Capítulo 4

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Jacob Gotschlich.

Levanté la cabeza de golpe cuando la puerta de la habitación se abrió, dejándome ver a un chico alto, pelinegro, de ojos azules y con la pinta de odiar a todo el mundo.

Se detuvo en cuanto notó mi presencia.

—¿Y tú eres? —me señaló.

Vaya, don simpatía.

—Tu nuevo compañero de cuarto —indico.

Suspirando se sentó en la orilla de su cama y tomó un libro que estaba sobre la mesita de luz.

—¿De Lonely Hill? —preguntó, todavía con la vista sobre el libro.

Ladee la cabeza.

—¿Cómo lo...?

—Tu acento —se encogió de hombros.

Me acomodé en mi cama que estaba enfrente de la suya.

—Soy nuevo aquí, ¿podrías...?

—¿Enseñarte el internado? No.

Blanquee los ojos.

—No es eso lo que te iba a pedir.

—¿Entonces? —esta vez, alzó la mirada, mirándome.

—Si me dejaras terminar cada vez que te hablo, sería mejor —suspiro—. Quería saber si podías explicarme de qué van estos collares.

Mostré mi colgante en mi cuello.

—Me lo ha dado la directora —añado.

Eso parece captar toda su atención porque se para de la cama y se acerca a mí. Toma el dije entre sus dedos.

—Aire —murmura.

—¿Aire? —frunzo el ceño— ¿De qué hablas?

Otra vez, volvió a su cama.

—Este segundo trimestre nos separarán por secciones —habló.

Escuché atentamente cada palabra salir de su boca, pero cada vez estaba más confundido.

Sentí que se estaba debatiendo entre decirme algo y quedarse callado, pero deduje que se fue por la segunda opción.

—¿De dónde crees que vienen estas raras secciones? —pregunté cuando terminó de contarme todo sobre el tema.

—No lo sé, pero sin duda, algo nos esconden.

Escuché el timbre sonar. Mi compañero se levantó de la cama y se acercó a la puerta.

—Es la hora del almuerzo.

Me paré rápidamente de la cama y lo seguí.

—Por cierto, soy Jacob Gotschlich —hablé, siguiéndole el paso y bajando las escaleras.

—Chase Mitchell —me miró de reojo.

Lo seguí hasta lo que suponía era el comedor, que contaba con dos largas mesas.

Yo sólo seguí a Chase y me senté a su lado. Miré a la mesa de al frente, donde se estaban sentando las alumnas del internado de chicas.

El almuerzo era un asco. Se trataba de un puré pálido y algo que debía ser pollo, pero era como comer cartón remojado.

—¿La comida siempre es así de asquerosa? —susurré a Chase, que suspiraba cada vez que le dirigía la palabra.

—De las dos semanas que llevo aquí, aprendí que el almuerzo es la peor comida del día. Aunque los domingos tiene mejor sabor. Pero créeme, debes saltarte el desayuno de los miércoles.

Los misterios de Queen's | AngelaAMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora