Prologo

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El sonido de las gotas de lluvia al golpear el cristal de la ventana me provocaba una sensación de relajación y a la vez de soledad, que podía decir, estaba solo, era la verdad, pero por algún motivo, al menos una vez cada cinco o seis meses venía a este lugar, una cafetería a la que no frecuenta mucha gente, sin embargo para mí, el café y las galletas de nata, sin duda eran especialmente buenas, y como ya era mi costumbre, siempre pedía dos cafés y dos galletas, no, no me comía las dos galletas, pedía una para mí y otra para una persona muy especial, así que ya te puedes imaginar la escena, un lugar con un ventanal enorme que daba vista a uno de los parques con una variedad de árboles impresionantes, y sobre todo lo que lo hacía mágico, es que las hojas de los árboles tenían tonos que oscilaban entre cafés y verdes y cierta época especial del año, podías ver él florecer de los guayacanes, la cafetería es de un estilo bastante vintage y tiene toda una pared de libros, algunos seguramente tienen más de veinte años y unos pocos eran de apenas unos tres o cuatro años, incluyendo entre ellos a mi libro favorito "el principito", claro, esta era una edición algo moderna que yo había donado al lugar, pero lo más llamativo era una pared negra en la cual habían muchos refranes, frases cursis y uno que otro nombre, para mí era increíble saber que durante tantos años las personas que pasaron por ahí dejaban sus escritos, personas con tantas historias, nombres de parejas que quién sabe si aún están juntos, en fin, para mí era un pasatiempo genial  el imaginarme historias sobre cada una de las personas que estaban en esa pared, tal vez para muchos la idea de crear historias sobre otros no esté bien, pero yo no veía nada de malo ya que estas historias permanecen en mi cabeza y tal vez algunas ocasiones incluso le conté un par de ellas a Fabián.

Habían pasado dos horas desde que me tomé el café y la galleta, mientras pasaba el tiempo, leía un artículo acerca de la fidelidad de las orcas, si, extraño tema, pero luego de todo lo que yo mismo había vivido, no me era tan extraño, ya que en algunas ocasiones me sentía sentimentalmente así, como una orca, y cuando empezaba a conocer a alguien y de pronto ya no estaba, hacia la analogía de la orca y de que algún depredador se lo llevo, y así constantemente era un círculo vicioso, pero todo cambio cuando Sam llegó.
Recuerden muy bien este lugar, ya que después de unos capítulos sabrán porque es tan especial para mí.
Se preguntaron ¿qué pasó con el otro café y la otra galleta?, o ¿para quien era?, si pensaron que esperaba a alguien, pues déjenme decirles que desde hace ya dos años, realizó esto como un ritual, y se debe a que con Sam solíamos venir muy seguido a tomar café y comer galletas, y así nos desintoxicábamos del estrés del trabajo y las responsabilidades, conversábamos  sobre el futuro y lo que haríamos en nuestras vidas, es por eso que este lugar sigue siendo especial, a pesar de que ya no lo frecuento, les contaría cómo es que descubrimos esta cafetería, pero me estaría adelantando demasiado.

Te enseñaré a amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora