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Sus manos posadas sobre la baranda del balcón se hicieron un puño. Sus ojos verdes se oscurecieron y con el ceño fruncido, apretó sus labios con fuerza al ver el cielo. Aún faltaba mucho para el atardecer, pero él tenía que regresar a su realidad; tenía que acabar con esa villana antes de que el sol se ocultara. 

—¿Por qué tienes prisa en salir de aquí? —curioseó el kwami desde el anillo. 

—Sabes que esta semana ha sido eterna para mí, Plagg. Haciendo a un lado mi labor como héroe, papá me ha hecho trabajar más con esa nueva colección en la que trabaja, y como recompensa, me había prometido una cena esta noche. No esperé esto por tanto tiempo como para faltar al único momento que podré pasar con mi padre sin hablar de trabajo. 

—¿Y qué plan tienes para salir de aquí? 

—Primero: encontrar a Ladybug. —Con una expresión decidida, al muchacho se dio la vuelta para salir de esa habitación, pero un pensamiento que apareció en su mente hizo detener su paso al instante—. Pero, ¿cómo encontraré a Ladybug? 

—Sabes que, si lo haces descubrirías su identidad, ¿verdad? 

Y su kwami no podía tener más razón.

Aún le faltaba tomar en cuenta algunas cosas. Y, a decir verdad, si le hubieran dicho hacía un año que estaría a punto de descubrir la identidad secreta de la chica de quien estuvo enamorado por mucho tiempo, estaba seguro que estaría emocionado. Mas ahora, las cosas habían cambiado. Ya los sentimientos por esa joven de motas se habían hecho a un lado. Ella muchas veces le dijo que entre ambos no sucedería nada y así lo aceptó él. 

Por eso, ahora no le importaba si eso sucedía o no. Su desesperación disminuyó y ahora, caminó con pasos lentos hacia la salida, esperando que alguna forma, esto lo ayudara a tener paciencia y llegar a tiempo para la cena con su padre. 

—¿Por qué el paso de tortuga, Adrien? —preguntó su kwami—. Creí que tenías prisa. 

—Solo pienso, Plagg. Si esto es un universo o una historia alterna, en época diferente a la que vivo, tal vez el tiempo funcione diferente aquí a comparación de la vida real. Solo encontraré a Ladybug, ambos iremos por Écrivain y yo le pediré que nos deje en la misma hora que nos trajo hasta aquí.

—¿Y si ella no cambió el tiempo? 

—En ese caso, creo que me arrepentiré de esto. 

El rubio contempló lo que parecía ser su casa. Era muy similar a la que tenía en la vida real, a diferencia de los muros de piedra y las diferentes antorchas que iluminaban el lugar. Por lo demás, los mismos colores grises y sin vida eran los que más resaltaban del edificio. 

Al bajar las gradas, quiso salir por la puerta principal, sin embargo, las puertas de donde era la oficina de su padre en su realidad, estaban abiertas de par en par. Esto llamó su atención. En su otro universo, estas siempre permanecían cerradas; a su padre no le gustaba las distracciones a la hora de trabajar. 

—¿Acaso Écrivain convirtió el París donde vivimos en esto, o esto es solo una realidad alterna donde nos trajo a Ladybug y a mí? —susurró el muchacho.

—Yo creo que sí es eso —afirmó Plagg—. Una nueva historia con sus propias reglas. 

Adrien levantó su mano y admiró su anillo.

—¿Estás seguro? 

—Estoy encerrado, Adrien. Tal vez aquí no exista la magia o esté prohibida. Debe ser una de las reglas de esta historia, sino ya hubiera salido y me hubiera comido ese queso que aún llevas en el bolsillo. 

Un Beso para Encontrarte | MiraculousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora