2.- Falsa esperanza

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- Hasuki, ¿Qué haces vestida así?

- ¿No te gusta Inuzuka? ¿No te gusta como me veo?

- Claro que me gusta, es imposible que no me guste, pero una señorita no puede estar vestida así.

- Hoy me vestí así para ti. Te he visto algo decaído y quería darte una sorpresa, quería vestirme para ti, quería ser tu regalo de consolación, quiero que me tengas.

En ese instante, el corazón de Inuzuka empezó a latir rápidamente de nuevo, como una onda eléctrica que le dio vida nuevamente, su corazón se aceleró a un ritmo inconmensurable. Sus pensamientos empezaron a nublarse, no sabía si era por el hecho de que Hasuki, su amiga de la infancia, a la cual siempre había visto de una forma admirable, fuerte y tenaz, haya entrado a su habitación en lencería negra provocativa diciendo ese tipo de palabras. No sabía que era, pero algo dentro de él empezaba a formarse y sabía que si no hacía algo pronto iba a desbordarse.

- Hasuki, por favor vete. Si continúas más tiempo aquí no podré contenerme.

- Inuzuka, no tienes porque contenerte. Soy tuya, tómame.

- ¡No! Esto no es bueno, no puedo hacerlo.

-  ¿Es porque no soy Persia?

- ¿Ah?

- Si fuera Persia, no te molestaría que me entregara a ti. Pero como no lo soy me rechazas, siempre ha sido así. Desde que empezaste a salir de lado has ignorado mis sentimientos ¡No tienes idea las veces que pensé que si tan solo fuera ella las cosas serían mejor!... Las veces que me comparé con ella, preguntándome qué era lo que la hacía diferente de mi, resignándome a ser siempre la segunda para ti.

- Hasuki, no es así...

- Por eso... aunque sea esta noche, déjame ser solo tuya... Romio.

En ese momento, la llama que estaba en el corazón de Inuzuka se encendió, la luz de la luna chocaba con el delicado rostro de Hasuki, resaltando todas aquellas facciones que la hacían ver hermosa, su cuerpo se veía más delicado que otros días, y sus lágrimas brillaban en la oscuridad.

- Hasuki... - Dijo Inuzuka acercándose para besarla, mientras la tomaba de la cadera y acariciaba su rostro.

- Inuzuka... - Mencionaba Hasuki cerrando los ojos para dejarse llevar por el momento.

En ese momento, sus almas se fusionaron, complementándose una a la otra. Hasuki e Inuzuka tuvieron relaciones esa noche, sin pensar en nada más que en el placer que sentía uno por el otro, sus mentes se llenaban de esa sensación que movió sus cuerpos toda la noche hasta el amanecer.

Al despertar la mañana siguiente, Inuzuka miró el cuerpo desnudo de Hasuki encima suyo, acurrucada como si fuera una niña inocente, recordó lo que pasó la noche anterior y sentía una felicidad inundada de culpa. Una parte de él estaba feliz de lo que pasó, mientras otra se cuestionaba si era correcto lo que hizo, al final de cuentas él no sentía nada por ella y lo que sucedió fue el resultado de un deseo carnal en conjunto a un sentimiento de pérdida, no sentía que aquello fuese lo correcto. Sin embargo, mientras más la miraba, más se convencía que tal vez ella era la persona que podría curar su corazón quebrado.

- Buenos días Hasuki.

- ¿Eh? Inuzuka... - balbuceaba mientras se frotaba los ojos para terminar de despertar. - ¡Inuzuka!

- Jejeje, ¿ya estás despierta?

- Eh, sí claro. Me había olvidado de lo que había pasado ayer, lo siento, me dejé llevar.

- No te preocupes, la verdad me gustó mucho, gracias por ayudarme, enserio.

- Bueno - decía en voz baja mientras trataba de ocultar su vergüenza- si te gustó podríamos hacerlo cuando quieras.

- ¿Enserio?

- Sí, es enserio.

- Lo tomaré en cuenta, mi linda cachorrita.

- ¿Eh? ¡No me digas así!

- Jajajaja, ¿no te gusta?

- Claro que sí, pero... Idiota

La cara avergonzada de Hasuki hacía sonreír a Inuzuka siempre que la veía, tan solo observar como lo miraba, jamás había visto una mirada llena de inocencia, amor y preocupación... o tal vez sí... Su mente no podía dejar de pensar en Persia, pero él quería avanzar con su vida, de todas formas, no podía estar siempre anclado al pasado.


Después de aquella noche, Hasuki e Inuzuka se volvieron cada vez más cercanos, empezaron a tener citas, tenían relaciones cada noche y cada uno se acercaba cada vez más y más

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Después de aquella noche, Hasuki e Inuzuka se volvieron cada vez más cercanos, empezaron a tener citas, tenían relaciones cada noche y cada uno se acercaba cada vez más y más. Un par de meses después decidieron hacer formal su relación y se convirtieron en novios. Todos los Perros Negros festejaban su noviazgo, después de todo, las dos personas más fuertes y con gran influencia de todo el dormitorio estaban saliendo, era como ver al héroe y la heroína juntos para derrotar a los Gatos Blancos, sentían que todo iba excelente y que a pesar de ese momento todo iría cuesta arriba.

Sin embargo, Inuzuka sentía que algo estaba mal. Sentía que su felicidad no era real, cada momento que pasaba con Hasuki era feliz, pero en lo profundo de su corazón sentía una molestia que no lo dejaba tranquilo, una espina que no lo dejaba ser feliz. Sin embargo, reprimía esos sentimientos y se convencía de que todo iba bien, de que era feliz y ya no tenía necesidad de seguir sufriendo.

Una mañana Inuzuka y Hasuki habían quedado en verse en el gimnasio, por lo que Inuzuka iba en camino cuando al pasar por el laberinto observó una silueta reconocible.

- ¿Persia? No, no puede ser, ¿acaso ella?

Sin pensarlo la siguió a escondidas hasta que llegó al centro del laberinto donde pudo escuchar una conversación.

- Hola, ¿llevas mucho tiempo esperando?

- No realmente, hace poco que llegué.

- Hmmm... Eso suena a la típica frase que le dice un chico a una chica para hacerla sentir bien.

- Hehehe, no es enserio, acabo de llegar hace unos minutos.

- Hmmm... Bueno, te creeré está vez.

- Muchas gracias por venir Persia.

- No es nada, después de todo quería liberarme un rato y caminar un poco.

- Imagino que sí, últimamente has estado algo distante y nerviosa, pero me alegra que aceptaras mi invitación.

- No es nada, ¿nos vamos Scott?

Próximo capítulo: Visiones bizarras

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Feliz cumpleaños PersiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora