Todomomo one shot

#36: Atiende el maldito celular

Bakugo miraba atento la puerta de entrada de la UA. Todoroki se percató de esto y fue hacia donde estaba su   compañero con dos latas de refresco para darle una, se notaba desde lejos que algo lo estaba molestando.

-¿Qué está pasando?

-Nada que te importe.

Shoto frunció el seño ligeramente, se encogió de hombros y se fue de allí luego de haberle dado la bebida al otro. Dirigió sus pasó a la cocina, donde sabía que Momo tenía el turno para hacer la cena.

La encontró preparando la salsa mientras hablaba con Mina y Kaminari sobre las asignaciones a las agencias, las misiones que les habían tocado y los malditos exámenes que ya se acercaban.

-¿Alguno de ustedes sabe qué le pasa a Bakugo? -preguntó Todoroki cuando se acercó a ellos.

Mina se dio vuelta para mirarlo, tenía el entrecejo casi junto, un gesto que denotaba la preocupación.

-Kirishima estaba en la agencia con Tamaki. Creo que ya tendría que haber vuelto.

Momo cerró los ojos y suspiró. Miró por encima de su hombro concentrándose en el semblante de Bakugo; hacía relativamente poco que él y Kirishima habían decidido, de una vez por todas, formalizar su relación, dejaron de ocultarse, haciendo que todo el salón se diera cuenta de lo que ocurría entre ellos. No había sido fácil enfrentarse a la nueva realidad, el futuro héroe Red Riot quería gritar su amor a los cuatro vientos, mientras que su pareja quería mantenerlo privado, mostrándose de la misma manera de siempre ante los demás extras de la UA.

Habían llegado a un punto medio cuando pidieron la ayuda a la pareja "más antigua" del curso, Momo y Todoroki les hicieron entender que ambos debían ceder un poco en todo el mundo nuevo y desafiante que era el de tener una relación romántica. Fue difícil la mayor parte del tiempo, pero poco a poquito, llegaron a un terreno estable donde ambos se entendían, respetaban y, sobre todo, se amaban tal y como se merecía cada uno.

-Voy a hablar con él.

Momo se desató el delantal y le dejó el cucharon con el que revolvía la salsa a Kaminari para que siguiera en esa labor. De todas las charlas compartidas, Bakugo y ella habían terminado congeniando a un nivel maravillosos, para la sorpresa de la mayoría en la escuela. 

-¿Qué está pasando, Bakugo?- dijo de manera dulce una vez que llegó a su lado.

-Nadie tiene nada mejor que hacer que venir a molestarme.

-¿Vas a ir a buscarlo solo o prefieres que te acompañemos?- dictaminó la chica levantando una ceja.

Katsuki la miró, le sonrió con discreción y le hizo un gesto con la cabeza para encaminarse a la puerta. Todoroki, quien miraba la secuencia desde la cocina, se acercó a ellos cuando se encaminaron a la salida. No iba a permitir que lo dejaran fuera de eso; por el rabillo del ojo vio como Izuku también se aproximaba a la puerta y pronto, los cuatro, sin necesidad de mediar palabras, se dirigieron a paso apresurado a la agencia de Fat Gum.

Mina, quien conocía muy bien a su grupo de amigos y había visto toda la situación, esperó diez minutos, los suficientes como para que los cuatro hayan podido salir del complejo de residencia de la escuela, y le mandó un mensaje a Aizawa Sensei para que estuviera al tanto de la situación en el edificio. La respuesta no fue agradable ni amable, pero no sonaba del todo molesto, también los profesores estaban con cierto ánimo de preocupación por su alumno pelirrojo.

Mientras, los tres grandes y ella, corrían por las calles de la ciudad para llegar lo antes posible al centro. Bakugo tomó su celular, sin perder velocidad en la carrera, y marcó por quinta vez el número de su compañero, no se sorprendió cuando no le respondió, pero tampoco le dio tranquilidad. Kirishima siempre respondía cuando lo llamaban, quizás no era muy rápido con los mensajes, pero las llamadas siempre eran atendidas, recordaba una vez cuando le contestó en pleno ataque, escuchándose de fondo las reprimendas de Todoroki por distraerse de la misión.