Epílogo

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El sueño le ganó al lobo de cabello rubio y cayó como un tronco.

Las hojas de los árboles se mecían de un lado a otro como si anunciasen un desastre. Leonard rogaba a Physis para que la mujer que amaba lograra llegar hasta sus hijos.

Supo que el enemigo estaba a nada de llegar hasta él, por lo que se preparó.

Un señor salió de los árboles. Era alto y su cabello negro tenía una textura extremadamente lisa y llegaba hasta su mentón cuadrado. Su nariz era algo ancha y sus ojos tenían una forma entre rasgada y ovalada, poseían tonalidades entre marrón y amarillo, se veía similar al fuego.

—Así que un brujo se atrevió a estar de fisgón por estas tierras —Su voz era grave e intimidante, acompañaba el filo de su mirada.

—Eres una más de Aodh, ¿no? —Soltó Leo con sorna. Podía contra él, no esperaba que sólo una bruja del aquelarre oscuro fuera enviada.

—Una más, ¿dices? —La expresión de superioridad fue evidente para el rizado. El sonido de negación que hizo fue casi de burla, algo en su actitud comenzó a poner nervioso a Leonard—. Para no ser maleducado, me presento. Soy Eagan, líder del aquelarre Aodh.

El brujo lo supo en ese instante. No podría ganar esa batalla. Sintió su corazón latir y las lágrimas acumularse en sus ojos porque no volvería a ver a su familia, sin embargo, debía hacer todo lo posible para darles el tiempo necesario de escapar.

—Vaya. Supongo que lo que sea que se encuentre en esa cueva es lo suficientemente importante como para que el líder del aquelarre oscuro se tome la molestia de salir de su escondite a resolver la situación personalmente —Comentó intentando ganar tiempo. Los ojos de Eagan brillaron como llamas y escupió con rabia.

—No tan importante como tu absurdo intento de distracción para que la repulsiva humana escape. Pero no te preocupes. Me encargaré personalmente de eso también —Sin más que decir, el brujo de fuego lanzó una poderosa e inmensa bola ígnea, la cual fue bloqueada con un hechizo de protección. La muralla de energía verdosa impidió un daño grave, aunque se rompió en varias partes por la potencia del impacto— No tienes el poder para enfrentarme.

El brujo de fuego se elevó en los aires, pero Leo ató una de sus piernas con raíces y lo impactó con fuerza contra el suelo.

Eagan se levantó con velocidad y citando un hechizo, soltó una onda telekinética que fue bloqueada por grandes rocas que sacó el hombre del aquelarre Gaias.

—Será mejor que deje de jugar contigo. Creo que ya es hora —El brujo de fuego se rodeó de un aparente campo ígneo, el cual se dispuso a expandir por todo el lugar, para matar todo a su paso, incluyendo a Leonard.

El rizado usó la tierra para crear una contención, pero se generó una explosión que lo lanzó hacia atrás, golpeándolo con fuerza. Se puso de pie con rapidez e intentó levitar, pero una serie de proyectiles de fuego se dirigió hacia él, y aun cuando intentó bloquearlos con hechizos protectores, se vio superado. Otro estallido se originó y salió disparado hacia atrás, cayendo en la hierba y siseando de dolor por las terribles quemaduras en sus piernas.

Su conexión con la naturaleza le dijo que estaba cerca de algo importante, por lo que al mirar al frente, notó que había un árbol de las tres. Se empezó a arrastrar hasta que llegó, y haciendo una roca filosa con su magia, comenzó a tallar una triqueta en su corteza mientras le daba al árbol un poco de su magia natural, sin embargo, su pulso era inestable gracias al dolor que sentía.

Escuchó un hechizo telekinetico y la roca fue arrebatada de sus manos para luego suspenderlo en el aire.

—Buen intento. Me hubieras puesto en grandes aprietos, ¿sabes? Pero como te dije, no tienes el poder para enfrentarme —Y diciendo esto, le rompió el cuello al brujo de rizos.

Usó sus poderes ígneos y lo envolvió en fuego hasta dejarlo hecho cenizas y se dio la vuelta.

—Ahora me encargaré de esa aldea.

Lorent abrió los ojos con sorpresa, no podía creer lo que había visto. Miró el árbol y supo por qué había visto aquello.

—Fuiste tú —Dijo antes de mirar las zonas que estaban heridas cuando durmió y se percató que ya no tenía nada. Estaba totalmente curado.

Con rapidez se puso de pie y miró la zona donde alguna vez estuvo el lycante.

—Heis —Susurró al recordar y comenzó a correr después de asegurarse de que tenía ropa encima. Mientras corría a la aldea, sintió la sensación extraña que percibía cuando pasaba la barrera.

«Eso significa que siguen encerrados, pero sin la maldición gélida y el asecho mensual» pensó acelerando sus pasos. Saltó hasta una rama y se movió por los árboles, deseando asegurarse de que todos estuvieran bien. El sol ya había empezado a salir, por lo que había más iluminación. Sus oídos le avisaron que la gente del lugar estaba fuera de sus casas.

Dio un último salto y pasó la gran muralla verde del bosque para caer justo en la entrada del sitio.

Caminó hasta el área donde estaban todos y ellos se sorprendieron de verlo de pie e intacto.

—¡Lorent! —Gritaron los gemelos y corrieron a abrazarlo. Ashanti se apresuró también para asegurarse de que no estuviera herido de gravedad.

—¿Cómo lo lograste? —Preguntó impactada.

—Fue Leonard —Confesó causando una mirada impactada en la mujer.

—¿Qué? —Susurró.

—Sí. En el bosque hay un árbol sobrenatural. Aquella noche, Leonard se sacrificó, le dio suficiente energía al árbol e intentó tallar una triqueta, aunque no pudo, yo terminé de hacerlo y gracias a eso, el árbol destruyó al lycante y a la maldición de Heis —Toda la gente lo rodeó y escuchó lo que dijo. El padre de los gemelos tenía alrededor de siete meses muerto, por lo que todos sabían quién era.

La mujer pelirroja limpió sus lágrimas, agradeciendo a su difunto amor por salvarlos de alguna forma.

—Sólo hay un problema —Empezó Lorent.

—¿Cuál? —Preguntó uno de los aldeanos que ayudó a fabricar las armas.

—La barrera que los mantiene aquí encerrados no se rompió. La maldición climática estaba atada al lycante, pero no la cárcel. Me quedaré algún tiempo para conseguirles suficiente comida, pero este hechizo fue hecho por el líder de un aquelarre y... —Continuó hablando el rubio explicando lo que ocurría.

—Y necesitamos de muchísimo poder para destruir una maldición de tal magnitud, quizás haga falta todo un aquelarre... —Susurró Ashanti preocupada. Si su novio no pudo romper un hechizo de ese aquelarre, ¿quién rayos podría ayudarlos realmente?

Una sonrisa escapó de los labios de Lorent, por lo que se ganó la mirada de todos. Sus ojos gélidos miraron a la mujer y abrió su boca para decir con total seguridad.

—No necesitamos de ningún aquelarre —Afirmó con fuerza.

—¿Qué? —Soltó la mujer sin comprender.

—Necesitamos a August.


Lorent © |Complemento 1|

—Lorent regresará en la próxima entrega

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