle lo único que podía soportarlo, el único amor verdadero y el que nunca valoro.

Cada vez se hacía rutinario, sus largas historietas duraban un máximo de 2 horas, me entretenía saber de su existencia. Solo algunas cosas no sabía, su edad, su aspecto físico y como se llamaba.

Estuve encerrado dos años en una habitación, de un antiguo edificio. Era frio de noche, y de día como el infierno. En ese lapso del tiempo, tan solo podía ver un techo deteriorado y las paredes manchadas, había un olor repugnante como  a azufre, pero era reconocido. En una mañana no tan común como el resto, escuche un sonido bastante peculiar, se trataba de un teléfono y una notificación diciendo; es el momento. Al intentar abrir la puerta de una de las habitaciones, me encontré con un radio inalámbrico, unas camisas y suéteres, pantalones y algo de comida. Tenía mucho tiempo sin saber que sentía comer bien.

No soy Dios, no soy abogado, ni mucho menos un juez. Recibí la misión de unir personas, de hacerlas recapacitar por medio de sus propias acciones, por sus errores, por sus estúpidas decisiones. Así que tengo el poder, desde ese momento de ir a donde quiero, de hacer leyes, de crear juegos que incluyan destrozarte el corazón en mil pedazos. Tal como me paso, me arrebataron la vida en minutos, solo porque les apetecía.
Diseñaron un campo estratégico dentro de ese edificio abandonado.

Un punto de colapso.
Una decisión.
Una dinámica.

Tengo en mi poder de atraer a 8 chicos. No tengo conocimiento de quienes son. Solo sé que en su momento cometieron errores. Parare sus destinos y los pies a ese reloj, haré lo que tenga que hacer.

El día ha llegado, mi juez ha dictado sentencias.

Tenía un calendario en la pared, donde estaban todas las fechas de aparición. Esperaba el momento, la hora y las indicaciones.

03 de octubre Primera aparición

Gmail recibido:

“Amadeo, recuerda lo que te ocurrió. Es el momento de la primera aparición, deberás insinuar tu aspecto cerca del estacionamiento del Colegio San Agustín de Valle Verde. Aisha Danje déjale ver tu silueta, vístete de negro, que no mire tu rostro, te dejaré su foto. Quiero que tenga miedo”

Recibí otro correo

“Amadeo, concéntrate en la misión. No te distraigas. Si cometes un pequeño error saldrás lastimado y ya no quiero lastimarte. A las 12 dirígete cerca de la cancha de tenis, quédate durante unos minutos, hazte ver por un chico, oculta el rostro. Eithan tendrá que verte. Hazlo bien”

Salí del edificio viejo y abandonado, un poco alejado del colegio. Tenía una distancia de 3 kilómetros, pero a pie, me resultaba fácil después de tanto tiempo sin saber qué hacer. Vestí de un mono de gabardina, un suéter con capucha, y una gorra, todas las prendas de color negro. No quería resaltar entre las personas que pudieran estar a mí alrededor.
Eran aproximadamente las 6:30 am, faltando una hora y media para la primera aparición. Me resultaba extraño mi trabajo, no tenía idea del por qué las cosas eran así. Solo tenía un deber y mi deber era cumplir con lo que me pedían.

Los JuzgadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora