te parecía bonito yo y mi pelo rojo, aunque estaba algo desgastado ya, dijiste que me quedaba muy bien ese color casi parecido a un naranja.
"enserio eres muy lindo... ¡pareces una linda amapola!" me puse nervioso y lo notaste, pues tu dulce risa llegó a mis oídos.
nunca creí que una simple risita me sanara.
tampoco creí que le pareciese atractivo a alguien, todo era nuevo para mí.
decidí devolvertela y compararte con una lavanda. "¿por qué?", preguntaste.
"de pequeño cuando tenía dolor de cabeza cortaba flores del arbusto de lavandas de los vecinos para olerlas y sentirme mejor. no sé porqué pero el olor me reconfortaba." te agarré de la nuca y acerqué mi nariz hacia tus cabellos color lila para poder olfatearte. temblaste un poco y sonriente seguí hablando cerca de tu oreja. "¿qué perfume usas? hueles exquisito."
tu reacción fué pegarme en el hombro y soltar chillidos mientras me reía.
"¡eres un tonto, mingi!", dijiste.
yo reí aún más alto.