Capítulo 5

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Heather Johnson.

Corté la llamada con Nicholas luego de un rato. Me giré hacia Chase y el otro chico que venía con él.

—¿Quién es él? —pregunté, desconfiada.

—Mi compañero de cuarto —respondió Chase cortante. ¿Ahora qué mierda le pasaba?

—Soy Jacob Gotschlich —se presentó el otro chico. Me extendió una mano, pero no la tomé—. ¿Sabes? Creo que tú y Chase harían una gran pareja, son igual de insoportables y gruñones.

Puse los ojos en blanco. Me agaché para tomar el arma que estaba en el suelo y miré a los dos chicos de soslayo.

—Váyanse de aquí, ya se los dije.

Chase, ignorando completamente mis palabras, se dirigió a la puerta con el dibujo del cuchillo, la abrió y se adentró por el pasillo. Jacob se encogió de hombros e hizo lo mismo, pero con la puerta que tenía los guantes de boxeo dibujados en el medio.

Suspirando y pidiendo paciencia, me ordené ignorar sus existencias y fui a la sala de tiroteo.

Siempre había tenido un leve interés en las armas, aunque claro, sólo podía verlas en imágenes porque cualquier tipo de arma estaba únicamente permitida para aquellos de mayor rango, pero el que ahora me las dejasen en bandeja de plata, era una invitación gratis para aprender a usarlas.

Aunque iba a ser un poco más lento el proceso, después de todo, iba a aprender yo sola, sin un profesor o alguien que me guíe.

Pero eso no importaba, podía pasar entre tres a cinco horas entrando. Claro que restaría mis horas para dormir, pero luego de comprobar que lo que Chase me dijo hoy al medio día era cierto, supe de inmediato que tenía que saber defenderme en este lugar.

Había un libro gigante que enseñaba cómo armar todo tipo de armas. Había una caja con cientos de piezas para poner a prueba lo que el libro decía. Si iba a aprender esto, tenía que ser rápido.

La sala de tiroteo era bastante grande. Tenía tres mesas extensas, muñecos con los cuales practicar, entre otras diversas cosas.

Todavía no había apretado por primera vez el gatillo, porque lo poco que llevaba aquí investigando, no me había dado el tiempo para hacer mucho.

Cuando escuché ruidos afuera mi instinto me hizo tomar la primera arma que encontré, y aunque no supiera utilizarla, de algo me podía servir. Suerte que no tuve que disparar a nadie y sólo se trataba de ese par de bobos.

Primero empecé con una pistola. Había una pared llena de armas de distintos tipos, también había silenciadores, repuestos de balas, y más.

Empecé a practicar con un muñeco, primero con el que estaba más cerca. De las diez balas que utilicé, seis le atinaron al muñeco.

Era poco probable que el sonido se escuchara hasta el internado, pero, aun así, como prevención, utilicé los silenciadores. Era lo mejor.

Dos horas y media después, me encontraba toda sudada y con los músculos pesados. Lo más saludable y recomendable sería empezar de a poco, pero aquí lo que menos tengo es tiempo si quiero irme de aquí.

Porque ni loca me quedaré.

Necesitaba tomar una ducha, pero lamentablemente, tomarla en mi habitación no era la mejor opción porque probablemente despertaría a Louise. Debía de haber baños aquí, ¿no? Era lo más sensato.

Salí de la sala de tiroteo por el extenso pasillo. En el salón principal de este búnker había tres puertas que ya nombré antes, tenía que haber algo más.

Los misterios de Queen's | AngelaAMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora