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Capítulo 4 ○ Segunda parte

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No había que ser sabio para leer en sus miradas que querían estar el uno con el otro. Que a pesar de todas las dificultades que tenían en ese momento, anhelaban empezar a escribir su propia historia a partir de ese instante.

Sus ojos no dejaban de verse entre sí. No querían moverse de donde estaban. Adrien observó que ella había se veía más calmada gracias a él. Por eso, levantó una de sus manos con delicadeza. Quería acariciar con ternura la mejilla de su contraria para al fin poder hablar con ella sobre lo que le estaba pasando. Sin embargo, esa burbuja que nuevo se formó a su alrededor fue explotada cuando escucharon a alguien más llamar a Marinette. 

La azabache se zafó del agarre del muchacho y vio a Alya acercarse a ellos junto con Nino. La pareja parecía sorprendida de verlos allí y no tardaron en llegar. Aunque, por parte de la de rizos, al ver el estado de su amiga, corrió más aprisa hacia ella.

—¿Qué te pasó? —exclamó Alya viendo el vestido de su amiga—. ¿Estás bien? 

Ella inspeccionaba a su amiga de arriba abajo, viendo la suciedad de su vestido mientras Nino llegaba con pasos lentos hacia Adrien. 

—¿Interrumpimos algo? —le preguntó el de armadura. 

El rubio solo soltó una risita y vio a su amigo. 

—¿Necesitas algo, Nino?

—Muchas respuestas a mis preguntas, créeme. 

Por su parte, Alya llevó ambas manos al rostro de la azabache, quien había vuelto a dibujar aquella expresión de horror en su rostro.

—¿Qué sucedió? ¿Ya tienes que irte? —indagó la de rizos—. ¿Adrien te hizo algo? 

—¡¿Qué?! —soltó el rubio al escucharla.

—No sabía que ustedes dos ya se conocían —musitó Nino. 

—¿Ah? 

Adrien entrecerró sus ojos algo confundido por tal aclaración. Quiso analizarla más a fondo, pero sus pensamientos fueron eliminados cuando vio a Alya abrazar a Marinette y comenzar a caminar hacia la salida.

—Nosotras tenemos que irnos —declaró Alya—. Ustedes dos disfruten lo que queda del baile. 

—¿Qué? ¿No te vas a quedar? —reclamó el de armadura. 

—Marinette tiene que irse, Nino. Y yo me iré con ella. 

La decepción se dibujó en el rostro de Adrien.

Él quería seguir su noche con Marinette; quería seguir sintiendo esas mariposas revoloteando en su estómago com tan solo ver esa mirada azulada. Además, él le había dicho a ella que pasaran esa noche juntos, y eso intentaría.

—Puedo llevarlas en mi carroza, si quieren —sugirió Adrien sorprendiendo a Alya y a Nino.

—Es muy amable de tu parte, Adrien Agreste, pero no creo que a los reyes les complazca ver a su futuro duque haciéndole ese tipo de favores a una plebeya. 

—No estoy haciendo nada malo —insistió confundido—. Solo quiero que…

—Es muy amable de tu parte —interrumpió Alya sin dejar de abrazar a Marinette—. Pero tenemos que irnos. Además, su casa no queda muy lejos de aquí. 

Ellas siguieron caminando y el rubio no pudo sentirse más extrañado. ¿Qué había hecho mal? 

Aún estaba preocupado por Marinette, algo había sucedido con ella, no había sido la misma chica con que él se había encontrado horas antes en el puente. Algo había sucedido y temía que tuviera un mal sentimiento y fuera víctima del Hawk Moth de esa historia, tal y como Nino lo había explicado momentos antes al hablar de lo de Jagged.

Un Beso para Encontrarte | MiraculousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora