CAPÍTULO 5: KILLIAN

7 0 1
                                    

09:27


El sonido de alguien llamando a la puerta me despertó de mi letargo.

Los golpes eran insistentes, casi desesperados, y me hallé casi corriendo hacia el pomo de la entrada.

Su traje negro estaba impecable al igual que su pelo engominado, y con él portaba una pequeña maleta de viaje.

—Buenas tardes Monroe—dijo a modo de saludo.—He venido nada más recibir su mensaje.— explicó y ojeó rápidamente la estancia.

El piso franco era sencillo, con dos habitaciones cada una con sus respectivos baños, y un salón abierto en el que también estaba la cocina.

No era demasiado grande, pero era justo lo que necesitábamos.

Todo el piso estaba decorado con colores neutros, las paredes eran de un gris piedra y los muebles eran de diferentes tonos oscuros. No era la primera vez que me instaló en un lugar como este, por lo que en el momento de mi llegada había decidido desempacar lo poco que traía y continuar con mi investigación.

Vi el momento en que los ojos de Lorenzo se abrieron horrorizados al ver la montaña de papeles desperdigados por toda la mesa, así como la gran cantidad de notas adhesivas colgadas de la pared.

—Buenas tardes Lorenzo —le saludé, desviando su atención del desorden.—Sabes que no es necesario que sigas llamándome por mi apellido, ¿verdad?

—Es la costumbre —dijo encogiéndose de hombros y volviendo su mirada hacia mí.— Por cierto, le traigo la información que me pediste. 

Abrió un bolsillo lateral de su maletín y depositó una ligera carpeta morada sobre la mesa del salón. 

No había llegado a tocar la carpeta cuando él comenzó a recitar su contenido. 

Era de esperar que se lo hubiera aprendido de memoria. 

—Pluma estilográfica marca Tibaldi, se sospecha que nos encontramos ante un Tibaldi Bononia clásico debido a la forma que ofrece el plumón con las letras. La tinta analizada en el laboratorio ha dado como resultado a la tinta de marca Visconti, por su ligereza, con mucho flujo y buena lubricación. El color presentado en el papel no está saturado de manera que ofrece un buen sombreado.

No perdí detalle de la información acontecida ante mí. 

El otro día en mi habitación de hotel en Catania, estaba bastante seguro de quién había escrito aquella carta para mí.

Ahora estaba claro. 

Y la pesadilla que temía desde hacía años se había hecho realidad. 

La familia había vuelto al continente. 

Sin embargo, esta vez parecía como si estuvieran cooperando a mi favor para que encontrara al asesino que dejara huellas con su firma grabada. 

Era extraño que después de lo sucedido años atrás, no me hubieran buscado para hacerme desaparecer del mapa. Entonces, por qué motivo me hallaba siendo un peón en una partida entre dos rivales que claramente tenían una historia detrás de sus movimientos?

Pese a la evidencia encontrada en el último caso, cada día me hallaba más perdido. 

Y realmente no encontraba una salida de aquel pozo sin fondo. 

—¿A dónde has ido?—Unos brillantes ojos marrones aparecieron ante mí llenos de preocupación, interrumpiendo mis pensamientos. 

—A ninguna parte —respondí sacudiendo la cabeza.— ¿Ves? Estoy aquí. 

Diario de una sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora