6: Even though it hurts

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Aunque duela

¡Bakugo! – su mente regresó a la realidad en cuanto escuchó su nombre ser pronunciado con tanta energía – ¡Viejo, ¿qué demonios estás pensando?!, llevo hablando contigo media hora y no dejas de sonrojarte, ¿tienes fiebre o algo? – un cierto rubio le miraba con la cabeza inclinada mientras trataba de acercarse a medir su temperatura con la palma de su mano, pero parecía imposible, pues el cenizo no paraba de alejarse y esquivar aquellas manos llenas de comida

– ¡Basta imbécil!, ¿qué carajos haces aquí? – su paciencia estaba al límite, desde el incidente de las pastillas habían reducido su medicación al mínimo posible y le mantenían vigilado todo el tiempo, gente entraba y salía de su habitación como si se tratase de un hotel, llegaban con maletas llenas de ropa y algunas cosas que pudieran servirles como distractores y al par de días, se iban como si nada hubiese pasado

– Oh vamos, vine a cuidar de ti, igual que todos los demás – Kaminari podía ser todo, menos apto para cuidar de alguien enfermo, y es que era tan insoportable como una astilla en el dedo, era el que más tiempo había durado diciendo que necesitaba unas vacaciones de la agencia en la que trabajaba y de Jiro, ya que, al estar embarazada, podía ponerse insoportable por cosas mínimas – Así que... ¿quién ocupa tanto espacio en tu cabeza como para no hacerme caso?

– Nadie que te importe – respondió contundente logrando que su compañero de habitación esbozara un puchero triste como si se tratase de un niño – De todas formas, ¿no deberías haberte ido ayer?, tu presencia me molesta

– Emm... respecto a eso, tal parece que me quedaré otro par de días – la mirada asesina de Bakugo casi lo congela allí mismo, pero decidió dar sus razones esperando que el cenizo lo entendiera – Midoriya cree que sería bueno que te abrieras con alguien a quien consideres un poco tu amigo, ya le expliqué mil veces que no soy tu amigo más que por Kir... – se calló de golpe recordando que el peliverde le había pedido específicamente que no hablara de él mientras Bakugo se recuperaba – Bueno, la cosa es que me pidió que no saliera de aquí hasta que no hayas compartido tu dolor con alguien, así sea yo o la psicóloga que tu madre contrató

– ¿Sabes algo de Kirishima? – aunque la pregunta no la esperaba, no le tomó del todo por sorpresa, ya que de cierto modo había sido su culpa el casi mencionar el nombre de la única persona en este mundo que no debía

– Que se va a casar en un mes, vendrá a la comitiva de héroes la próxima semana y que parece estar muy ocupado con su vida – respondió sinceramente, no tenía como mentirle al cenizo, sabía que de hacerlo podría morir allí mismo y nadie lo sabría hasta que la enfermera entrara a cambiar las sábanas y encontrara su cuerpo sin vida debajo de la cama, luego posiblemente le llamarían a la policía y su amigo iría a la cárcel, y Jiro quedaría viuda y con un hijo y... ¡Maldición, mentirle a Bakugo traía demasiadas consecuencias!

– ¡Idiota te estoy hablando! – los gritos del enfermo lo sacaron de su divagante imaginación – ¿Te invitó a su boda? – el contrario asintió lentamente como si estuviera siendo amenazado con un arma de fuego – ¡Pues bien!, así no tendré que verte el próximo mes

– Bakugo... ¿estás realmente bien con esto?, quiero decir, el día del accidente sería su aniv...

– ¡Cállate!, ni una mierda más al respecto, ¿oíste? – lo que el rubio decía era cierto, aquel día había tomado dos turnos esperando poder deshacerse de todos aquellos pensamientos revoltosos en su cabeza, nunca esperó tener que quedar varado en un hospital por dos meses; quizás una parte de él deseó morir con aquel edificio encima suyo, poder dejar a un lado el dolor que le causaba caer en cuenta de todo lo que había perdido por culpa de su necedad

¿Por qué no podía superarlo y seguir con su camino como lo hacían otras personas?, todos se enamoran por primera, segunda y tercera vez, pero parecía que él se había estancado en el único amor que vio nacer y morir por su propia mano, se culpaba a sí mismo y al resto por lo que había pasado y aunque deseaba fervientemente terminar con todo ello, no podía, año con año, el mismo día, tenía que trabajar hasta que su cuerpo no pudiera más o de lo contrario, continuaba escuchando esa voz en su cabeza que le reclamaba de todo lo que no hizo y de lo que pudo hacer.

Estaba harto, dolía como el infierno mismo y no había manera de eludirlo, había escuchado el mismo discurso vacío de parte de amigos y familiares tantas veces, que poco a poco se había convertido en una especie de mantra para cuando se sintiera mierda por culpa del pasado "Ya pasará", dos simples y estúpidas palabras que no hacían más que molestarlo por lo obvias y vagas que eran, ¿exactamente que debía pasar?, su amor por él pasaría y trascendería su muerte incluso, estaba seguro de que si pudiera hacerlo, intentaría hacerlo mejor en su siguiente vida, tomar las decisiones que por miedo no tomó; si se trataba del dolor en su pecho, estaba consciente de que seguiría allí con cada anuncio en las calles, cada convención de héroes y sobre todo, se mantendría grabado en aquella noche de verano.

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