Olvidada || Bela Dimitrescu

1. Reunión

DISCLAIMER---Esta es una TRADUCCIÓN. La obra original le pertenece a LatebutImadeit_09 en AO3

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Dicen que las cosas más importantes para nosotros están incrustadas en nuestras almas. Las cosas que más apreciamos las recordamos inconscientemente. Independientemente de toda la vida.

"El tiempo y la muerte no significan nada para un alma que sueña y anhela sentirse completa nuevamente."

Esas palabras las has escuchado muchas veces antes, fue la sabiduría que te confió una anciana, una vecina que muchas veces te cuidó cuando tus padres no podían. La casa siniestra y antigua a menudo asusta a tus compañeros, pero era tu refugio. El único lugar donde podías expresar abiertamente tus extraños sueños. O visiones como lo llamaba la anciana. La visión de tu vida pasada donde tuviste el placer de conocer y conectarte con tu alma gemela.

Al principio, tus padres creían que solo tenías una gran imaginación, como muchos niños de tu edad, con su creatividad salvaje, animada y sin restricciones. Eso fue hasta que volviste a contar la historia de tu muerte, una demasiado cruel y aterradora para un niño.

Tus padres pensaron que debe haber algo mal contigo. Continuaste hablando de tu espantosa muerte y de esta mujer con la que estabas destinada a estar. Una mujer que parecía vivir en el siglo XX según cómo la describiste, al menos eso creía tu terapeuta.

"¡No es una locura! Ella es real y está en alguna parte."

Les dirías, pero por supuesto, eso solo te hizo sonar más demente. Fueron años crueles y agotadores, años que te desconectaron de todos los que te rodeaban. Tus padres y amigos no te creyeron. Con el paso del tiempo tus padres solo querían que crecieras y dejaras su casa. Estar fuera de su cuidado, para que las sonrisas de lástima de los extraños finalmente pudieran dejar de señalar su camino.

No importaba si te creían. Ella es real, debe serlo.

Pero, ¿dónde está? ¿Ella renació como tu? Ella también debe estar buscándote, ¿verdad?

Ese castillo que domina un pueblo, ese lugar debe tener respuestas.

Si tuvieras suerte, tal vez ella también se sintió atraída por ese lugar.

Tenías que ir al castillo.

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—Entonces, forastera, ¿qué te trajo a nuestro pueblo en ruinas? —pregunta el hombre que te dejó montar en su carruaje. Te tomó años de investigación encontrar este pueblo aislado en Transilvania y luego ahorrar suficiente dinero para hacer este viaje. Ahora, finalmente estás aquí y te diriges al pueblo que te conecta, pero el objetivo principal es esa estructura gigante en la cima de las montañas.

Tu larga mirada al castillo es la respuesta silenciosa que toma el conductor. —Ese castillo no trae nada más que la muerte, forastera. Mantente alejada, si quieres dejar este lugar con vida —le das al hombre una mirada inquisitiva, pidiéndole en silencio que explique, pero él niega con la cabeza—. Solo créeme. Te llevaré a la posada del pueblo, puedes descansar allí, pero deberías irte mañana.

Es críptico y sombrío, y rápidamente aprendes que el resto del pueblo es como él. Nadie parece tomar con amabilidad a un turista, excepto darte vagas advertencias, pero lo esperabas de un pueblo aislado.

Sigues los consejos del conductor del carruaje y te registras en la posada para pasar la noche, muchas de las personas en el pueblo te advierten que no deambules demasiado tarde durante la noche. Prestaste atención a ese consejo, ya que no es aconsejable explorar, al menos no todavía.