Chandelier ‐ Sia; Pero me estoy aferrando a mi querida vida No miraré hacia abajo, no abriré mis ojos. Mantener mi vaso lleno hasta la luz de la mañana. Porque solo aguanto por esta noche
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—Sakura— sintió una voz llamándolo, pero solo arrugó la nariz y se dio vuelta, dándole la espalda a la persona que lo llamaba.
Sintió como su calentita manta le era arrebatada con fuerza.
—¡Sakura!— grito ahora otra persona.
El pelirrojo se vio obligado a abrir los ojos con cansancio.
Se sento en su cama adormilado viendo a su amiga rubia y su otro amigo dramático.
—¡Yukio! Vamos tarde a desayunar, y este dia es improtante, así que si o si bajaras a desayunar— hablo Anna, su mejor amiga rubia de ojos azules con una personalidad amable y tranquila, o eso hacia parecer, y era muy linda a su parecer.
—yo no desayuno, ustedes lo saben, siemprecomo en la biblioteca— hablo con voz ronca Yukio.
-¡pero es el día en que Conny se va! ¡Pasa este día con ella!- hablo Natt, su mejor amigo de pelo rojo y ojos burdeos, con una personalidad muy dramática, Yukio sentía que el y Anna serían buena pareja, pero ese era otro tema.
-Nat, dudo que ella y la mitad de este orfanato sepa mi nombre, incluso dudo que sepan de mi existencia, así que sin discutirmás, voy desayunar en la biblioteca - sentenció Yukio, levantándose la cama y dirigiéndose al baño a cambiarse.
Yukio, un chico de 9 años, cabello color rojo burdeo con una mecha de color negro, y unos ojos color rojo fuego. Era un niño muy callado, nunca se hacía notar, y se pasa sus días en la biblioteca.
-no seas pesimista Sakura, solo por esta vez te la perdono, tuviste una pesadilla, estas sudado y más malhumorado de lo normal- hablo Anna.
Las palabras de la rubia hicieron que el de hebras rojas parara su andar.
¿Qué había soñado? No sé acordaba. ¿Era una pesadilla? Lo más probable, si su amiga decía que estaba sudado y malhumorado, era lo más probable.
-eh, quizás, no lo se, me voy a cambiar - hablo rápido, y al terminar de hablar se metió al baño, se miró al espejo dándose cuenta que su amiga tenía razón.
Su cabello estaba desordenado y su piel pálida brillaba por la leve capa de sudor que cubría su cuerpo.
-me veo horrible- sonrió al espejo para después empezar a cambiarse.
