finalmente, luego de tantas citas, decidí confesar mis sentimientos. tenía miedo, mucho miedo.
sentía que si llegabas a rechazar mi propuesta de ser algo más no volvería a ver la luz del día nunca más.
porque tú, además de ser mi bonita flor, también eras mi sol.
afortunadamente no pasó, cuando me abrazaste y dijiste que sí todos mis temores se disolvieron.
a comparación conmigo eras algo enano así que con toda la emoción que sentí te levanté con facilidad mientras daba saltitos de alegría.
mientras reías en mis brazos me pediste que parase y lo hice, me quedé quieto un momento para al instante ponerme igual de rojo que mi pelo.
me diste un besito.
fué un piquito inocente al comienzo, pero cuando me miraste con esa sonrisa me motivaste a darte otro, y otro, y otro... hasta que terminamos comiéndonos la boca.
el deseo estuvo muy presente en nuestra relación.
todo iba bien hasta ahí.
un día te envié un mensaje para salir, pero no recibí respuesta. estarás ocupado, pensé.