Ella es un cuento de hadas
– ¡Felicidades Bakugo! – todos sus amigos sin excepción alguna le rodeaban en la entrada del hospital, Denki parecía estar más animado que el resto pues dejaba salir pequeñas descargas eléctricas de vez en cuando hasta que Sero lo envolvió en cinta y le pidió que se calmara. Hoy, después de dos meses de tortura psicológica y física, Bakugo Katsuki era dado de alta y estaba nuevamente en facultad de regresar a su labor de héroe, claro, siempre y cuando su agencia retirara su cese de actividades.
– Ya cállense, son ruidosos – alegó el cenizo mientras trataba de salir caminando por su propio pie, ya que anteriormente le habían ofrecido una silla de ruedas para llevarlo hasta la entrada – Pero es cierto que este es motivo de celebración – añadió sonriéndole a sus amigos, a estos les tomó por sorpresa considerando los precedentes del joven, sin embargo, lo tomaron con alegría y se acercaron para abrazar al recién rehabilitado, al inicio Bakugo parecía estar en total desacuerdo con aquella muestra de afecto, pero terminó cediendo al descubrir que lo superaban en fuerza, sin duda debía ponerse a trabajar extra por esos dos meses que perdió
El silencio que se formó después de aquel tibio abrazo sólo los invitó a acompañar al cenizo a casa, platicaron y rieron durante todo el trayecto, y por sólo unos instantes todo parecía ser perfecto. El departamento estaba tal y como lo había dejado, había algunas motas de polvo acumuladas por el tiempo que pasó fuera, pero aquello poco les importó cuando cruzaron el umbral recibiendo alegremente a su mejorado amigo.
El tiempo seguía corriendo, el Tic-Tac del reloj gritaba en su oído tras la silenciosa madrugada, nuevamente tenía insomnio, no sucedía desde que estuvo internado y ahora que finalmente descansaba cómodamente en su cama, parecía tan ajena a sí que era incómodo. Se levantó con especial cuidado, sus amigos yacían tendidos en el suelo durmiendo y odiaba la idea de despertarlos y provocar un escándalo; caminó con cautela hasta la cocina y tomó un vaso de agua, titubeó un poco antes de llevarlo a sus labios y verter el líquido dentro de su boca – Estoy en casa – murmuró para sí mismo sintiendo sus ojos cristalizarse, el suave sonido de los ronquidos de los huéspedes le recordaban aquellas noches ruidosas con el pelirrojo
Aquel sueño le había desconcertado, estaba consciente de su significado y esperaba equivocarse, pero en su pecho tenía la clara sensación de que no era así. Dirigió su mirada a la ventana frente al fregadero y se perdió en ella, la luna era enorme, brillaba sutilmente y con dulzura por sobre la ya iluminada ciudad, sus rayos apenas se distinguían entre tanto color y movimiento fuera, y en medio de aquella fría oscuridad interna, una lágrima resbaló en un resplandor turquesa, sus piernas flaquearon y finalmente se dejó caer al suelo, aún no podía dejarlo ir... no quería hacerlo, seguía negándose a perder, pero tampoco quería ceder, él no planeaba dar el paso y esa era su condena, quería dejarlo ser feliz, pero cómo podría hacerlo si estaba seguro de que justo ahora no lo era.
Sus labios ardieron al recordar el beso de aquella noche, la sensación cálida en sus muñecas al sentir sus manos, el peso de sus palabras sobre sus oídos, cada sensación se revivía tan vívida como aquel día, juraría que podría haberlo tocado justo ahora, pero se detuvo de ello y ahogó su llanto, apretó los puños tan fuerte que sus manos se tornaron rojas en cuestión de segundos, miró una última vez a los luceros del cielo y con la fuerza que quedaba dentro de sí, con la pequeña luz de esperanza que centelleaba amenazando con apagarse, rogó, suplicó y lloró porque Kirishima fuera feliz, y más aún, para que él mismo pudiera serlo.

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Fairytale
FanficHan pasado años desde que Bakugo vio por última vez a Kirishima, tras sufrir un accidente durante su jornada como héroe, comienza a revivir los momentos felices que tuvo con el pelirrojo, ¿será que vive enamorado de un simple cuento de hadas? ----- ...