3: Los regalos

217 12 0
                                    

Y ahora, claro está, querrás saber que les había sucedido a Edmund y Ethan. Estos habían comido su parte de la cena, pero no habían saboreado realmente la comida porque no dejaban de pensar en las delicias turcas; y no existe nada que arruine tanto el sabor de la buena comida cotidiana como el recuerdo de la mala comida mágica. También habían oído la conversación, y tampoco habían disfrutado demasiado con ella, porque no dejaban de pensar que los otros no les prestaban atención e intentaban dejarlos de lado. Eso no era así, solo eran imaginaciones suyas. Y luego habían escuchado hasta que el señor Castor les habló de Aslan y de todo el plan de reunirse con él en la Mesa de Piedra. Fue entonces cuando, sin hacer ningún ruido, empezaron a dirigirse con cautela hacia la puerta; pues la mención de Aslan les provocó una sensación horrible y misteriosa, del mismo modo que a los otros les provocó una que resultaba agradable y también misteriosa.

De lo primero que se dieron cuanta cuando estuvieron en el exterior y descubrieron que nevaba copiosamente a su alrededor, fue de que habían dejado los abrigos en la cabaña de los castores. Y sin duda no existía la menor posibilidad de volver a por ellos en aquellos momentos.

Además, tampoco había sendero alguno. Cada dos por tres caían por profundos ventisqueros, resbalaban sobre charcos helados, tropezaban con troncos caídos, rodaban por empinados terraplenes y se despellejaban las piernas contra rocas, y al final acabaron mojados, helados y magullados de la cabeza a los pies.

Ethan: cuando sea rey de Narnia lo primero que haré será construir unas cuantas carreteras decentes- su compañero estuvo de acuerdo con él.

Peter: corran- dijo hacia John, Adara, Susan, Lucy y el señor Castor. Pues todos se encontraban ya en el bosque con la esperanza de alcanzar a Edmund y Ethan, pero estos ya se encontraban a las puertas del castillo de la bruja.

Lucy: ¡Edmund!

Adara: ¡Ethan! – gritaron, esperando que sus hermanos las oyeran. El señor Castor las hizo callar.

Castor: las escucharan- John y Peter quisieron ir detrás de los niños, pero él las detuvo- ¡no!

John: suéltame- dijo zarandeando su brazo para que el animal soltara el abrigo.

Castor: están haciendo lo que ella quiere.

Susan: no podemos dejar que se vayan.

Adara: son nuestros hermanos.

Castor: son la carnada, la bruja quiere atrapar a los siete- explicó.

Peter: ¿por qué?

Castor: para evitar que la profecía se cumpla- dijo obvio- los asesinara.

Cuando volvieron la vista otra vez hacia el castillo, las puertas ya se encontraban cerradas. Edmund y Ethan habían entrado.

Susan: todo esto es culpa tuya- dijo mirando a Peter.

Peter: ¿mi culpa?

Susan: te dije que volviéramos, no quisiste escuchar y mira lo que paso.

Peter: ah, entonces sabias lo que pasaría- dijo con sarcasmo.

Susan: claro que no lo sabía, por eso debimos irnos antes de que suceda- dijo molesta.

Por otro lado, Adara también se encontraba regañando a su hermano.

Adara: esto también es culpa tuya- su hermano la miró enojado.

John: ¿culpa mía?, lo único que hice fue tratar de salvar al maldito fauno- exclamó, haciendo que su hermana lo mirara mal.

Adara: si no lo hubieras tratado como basura, Ethan jamás se hubiera ido con esa bruja, y los tres estaríamos juntos- ambas peleas fueron interrumpidas por un grito de Lucy.

Love in War (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora