005. 𝐁𝐢𝐞𝐧 𝐲 𝐦𝐚𝐥

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Ya habían pasado unos días desde que salió del trance en el que cayó después de ser apuñalada por la susodicha dos veces

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Ya habían pasado unos días desde que salió del trance en el que cayó después de ser apuñalada por la susodicha dos veces. Se encontraba tumbada en la cama esperando la siempre impertinente revisión medica que le ofreció el mismo curandero, que la cuido desde que despertó a las horas posteriores de recibir el ataque. Cuando entró por la puerta, de su boca solo se podían oír salir blasfemias, pues se notaba que algo había pasado, antes de este culinario expediente, que rellenaba día a día.

—¿Qué le ha ocurrido Dr. Izaq?

Avergonzado de pensar que le había sentido decir esas cosas tan inapropiadas para un miembro tan demandado de la realeza, en seguida con una reverencia, se disculpó pasivamente.

Su padre a vuelto a despertar y no de buenos amigos, princesa. Ya ha golpeado a su secretario personal, le ha roto severamente la nariz.

Tragando en seco, cerró los ojos intentando alejar lo mejor posible esos pensamientos suicidas que formaba su cerebro.

—Al General Orus, ¿dice?

—Así mismo lo he visto yo, majestad

Asintiendo con la cabeza dejó que el profesional se asegurase, que su salud se mantenía en buenas condiciones. Pero una chispa apareció en la cabeza de la fémina.

—Izaq.—  el llamado volvió la cabeza para mirarla  —necesito, que me ayude en una pequeña tarea.

Sin pensárselo, asintió decidido.

—Quiero que me enseñes medicina, deseo entretenerme en otra cosa que no sea el castillo, pero también que  estudiemos juntos para así, ampliar el pensamiento. Otro de los motivos simples es que, si un día pasase una emergencia y yo pudiera, si quiera bajarle el nivel de atrocidad, ¿No cree que sería bueno acudir a esta con experiencia, eh doctor?

Él sonrió para sus adentros al notar lo rebelde que era la mediana de las hermanas; y sin decir nada más se abalanzó a la puerta dejando a la interesada mujer, confundida. Pero para acabar de rematar la jugada, se paró mientras respondía con nerviosismo:

—La espero el jueves en la biblioteca privada a las 8:00, señora mía. No me falle. Añadiendo que he oído de alardeos, a cerca de su brillante mente y notas en las clases de hace años, ¿Acaso me equivoco?

Cuando cerró la puerta, la muchacha reía y saltaba de emoción al saber que otro plan entraba a bordo.

Al contarle la nueva historia que se aproximaba, ellas completamente de acuerdo, saltaron de emoción, rogándole que luego las informase. Secundariamente, estas, salieron de inmediato de la alcoba, al recibir un mensaje del Rey ordenando una junta colectiva, con hasta los concejales, secretarios y generales. Todos al recibir la orden se apelotonaron en el ala sur de la mansión, dándole a esta un estilo de máxima aglomeración. El Supremo se encontraba en lo alto de las escaleras, al lado de su suegro e hija mayor. Al ver suficiente gente, este, comenzó a relatar:

—Buenas tardes a todos y a todas, me gustaría encomendar un tipo de ofrenda que nos han mandado hoy directamente desde la Primera Orden.—  en ese instante cada persona empezaba rumores y chismeando, alterando el silencio del cual disponía el salón  — ¡Quien os ha dicho que se puede hablar! Regañó.

El silencio se hizo de nuevo presente, tentando al líder a proseguir.

—Al ser la orden del Lado Oscuro, y sabiendo lo meticulosos que pueden llegar a ser, se ha asignado una comida pública a los gratificantes de todos los planetas que estén de acuerdo dar su vida por esta nueva metodología a la hora de pensar. Se necesitan refuerzos y se cree que así van a conseguir más seguidores dándoles mucho poder y nuevas esperanzas de ganar en esta tortuosa guerra.

Cuando termino de despotricar frases condicionalmente sin sentido, alguien lanzó al aire una exclamación y una pregunta:

—¡Está usted loco, este planeta presume de su paz y alegría! Además, ¿Quién va a ir?, porque aquí hay mucha gente que no tiene nada que ver en esos temas de política.

—Todo lo que desea saber es lo qué iba a anunciar a continuación. Para empezar daré los nombres de lo qué acudirán a este acto.
Los nombrados son los siguientes:

- Karishet Mustir, mi hija mayor.

- Sarijaft Mustir, la mediana.

- Áren, segundo general, con el cuál tengo más confianza.

- Y yo.

—Sin hablar de qué nos harán más fuerte colectivamente.

Allí nadie decía nada, todo el mundo esperaba que una voz como la de anteriormente, volviese a romper el silencio, y siendo así como sucedió.

—¿Qué día y a qué hora?

—En una semana y un día, contando con que no quiero escándalos mientras yo no esté y cuando vuelva lo quiero todo al mismo compás. El traje, para los qué sí tienen que ir, puede ser negro o rojo, pero preferiblemente el negro. Os podéis retirar, menos los que valláis a ir.

Simplemente se quedaron estáticos en su lugar la princesa y el general. 

—¿Alguna norma que deba repetir? 

Sin querer hablar, ambos negaron con la cabeza.

—Bueno, en ese caso puede retirarse, General.

Al ver que también se iba a ir la mujer, pero se paró en seco al no escuchar una énfasis para ella. Los dos individuos postrados en alto, se miraron burlonamente mientras reían.

—¿Qué tal hermana, ganas de salir de tu orfanato, por última vez en tú vida?

Ella tragó a la par que la observaba, detenidamente y amenazante.

—Quizás, sea la última vez en la que salgo de este fraude, también mi hogar, pero dime ¿Quién eres tú sin el hombre que permanece sutilmente a tú lado? Bien, se qué eres la mayor, pero cariño, todo lo que tienes de poder, te lo quita la arrogancia que tienes y lo hija de puta.

Sabiendo como le habían dolido esas simples palabras, arrebatada, tentó con el blaster que su padre siempre portaba, disparándole en el brazo derecho.

—¡Ni se te ocurra, volver a hablarme así, soy tú superior, del mismo modo en el que me debes hablar, pídeme perdón arrodillándote como te pertenece!

Respirando pesadamente, la herida contestó tenuemente.

—Yo NO me arrodillo ante nadie y menos ante alguien inferior a mí.

Simplemente como acabó, se hecho a correr de frente a la salida, mientras estaba pendiente a los disparos fallido que su consanguíneo lanzaba fallidamente, estropeando el modal del piso.

Se dirigió a una de las 2 naves  que se hallaban vacías,  a la izquierda de la vivienda, con la intención de mejorar el gran nivel qué poseía en defensa propia, pero no del todo, en el centro, dos cajas intactas, poseían una nota:

¨Espero qué te gusten los regalos; el de la izquierda es de tú abuelo. Se que no me conoces pero pronto nos veremos, no te preocupes.¨            L.O

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 ☾︎ 𝑈𝑛 𝑅𝑎𝑦𝑜 𝐸𝑛 𝐿𝑎 𝑇𝑒𝑚𝑝𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑 ☽︎ • 𝓖𝓮𝓷𝓮𝓻𝓪𝓵 𝓗𝓾𝔁 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora