1- Chifuyu

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Ser el dueño de una tienda de mascotas no había sido su sueño de toda la vida, de hecho, Chifuyu apenas y se había planteado el que podía ser bueno con los animales después de adoptar a Peke J.
Sin embargo, después de volverse amigo de Baji, su fascinación con la conversación de aquel amante de los animales le había hecho apasionarse realmente por algo, sobre todo después de que Keisuke le hubiera compartido su sueño de tener su propia tienda de mascotas.

Le había agradado la idea de trabajar a su lado aunque no fuera realmente lo suyo, sin embargo, después de que el pelinegro muriera, su mayor sueño era poder cumplir aquella meta para honrar su memoria.

Trabajar en la tienda era agotador para una sola persona, así que necesitaba alguien que pudiera ayudarle; Y ahí entraba en acción otra de las encomiendas de su mejor amigo fallecido: Kazutora Hanemiya.

Si le preguntaban, Chifuyu probablemente respondería que su empleado estrella podía describirse de dos formas:

"Un flojo bueno con los gatos" o "Un malnacido con suerte"

La descripción cambiaría dependiendo del momento en que se lo preguntaran, porque si había dos cosas que no podía tolerar el ex vice capitán eran la habilidad de entrenar a los animales de la tienda que poseía Kazutora y lo muy atractivo que le resultaba a las clientas.

Por mucho que le fastidiara tenerlo como empleado, desde que lo había traído consigo después de que cumpliera su condena en prisión, la tienda había revivido un poco; Las chicas de instituto adoptaban algún animalito para poder estar cerca de "el guapo chico del pet shop" o tener una breve interacción mientras le compraban comida a sus mascotas.

Kazutora tenía aquello que Chifuyu anhelaba: La posibilidad de encontrar una pareja.
Pero, contrario al deseo de contacto femenino que tenía él, Kazutora parecía nulamente interesado en siquiera hablar con mujeres.

Sabía que no era gay gracias a las muchas anécdotas que Baji le había contado durante la adolescencia sobre el chico del tigre en el cuello, pero en serio era sumamente extraño que alguien que se la pasaba ojeando revistas sobre mujeres sexys desde los 13 años tuviera tan pocas expectativas para conocer a alguien a sus 27.

Realmente le parecía extraño.

—¿Cambiaste la viruta de los hámsters?
Preguntó el de cabello corto mirando la zona de peceras de cristal y tachando en su lista.

Hanemiya continúo dándole la espalda mientras fingía pasar la escoba por la entrada.

—Kazutora— Intentó llamarlo el pelinegro, dándose cuenta del sonidito proveniente de los ear pods del otro —¡Kazutora!
Le gritó, observando como dejaba caer la escoba y se sacaba rápidamente los audífonos.

—¿Eh? ¡No, yo no rompí el saco de alimento para perro!
Respondió rápidamente, guardando en el bolsillo del mandil la evidencia que le delataba.

Chifuyu negó, decepcionado de la ineficiencia de su único trabajador.
¿En serio se estaba preocupando por la vida amorosa de ese desobligado unos segundos atrás?
—Cambia las virutas de los hámsters, yo tengo que revisar los mensajes de la página.

El bicolor asintió, dejando de lado lo que estaba haciendo para obedecer lo que acababan de encargarle para evitar ser regañado por el incidente con las croquetas.

El de ojos verdes fue tras el mostrador, dando varios clicks en la computadora para desplegar los menús y actualizar la información.

—¿Programaste la publicidad de Facebook la semana pasada?
Preguntó, respondiendo algunos comentarios sobre los precios y especies que las personas escribían en el perfil.
Un simple "Si" desde la trastienda le confirmó, haciéndolo abrir otra pestaña para revisar otras redes sociales y ver el fruto de su inversión semanal.

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