4- Esposa

67 23 2
                                    

Chifuyu se había quedado pensativo, tan quieto como un mueble mientras trataba de pensar como debía actuar en aquella situación, al punto que Kazutora decidió ignorarlo y ponerse a hacer otras cosas mientras pensaba en las cosas que ahora podría hacer teniendo una pareja.

Por extraño que le pareciese al otro, en algún momento de su vida había querido tener una novia bonita con la cual salir, sólo que ahora se había saltado todas las etapas y tenía una esposa... Lo cual era bueno desde su punto de vista, porque no había estado libre la mitad de su vida para hacer las cosas como el resto de personas.

¿El fin justificaba los medios? Posiblemente.
No podía importarle menos.

—No me vió con el pendiente— Miró a la nada, imaginando qué reacción tendría la muchacha —— ¿Crees que le guste?

Chifuyu parpadeó, sin poderse creerse la preocupaciones reales del de mechones dorados después de tratar de explicarle con peras y manzanas por qué lo que había hecho era sumamente irresponsable.

—Te casaste con ella sin conocerla ¿Y eso es lo que te preocupa?
Le dió una cara larga sin ver ni una pizca de remordimiento por parte del otro mientras se tocaba la oreja frente a las peceras.

Kazutora asintió, dejando ir su oreja y mirando su reflejo en las peceras
—Tengo que gustarle a mi esposa ¿No?

El no parecía entender la lógica de las cosas, pero tampoco era como si hubiera tenido una novia antes o una adolescencia normal. Probablemente lo poco que sabía sobre chicas era lo que alcanzaba a mirar en los vídeos pornográficos que siempre lo descubría mirando en el baño del local.

Ni siquiera tenía idea de quién era la chica, bien podía ser una estafadora o algo parecido.
Hanemiya no era un buen empleado, pero era su amigo; No había ido por él después de salir de la cárcel sólo para que llegara una chica y lo metiera en una caja por partes.
Baji lo atormentaría por el resto de su vida si le enviaba a Kazutora tan pronto.

Así que muy en contra de lo que hubiera pensado que era razonable, necesitaba reunir más información para librar al tigre del lío en el que él mismo lo había metido.

—Sigo sin creer que esto sea una buena idea
Admitió cruzandose de brazos, sin muchas opciones para hacerlo razonar.

Sin embargo, había una pequeña cosa que quizá lo haría reflexionar, la única persona que podía sacarlo de su ensimismamiento infantil y darle un golpe —real o figuradamente— de sentido común: Su mejor amigo.

—Kazutora— Le llamó con voz calmada —¿Qué crees que diría Baji-san de esto?

El de ojos dorados lo miró por medio segundo, volviendo a mirar a la nada como si realmente estuviera teniendo una interacción imaginaria con Keisuke.
—Jummm...

Se perdió en sus pensamientos, imaginándose al chico de la larga cabellera llamándole loco y preguntándole si al menos la chica con la que estaba era bonita, muy a su modo.
Quizá mencionaría qué él era lo suficientemente guapo para cautivar a una chica pero que su deber sería ser bueno con ella y no serle infiel. Ya que no sería bueno intimidar a ninguna mujer con las inseguridades que eso le podría causar o podía llorar —O patearle el culo—.

Claro, al mismo tiempo que le daría algún consejo que su madre le habría dicho y recordar que debía comportarse para no hacerla enojar, como era su costumbre.

Podía ver claramente la camiseta negra a rayas deshilandose y el collar plateado sobre su cuello balanceándose entre sus clavículas.

Sonrió, imaginando perfectamente los pequeños colmillos que siempre le habían parecido demasiado tiernos para alguien que gustaba de incendiar coches de madrugada.

Además, como no podía ser de otra forma, Keisuke también le recordaría que la chica aún tenía la cuenta pendiente sobre el gato que quería adoptar, así que debía ser un buen trabajador y hacer que la muchacha se llevara a un gatito de la tienda para darle una buena vida.

Baji podía ser una pésima influencia para muchos, pero en sus recuerdos podía ver la esencia racional y respetuosa de las mujeres que tenía el chico del pelo largo.

Suspiró, teniendo el consejo perfecto para su nueva vida de casado gracias a su mejor amigo.

—No más chicas...— Dijo cerrando brevemente los ojos, sopesando el discurso imaginario —O ella va a enojarse

Dijo en voz alta, completamente convencido mientras volvía a la realidad, poniéndose en pie y comenzando a buscar otras cosas que hacer para matar el tiempo que aún le quedaba hasta la hora de salida, tan feliz y satisfecho con la aprobación ficticia que había tenido por parte de pelinegro.

Chifuyu no creía que en serio había estado teniendo una conversación imaginaria en su cabeza, comenzando a dudar de la estabilidad mental (Ya de por sí dudosa) de su empleado.

—¿Acabas de tener una conversación imaginaria con Baji-san?
Cuestionó, esperando un no por respuesta, pero  deduciendo lo contrario cuando el de mechones pasó de él por completo, tomando al gato negro como si intentara desifrar algo en sus ojos oscuros.

—¿Si le llevo este gato a casa le gustará?
Inquirió escuchando el maullido del minino, dejándose lamer los dedos por la bola de pelo entre sus manos.

—¡No sólo me ignores!
Se molestó el menor, haciendo salir del ensimismamiento al otro, quién se acordó de un pequeño detalle que no había previsto hasta aquel momento, abriendo los ojos de par en par como un pequeño conejito mirando fijamente las luces de un camión mientras va a mitad de la carretera.

—Ay no...
La sangre se le subió a la cabeza, deseando poderse golpear a sí mismo por dejar pasar un detalle tan grave como aquel.

Dejó ir al gato mientras caminaba con las manos en la cabeza lleno de frustración.

—¡No le pregunté donde vive!

Tienda de MascotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora