III. Antítesis

97 15 13
                                    

La sensación de los copos de nieve cayendo delicadamente en su cuerpo era percibida en su totalidad en ese instante. Podía incluso sentir como se derretían por la calidez de su piel.

Su vista se posó en los niños, habían comenzado un nuevo juego y olvidaron el peluche por el que estuvieron peleando. «¿Estarían conscientes de lo que ocurría en su pequeña aldea?» supuso que sí, quién sabe desde cuándo se encontraban ahí.

¿Cómo podría formular aquellas palabras sin delatarse? ¿Los integrantes de dicho lugar lo querrían muerto por ser como su verdugo? El rubio no sabía qué hacer en dicha situación. Estos conflictos se unían a sus dudas internas que estaba intentando superar.

—Quizás sea el momento en que deba hablar con Ashanti —Susurró, ya sabía que había algo extraño con ella, sin embargo, no percibía qué sería. Quizás ella tuviera mucho más conocimiento de lo que él esperaba.

Pasó sus manos en su rostro y caminó hacia los gemelos.

—Chicos, no se alejen de aquí, estaré muy pendiente de lo que hacen, iré a hablar con su mamá de algo importante —Los niños no prestaron mucha atención y continuaron en lo suyo, se estaban entreteniendo mucho y se mantenían en su burbuja.

El lobo utilizó su olfato para hallar el paradero de la mujer, y al dar con él, se acercó con sumo cuidado, no quería parecer extraño o incómodo, tenía que hacer las cosas bien. Cuando la chica lo vio, miró fijamente sus ojos y algo dentro de ella hizo clic, se despidió de las personas con las que hablaba y caminó hacia él.

—Necesitamos hablar.

—Lo sé —Se limitó a decir ella, emprendiendo el camino hacia su casa. Lorent mordió su labio sin saber cómo iniciar la conversación, pero necesitaba ser iluminado con respecto a la situación del lugar.

Ashanti no pareció tener tanta prisa por llegar a su hogar, se tomaron su tiempo en recorrer el espacio hasta su vivienda, y cuando entraron, la mujer cerró con seguro la puerta y tapó las ventanas con sus cortinas. Ambos fueron hasta la cocina y ella comenzó a preparar té.

El silencio parecía rodearlos por completo, como si ambos esperasen a que el otro iniciara todo. El lobo de ojos celestes rascó con sus dedos su mano derecha a causa de los nervios que lo invadían.

¿Qué podría esperar de esto?

—Sabes lo que soy, ¿cierto? —Soltó el chico sin más, a lo que ella asintió esperando ver su reacción. Él mordió su labio y continuó— ¿cómo? Eres una humana, ¿no?

—Sí, soy humana; sin embargo, es una historia muy larga que contar...

—Tenemos tiempo, así que quiero saber qué es lo que está ocurriendo en este lugar —Habló el Keller mirándola fijamente, no quería vueltas ni negativas.

La mujer asintió, pero pasaron algunos minutos sin decir nada, el té se terminó de hacer y sirvió un poco para ambos, guiando al chico hasta la sala donde tomaron asiento. Bebió un poco para calmarse y abrió la boca:

—La comunidad de Heis está bajo una poderosa maldición oscura —Su voz se escuchaba afectada, sus dedos se aferraron a la taza en sus manos y prosiguió—. El padre de mis hijos se llamaba Leonard... Y era un brujo habilidoso... Una noche me dijo que teníamos que viajar, los niños dormían, así que tuvimos que apresurarnos, él nos traía a este lugar, al parecer había encontrado algo que su aquelarre le había encargado hallar... Pero estaba en algo oscuro, algo por lo que tuvimos que pagar un alto precio...

• ──────• இ •────── •

El pelirrojo cabello de la mujer lanzaba destellos rojizos cuando las luces de las farolas alcanzaban sus mechones. El automóvil que Leonard conducía iba a una velocidad considerable y sus hijos dormían plácidamente en los asientos traseros. Ashanti no sabía qué esperar de lo que ocurría, sabía lo que el hombre a su lado era, pero no tenía idea de qué cosa buscaba.

Lorent © |Complemento 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora