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Parte 2
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—¡Se fue por aquí! 

El grito de un guardia debajo del balcón, llamó la atención de la princesa. Ella apretó con fuerza la falda de su larga bata para dormir y luego se volteó hacia el joven que recién había entrado a su habitación. La rubia lo analizó de arriba abajo, él se veía agitado y si se estaba escondiendo, ¿acaso era él el sujeto que los guardias buscaban? 

Cuando Adrien dio unos pasos hacia ella, pidiendo silencio con su índice sobre sus labios, la princesa se frotó los ojos al mismo tiempo en que un bostezo salía de su boca. Ella recién se había despertado gracias a los gritos de los guardias que buscaban a un supuesto delincuente y de un momento a otro, ahora Adrien estaba en su pequeña habitación. 

—¿Estás bien?, ¿qué es lo que está pasando? —quiso saber la princesa. 

—Prometo explicarte cada detalle, solo… 

—¡Busquen por aquí! —se escuchó decir a un guardia desde el pasillo. 

Adrien se volteó con temor de que los guardias abrieran la puerta. Al notar su preocupación, Zoe se cruzó de brazos y dio un par de pasos hacia él para susurrar:

—¿Puedo saber qué hiciste? 

—¿Puedo confiar en ti? —remató. 

Ella no quitó la expresión de confusión de su rostro y más bien movió su cabeza para intentar leer esa mirada verduzca en busca de respuestas. 

—Adrien, eres mi mejor amigo —contestó.

—De acuerdo. Entonces siéntate porque esto tardará un rato.

La princesa seguía sin comprender mucho la situación, así que regresó a la cama que yacía en medio de esa habitación, decorada con tonos dorados y celestes. Al no ser la hija más querida del rey, su cuarto no tenía tantos lujos y por eso era de un tamaño más pequeño y también, por la misma razón, estaba en ese lado del castillo, el cual era el más alejado de los demás salones. La chica tomó asiento en su cama y Adrien llegó frente a ella para hablar en voz baja:

—Escucha, sí soy el sujeto que esos guardas están buscando. 

—¡¿Qué?! —exclamó llevándose las manos a sus labios, pero al instante, Adrien pidió silencio. 

—No hice nada malo, si es lo que piensas. 

—Entonces, ¿por qué te están siguiendo? —cuestionó la princesa. 

—Zoe, sé que sonará loco, pero estoy en un punto donde no tengo alternativa. Y como estoy confiando en ti, te pregunto: ¿crees en seres con poderes y esas cosas? 

—Sí, claro —respondió sin dudarlo. 

Adrien la observó por un instante y luego se llevó su mano a su frente. 

—¡Por supuesto! —bufó—. Había olvidado lo de los traumatizados, claro que la magia existe en esta realidad.

—Bueno… yo no lo decía por eso —confesó. 

El rubio frunció el ceño y movió la cabeza hacia un lado.

—¿A qué te refieres? 

—¿Por qué preguntas eso? —rio ella y luego agregó en voz baja—. Sabes que si toco el agua me convierto en sirena. Lo descubriste desde que éramos niños.

—¿Qué? —soltó incrédulo—. ¿Sirena? 

—Sí, ¿no recuerdas? —preguntó aun hablando en voz baja—. Adrien, tú siempre te reías cuando te contaba esa historia. Siempre te burlabas de mí porque decías que yo era la causa de que la magia estuviera prohibida y de que el rey le declarara la guerra al reino submarino.  

Un Beso para Encontrarte | MiraculousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora