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Chase camina alrededor del auto y cual gigante enfurecido da zancadas que producen un temblor en la tierra —o así es como lo he imaginado— hasta llegar junto a mí. Me lanza una mirada escalofriante que retuerce mis huesos por dentro y causa un escalofrío que me recorre por la nuca.

Abre la puerta y, con expresión molesta, me lanza una mirada que no tiene nada de sugerente.

—¿Vienes con nosotros? —pregunta.

Quiero hacerme un ovillo de nuevo, probablemente, es la primera vez que mis ojos han tenido la penosa oportunidad de ver a Chase así: molesto. Mi pierna izquierda comienza a moverse en ton a ese gesto particular que tienen las personas cuando algo los coloca en un estado inconsciente de nervios. Aunque yo soy consciente cuando lo hago, no puedo dejar de moverla. Me encojo de hombros dándole una respuesta poco satisfactoria que lo hace chasquear la lengua. Trago saliva y me predispongo a salir del auto. Les doy un vistazo a Allek y a los demás chicos. Chase me agarra el brazo, me ayuda a salir del auto y me guía hasta el de su amigo.

—¿¡Qué rayos es lo que ha pasado!? —le interrogo, como una madre histérica caminando junto a él.

Me abre la puerta para subir al auto de Mika, él y Jax llegan junto a nosotros con un humor de payasos burlones o de mujeres cotillas que se reúnen en baños para chismear sobre sus otras compañeras. De mala gana me subo al asiento trasero, Chase se sienta a mi lado de sopetón, recargando su espalda en el asiento, parece molesto. Los dos mosqueteros tienen sonrisas burlescas en sus rostros. Mika enciende el auto y Jax se gira para verme.

¿Cómo ha pasado esto? Estoy en el auto, junto a los tres chicos más populares de Jackson. Jax se gira sobre el asiento de copiloto donde está sentado y me lanza un beso para luego guiñarme uno de sus azules ojos —porque sí, los mosqueteros de pacotilla estos tienen unos ojazos como para morirse—. Chase lo golpea en la frente.

—¿Qué hacías con esos idiotas? —pregunta de forma confidente cuando su amigo vuelve a sentarse como las personas decentes (aunque se sabe que de decente seguramente solo tiene la vestimenta)—. ¿Qué pasó con tu motocicleta?

Me cruzo de brazos. Mika se detiene frente a una luz roja, gira a verme y sonríe. Trago saliva recordando el día que le dije que Chase no me gusta y que jamás lo haría. Posiblemente, ya sabe todas las clases de cosas que Chase y yo hemos pasado, pues de otra forma, no me explico esa sonrisa caritativa y escalofriante que me ha dado.

—Me la han robado —respondo, apartando la vista de Mika—. Fui a tomar el autobús, pero el conductor no ha parado —explico en voz baja con la intención de que sus dos amigos no se enteren de nuestra conversación, aunque no parecen interesados en escucharla—. Allek se ofreció a llevarme con sus amigos.

¿Hay algún problema? Digo, apartando el hecho de que ustedes casi les propician estrellarse contra el parachoques.

Chase hace una mueca de desagrado y chasquea la lengua. Mira a Mika, quien ha vuelto a tomar el manubrio.

—Allek es un idiota. No vuelvas a juntarte con él —advierte con desdén, sin dar más explicación al tema—. Si quieres que te lleven a Jackson, entonces nosotros te llevamos.

Un «pff», particularmente salivado, se escapa de mis labios.

—No, gracias —deniego y me acomodo en el asiento—. Quiero seguir siendo una fantasma, si no te molesta.

—Mientras menos ojos de idiotas tengas encima, bien —comenta Chase, provocando que me sonroje de repente y sin razón alguna. Él se da cuenta de su efecto sobre mí y se ríe, pero aparto su rostro para que no me vea hacer el ridículo, como lo hago siempre en la mañana. Cuando vuelve a mirarme, lo hace de forma seria—. Pero va en serio, Michi, Allek es...

Rompiendo tus reglas ⚡️Versión antigua ⚡️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora