Entré en mi habitación cerrando la puerta detrás de mí, las palabras se repetían en mi cabeza. El hombre que habíamos tenido a escasos metros era el mismo que había matado a la madre de Alek.
Después de eso, me dijo que me esperaría a las 10:00 en el garaje para contármelo todo. No pude dormir a penas debido a lo nerviosa que estaba, así que me levanté un poco antes de tiempo para prepararme.
Me puse uno de los vestido que me había comprado mi madre al mudarnos a la mansión de color azul cielo, una chaqueta ancha, los zapatos y salí de la habitación.
Bajé las escaleras y me dirigí a la puerta de entrada.
—¿No vas a desayunar? — escuché la voz de mi madre proveniente de la cocina.
Me acerqué a ella con algo de prisa—No tengo mucho hambre — le sonreí.
Ella me miró preocupada.
—Esta bien — suspiré.
Me acerqué a la nevera y cogí lo primero que vi, es decir un zumo y una tostada. Me senté en la isla y me lo comí lo mas rápido que pude.
Al terminar me levanté, di un beso en la mejilla a mi madre y salí de la mansión.
Miré la hora en el móvil, iba algo justa. Me dirigí a paso rápido hacia el garaje. Al entrar Alek estaba apoyado en el coche mirando algo en el móvil.
Llevaba una sudadera negra con la capucha puesta, dejando que algunos mechones desordenados se asomaran.
Levantó la cabeza al notarme, me miró de arriba a abajo y puso una expresión que no entendí muy bien si era de asco o de que.
—Vamos — se metió en el asiento del conductor.
Me senté en el asiento de el copiloto y entonces arrancó. Al principio ninguno de los dos dijo nada, pero todas las preguntas que tenía en mi cabeza se estaban amontonando en mi garganta.
Como si me leyese la mente Alek se giró
— Pregunta — me miró fijamente.
—No tengo nada que preguntar — intenté disimular.
El hundió las cejas como si lo que hubiese dicho fuese la cosa con menos sentido del mundo.
—Te estoy dando la oportunidad de hacer todas las preguntas que sé que tienes, no la desperdicies — volvió la mirada hacia la carretera.
Me giré en el asiento para poder verlo mejor— Esta bien, ¿ Qué es todo lo que vi ayer detrás de la puerta?— solté esperando que no me respondiese como hacía siempre.
—Es en lo que mi padre trabaja— suspiró — en lo que yo trabajo.
Lo miré sin entender muy bien a que se refería.
— Todo lo que te puedas imaginar que sea ilegal y este mal visto por la sociedad, nosotros lo traficamos. Armas, drogas cualquier cosa.
Se me hizo un nudo en la garganta— ¿Solo tu padre y tú?— pregunté algo confundida.
— Mi familia lleva haciéndolo desde hace varias generaciones.
— ¿Sois una especie de mafia?— dije incrédula.
— Se podría decir— hizo una media sonrisa.
— ¿Y quién era el hombre al lado de tu padre ayer?
—Maksim Petrov, su familia lleva siendo rival de la nuestra desde hace muchos años.
—¿Y que hacía ayer con tu padre?
—No lo sé — dijo algo molesto.
Antes de poder preguntarle nada más el coche se paró.
— Hemos llegado— abrió la puerta para salir.
Yo hice lo mismo.
Frente a mi vi una especie de fabrica abandonada, con los hierros oxidados y podridos. Al entrar el aspecto no mejoraba mucho, tenía cables por todas partes, tuve que esquivar varios del suelo.
Alek se paró frente a una puerta que a diferencia de todo el edificio estaba prácticamente nueva.
Tocó tres veces y entonces se abrió.
Era una habitación bastante grande, con varios ordenadores un sofá en una esquina y mucho libros y papeles por todas partes.
Alek cerró la puerta detrás de mí, todos estaban ahí menos Nikolai. Evette se acercó a saludarme y luego lo mismo con Alek. Lorcán hizo un gesto con la mano y luego volvió la vista hacia unos papeles que tenía en frente. Y por último Thalía se acercó con una gran sonrisa y me abrazó.
—Hola Maeve, me alegro de que estés aquí— se apartó.
Escuché una voz proveniente de una habitación en la que no me había fijado hasta ese momento.
— He encontrado el sitio en el que se reúne Petrov para hacer los intercambios — dijo Nikolai emocionado.
De repente se quedó parado y abrió mucho los ojos al verme.
— Es una serie que estoy viendo y emmm.... Petrov es el protagonista— empezó a mover las manos nervioso.
Alek lo paró— Ya lo sabe— dijo sin mas.
— Pero, ¿Cómo? ¿Cuándo?— miró a todos.
— Si leyeras los mensajes te habrías enterado— lo miró mal
— Lo siento por tener una vida social y no estar todo el día pendiente del teléfono— se hizo el ofendido.
Alek lo fulminó con la mirada y él se limitó a sonreírle.
— ¿Qué estabas diciendo?
— Ah si, que ya se donde hace los intercambios— sacó un papel de su bolsillo— al lado del antiguo almacén en la ciudad.
—¿Cuándo será su próxima entrega? — preguntó Thalía.
Nikolai se quedo mirándola embobado durante un momento.
—¿Nikolai?
— Emm si, será dentro de 5 días.
Todos se miraron
— Es la mejor oportunidad que vamos a tener— dijo Evette.
— ¿Para qué?— los miré confundida.
— Para matarlo— me miró Alek.
Me quedé paralizada al oír esas dos palabras. Por un segundo me faltó el aire y mis manos empezaron a temblar, noté como mi respiración se empezaba a agitar.
— Necesito salir fuera un momento— fue lo único que me salió.
Y sin esperar ninguna respuesta abrí la puerta y salí a paso rápido. Cuando mis piernas no fueron capaces de moverse más paré a descansar, me senté en el suelo frío y rodeé mis piernas con los brazos.
No sabía que Alek era capaz de matar y el escucharle decirlo me chocó como un jarro de agua fría.
Un ruido interrumpió mis pensamiento. Me giré y vi a Alek apoyado en una columna con los brazos cruzados.
— No sabía que te gustaban las salidas dramáticas— dijo en un tono sarcástico.
No sabía que decir, simplemente me quedé ahí mirándolo.
Él se acercó y yo me alejé instintivamente, algo que le sorprendió.
—¿Me tienes miedo?— se quedó quieto.
Las palabras salieron de mi boca
— ¿Has matado alguna vez a alguien?
Mi pregunta le descolocó, se quedo pensando durante un momento buscando la respuesta correcta pero finalmente lo dijo:
—Sí.
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Eviterno
RomanceMaeve está acostumbrada a ir de casa en casa, debido a las múltiples veces que su madre se ha casado. Pero esta vez será diferente, ya que encontrará a alguien que le hará la vida fácil e imposible a partes iguales.