Dos.

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Al día siguiente se levantó por la mañana y se vistió con ropa de lino ya que hacía mucho calor. Fue hasta la cocina y tomo una manzana como desayuno. Unos minutos después se dio cuenta de que estaba solo.

No tenía idea de donde estaba Stella. Quizá a eso se refería con lo de sacarle provecho a esta linda casa.

Pensó en tomarse una ducha pero la piscina llamó su atención.

Se metió con su traje de baño y estuvo ahí una hora hasta que se aburrió y salió.

Al entrar se dio cuenta de que había una bicicleta color rojo en la entrada.

La idea de salir a andar en bicicleta le pareció bastante atractiva cuando después de hacerse un almuerzo no tenía nada más que hacer.

–Bien, vamos a explorar el pueblo.

🫀

¿Hace cuanto no andaba en bicicleta?

No lo sabía. Probablemente la última vez fue como a los once o doce. No era muy normal andar en bicicleta viviendo en una ciudad.

Era más bien peligroso.

Por eso ahora Harry estaba luchando con la bicicleta camino al pueblo.

–¡Si!

Había podido cenar a anotar con normalidad. Pero había un incompetente.

Estaba en medio de la calle.

Así que un auto tocó su bocina desde atrás y Harry entró en pánico. Literalmente giró el volante de la bicicleta hasta quedar atrapado en un arbusto de moras. Lo que significaba que había espinas y esas espinas dañaron la piel de Harry.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba salir sin querer lastimarse más.

–¿Estas bien?

Escucho del lado de afuera una masculina voz que lo asustó.

–¿Yo? ¡Claro! Solo descansando en este arbusto espinoso como todos los días.

–Bien, buena suerte descansando.

–¡No te vayas! No puedo salir.

El hombre del otro lado ríe y corta algunas ramas con sus manos. Harry no podía verlo bien ya que tenía su pelo en los ojos. Pero se dio cuenta cuando sus extremidades fueron liberadas y el hombre lo levantó del suelo tomándolo por la cintura.

–Demonios.

Maldijo el hombre que aún no podía ver ya que estaba acomodando su cabello.

–Estas muy herido. Déjame que te ayude.

–No, estoy bien. Solo un par de profundos rasguño-

Su voz se perdió en medio del camino al ver al hombre de fuertes hombros y brazos frente a el. Ojos celestes como el cielo y facciones faciales marcadas divinamente. Un par de canas adornando su cabellera larga hasta unos centímetros más abajo de los hombros y tres botones de su camisa desabrochados haciendo que se vea aún más sexy.

–Vaya...

–También te lastimaste la cara. Soy médico, puedo ayudarte.

–S-si.

Es lo único que pudo decir. El hombre tomó su bicicleta en mano y Harry camino detrás de el con un dolor punzante en su talón.

Llego hasta el portón cuando comenzó a llorar del dolor. Quería hacerlo silencioso pero el hombre aún así lo escucho.

–¿Te duele caminar?

–Si...

–¿Quieres que te cargue?

–Si no es tanta molestia...

El hombre de nombre misterioso lo carga al estilo de las bodas y Harry se sonroja.

–Por cierto. Me llamo Louis.

–Yo Harry... hablas mi idioma.

–Oh, si. No se hablar italiano.

–Yo tampoco.

Cuando llegan a la casa Louis lo deja sentado en una silla y busca algo en las alacenas.

Esta casa era grande y bonita. Tenía muchas plantas y pinturas en las paredes. Tenía grandes ventanas por donde pasaba el sol fácilmente haciendo que no sea necesario encender las luces.

Vio a Louis sentarse en la silla frente a el y tomar su pierna con delicadeza. Comenzó a presionar con alcohol las heridas haciendo a Harry quejarse del dolor.

–Así que Harry... ¿Hace cuanto llegaste?

–Ayer. ¿Tu?

–Yo hace una semana. Compre una casa aquí apenas me dieron la licencia.

–Eso esta muy bie¡auch!

–Tranquilo...

Comenzó a ponerle alcohol a los brazos de Harry.

–Yo vine a visitar a una prima. Tiene una casa muy cerca de aquí y me presto su bicicleta. Pero hace años que no ando en ella, porque vivo en una ciudad.

–¿Eres de Londres?

–Así es.

–Yo también vivía ahí. Luego me mude a América por una oferta de trabajo. Quizá algún día vuelva.

Sea cerca a limpiar las heridas de las mejillas del bello chico.

–Pareces bastante joven ¿Cuantos años tienes?

–Diecinueve.

Louis maldijo internamente. Odiaba ser tan mayor por estos tipos de cosas.

Si aparecía un muchacho bonito siempre era un crío que podría pasar como si hijo.

–Bueno, yo tengo cuarenta y dos.

–Demonios...

Harry se cubrió la boca apenas dijo eso. Había pensado en voz alta.

–Digo... no los aparentas.

–No hace falta mentir, niño.

Dice con esa tonada hermosa y le regala una sonrisa seductora que entra por sus ojos y va directo a su corazón para terminar saliendo como un suspiro de su boca.

–Tu... tu no estas casado.

–¿Pregunta o afirmación?

–¿Pregunta?

–No, no estoy casado. Alguna vez lo estuve pero ya no más.

–¿Que paso?

Louis levanta las cejas y Harry se sonroja bajando la cabeza.

–Perdón.

–Esta bien. Estamos en confianza. Bueno... digamos que descubrí que no me llamaron nunca la atención las mujeres.

–Como... ¿Gay?

–Bueno, si.

–¡Oy! Yo también. Pero mis padres aún no lo saben.

–Los míos tampoco.

Se aleja de la cara del rizado cuento ya sus heridas se encuentran limpias y le sonríe nuevamente.

–Ya estas bien. Te recomiendo que reposes hasta mañana y la próxima vez que quieras ir al pueblo ten más cuidado de no intentar comerte mis moras.

Harry se ríe ruidosamente y luego tapa su boca avergonzado. Louis nota que tiene unos hermosos hoyuelos en sus mejillas y sonríe también.

Lo acompaña hasta la entrada del jardín y cuando estaba por ofrecerse a llevarlo Harry le apunta que su casa quedaba en diagonal a la suya.

Así que con unos cinco minutos de caminata bastaría.

Harry se va con una tonta sonrisa y una sensación sensación el pecho que podría resultar peligrosa.

Varenna [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora