3- ¿¡Hiciste qué!?

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Kazutora nunca había esperado que ninguna chica pasara por alto su historial delictivo, porque de alguna u otra forma se merecía ser rechazado.
Así que simplemente dejo la verdad sobre la mesa.
-He pasado los últimos diez años en prisión.
Dijo sin importarle realmente si ella se levantaba y lo dejaba solo como la imágen en sus pensamientos le hacía visualizar.

La muchacha se río, dándole una pequeña sonrisa... Al menos hasta que se dió cuenta de que no había ni el más mínimo atisbo de broma en el rostro del muchacho del tatuaje.

Hanemiya pudo ver su reacción descomponerse poco a poco en su cara, haciéndola volver a pegar la espalda a su respaldo y mirarlo con detenimiento.
Toda esa emoción infantil que había visto al inicio parecía haberse esfumado, la expresión seria dándole un poco de madurez a su rostro.

-¿En serio?
Cuestionó ella, no creyendo del todo que un chico tan guapo pudiera hacer algo remotamente peligroso, ni mucho menos ilegal. Pero él solo la observó espectate mientras masticaba.

-¿Tengo cara de que estoy bromeando?
Dijo fastidiado, rindiéndose a fingir ser amable.

La cara de ella era un enigma, sus ojos yendo de un lado a otro por su rostro como si todavía tuviera una mínima esperanza de que le estuviera tomando el pelo.

-Bueno, pero... ¿Te incriminaron?
Se encogió de hombros, aferrándose todavía a negar que las cosas no hubieran salido como ella esperaba.

-No
Le dijo simplemente el chico, volviendo a comer con calma. Sintiéndose mucho más tranquilo ahora que había puesto sobre la mesa aquello.
A partir de ahí, no era su problema si a futuro ella le reclamaba por no haber sido honesto.

Estaba expuesto frente a ella, teniendo esa misma sensación extraña de un virgen desnudándose frente a alguien por primera vez.

-¿Y qué hiciste?
Preguntó ella en voz baja después de sopesar la información, genuinamente intrigada. Mirándolo como un niño que pregunta a sus padres cómo es que nacen los bebés y espera una mágica respuesta sobre como la cigüeña puede cargar un bebé con su pico desde París.

El rubio se perdió entre sus propios pensamientos por unos segundos, escuchando los gritos de su fallecido amigo Keisuke cuando intentaron robar una motocicleta y el muchacho terminó hiriendo de muerte al hermano mayor de su amigo Manjiro.

También estaba aquella ocasión en que había apuñalado a Baji... Después de armar una batalla campal a muerte junto a una pandilla que recien había conocido al salir de la correccional.

Se había metido en muchos problemas y "asesino" no era la definición que una chica buscaría en la lista de posibles hombres con quienes les gustaría estar compartiendo la mesa.
¿Cómo es que ella no se había girado sobre sus pies con indignación?

Sacudió la cabeza, tratando de que su rostro no delatara aquellos horribles recuerdos sobre el delictivo pasado que tenía en su consciencia.

Ya había sido lo suficientemente sincero, así que eligió abstenerse de comentar cualquiera de esas cosas frente a la muchacha.

-No me gusta hablar de eso...
Dió un sobo a su bebida, escudándose en el silencio mientras los ojos curiosos lo apuñalaban silenciosamente en busca de información.

-Bueno... ¿De qué si te gustaría hablar entonces?- Intentó la castaña después de no obtener nada más -¿Tienes mucho tiempo trabajando en la tienda de mascotas?

Cambió de tema, haciendo parpadear esta vez al del tatuaje.
¿Podía alguien ser tan poco consciente de con quién estaba hablando?
Quizá él podía haber robado un autobús escolar y estrellarlo contra un jardín de niños, pero a ella parecía no importarle...

Tienda de MascotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora