2: La Profecía.

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Ada: ¿Qué quieres decir, Lu? -inquirió desconcertada.

Ninguno de los niños sabía que pensar, pero Lucy estaba tan nerviosa que todos fueron con ella a la habitación.

Susan abrió la puerta, y todos vieron; la misma Lucy lo vio, un ropero totalmente normal. Ethan golpeó el fondo para asesorarse de que fuera macizo, Edmund se dirigió a la parte trasera del mueble y golpeo también.

Susan: Lucy, aquí no hay nada más que el fondo del ropero.

Peter: un juego a la vez, Lu, no tenemos tu imaginación- los seis se dirigieron a la salida.

Lucy: ¡pero no lo imagine! – exclamó enojada.

John: Lucy, ya basta- dijo incómodo.

Ada: si, Lucy, pasaron segundos, no pudiste haberte ido por horas.

Lucy: ¡pero no estoy diciendo mentiras! – dijo al borde del llanto.

Edmund: yo te apoyo- dijo adelantándose de los demás- su hermanita lo miró incrédula- sí, te creo, yo vi un campo de futbol en el gabinete del baño- dijo burlón y los demás lo miraron mal.

Peter: ay, Edmund, ya déjala en paz- reprochó- ¿por qué siempre tienes que empeorarlo todo?

Edmund: solo era un chiste- se excusó.

Peter: creo que tú nunca crecerás- el menor lo miró furioso.

Edmund: déjame, tu te crees nuestro padre y no lo eres- dijo antes de marcharse del lugar.

Susan: tu si que arreglas las cosas- dijo para seguir a su hermanito.

Ethan: genial, ahora dos enojados... ¿no te quieres enojar tú también, Ada?

John: cállate, Ethan, tú y tus estúpidos comentarios.

Ethan: oh, lo siento, Mr. perfecto, que papá crea que eres el mejor, no te convierte en eso- dijo molesto para luego irse.

Ada: ¿Por qué siempre tienes que corregirlo?, tu tampoco eres perfecto y nadie te dice nada- dijo para seguir a su hermano, haciendo que John mirara al suelo.

Lucy: pero todo lo que dije es verdad- dijo a los mayores.

John: Susan tiene razón, Lucy, ya basta- dijo para irse a su cuarto.

Peter: un juego a la vez, Lu- salió del lugar y la pequeña, entre triste y enojada, cerró la puerta del ropero.

Durante los días siguientes la pequeña se sintió muy desdichada. Podría haber hecho las paces con sus hermanos y amigos con suma facilidad en cualquier momento si se hubieran resignado a decir que todo el asunto era simplemente una historia inventada; pero Lucy era una niña muy sincera y sabia que en el fondo tenía razón; y por ese motivo no podía decir lo contrario. Los otros, que pensaban que les mentía, y de una forma absurda, la hicieron sentir mal. Peter, Susan, John y Adara lo hicieron sin intención, pero Ethan y Edmund podían ser maliciosos y en aquella ocasión lo fueron. Se unieron, se burlaban de Lucy y no dejaban de preguntarle si había encontrado otros mundos en las alacenas de la casa.

Lo peor fue que se suponía que esos días debían ser asombrosos. El tiempo era estupendo y estaban al aire libre desde la mañana hasta la noche, bañándose, pescando, subiendo a los árboles y acostándose en los brezos. Sin embargo, Lucy no conseguía disfrutar de todo aquello. Las cosas continuaron así hasta una noche de lluvia.

Adara se encontraba acostada en su cama, pensando en la pequeña pelea que había tenido con el menor de los Pevensie.

Se encontraban en el arroyo, pescando, cuando Ethan y Edmund comenzaron a pelear por una de las cañas de pesca, como Ethan era mayor y mucho más grande que el otro, logró ganarle fácilmente, empujó al Pevensie al agua y éste se llevó consigo a lo primero que encontró, Adara.

Love in War (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora