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Capítulo final ● Última parte

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—¡Maestro Fu!

Marinette corrió con cierta prisa para recibir a aquel hombre que llegaba en esa mula junto a Kagami. Después de guardar a Plagg en el anillo y dejar la cueva, ella, Adrien y la chica de diadema, regresaron al bosque para reunirse con el maestro Fu, quien, según Marinette, los estaba esperando en ese lugar.

Al encontrarlo, la joven fue hacia él y detrás de ella, cerca de un árbol, Écrivain se había detenido a cierta distancia junto a Adrien. Los dos vieron a Marinette llegar acompañada del anciano y la otra chica. Y asegurándose que nadie los vigilaba, se escondieron detrás de unos pinos.

—Gracias por venir maestro —decía la ojiazul—. Creemos que usted nos podría ayudar. 

—Pero, ¿qué es lo que sucede exactamente? —quiso saber el viejo—. Kagami mencionó algo de otra hechicera. 

—Es alguien muy poderosa, yo mismo la vi y… fui afectado por uno de sus rayos —explicó Adrien. 

El viejo al ver al muchacho, entrecerró los ojos al analizarlo. 

—¿Tú eres…? 

—Él es Adrien —señaló Marinette—. Es mi compañero, posee el anillo con el poder de la destrucción. Y… ella es Écrivain —dijo al posicionarse al lado de la joven—. Ella… fue quien nos trajo a Adrien y a mí a esta realidad. 

El anciano observó de arriba abajo a esa chica de diadema. Le sorprendía que esa villana que había descrito Marinette horas antes, ahora estaba allí con ellos. Él supo que había una explicación para todo esto, mas no quiso indagar en ese momento. 

—Entonces, ¿ya tienen un plan para atacar? —indagó Kagami. 

—Algo así —aseguró Marinette acercándose a ella al mismo tiempo en que sacaba algo de su bolso—. Solo necesitábamos que ustedes dos vinieran. Debemos atacarla al mismo tiempo para que no atrape a ninguno de nosotros. 

—¿Y yo también debo atacarla? —insistió la de cabello corto. 

—Claro que sí, Kagami. Tú serás quien le quite la hoja —afirmó entregándole algunas de aquellas botellas con el poder del dragón. 

Con algo de duda, la de ojos cafés analizó ese frasco que ahora tenía en sus manos. No se sentía lista para eso, aunque, al no estar en el pueblo, respiró hondo al sentir que al menos tenía un poco de confianza en sí misma. Sin embargo, quiso replicarle a Marinette algo más, cuando de pronto, Écrivain soltó un pequeño gritito al llevarse un susto por ver esa gran ave de grandes colmillos junto a ella. 

—No te muevas —le dijo Marinette—. Solo intenta alejarte poco a poco. 

Los demás permanecieron quietos en su posición hasta que los ojos rojos y brillantes de esa ave de plumas afiladas se posaron en aquella mula que estaba junto al anciano. El animal de carga sintió incomodidad y comenzó a moverse. Esto alteró al ave que estuvo por picotear a los demás, pero en ese momento, Adrien se acercó a ella. 

—¡Cataclismo!

Y con solo tocar la punta de una de las plumas, el ave se desintegró por completo frente a los ojos de los demás, quienes vieron con sorpresa al joven rubio. 

Un Beso para Encontrarte | MiraculousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora