4: Belleza

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La belleza puede ser una maldición, Auron siempre ha sido consiente de ello, sus memorias estaban llenas de recuerdos de como la gente solía decirle lo bello qué era, los halagos, regalos, poemas y cuanta cosa romántica a imaginar, fueron los detalles que tanto hombres como mujeres hicieron con tal de conquistar el corazón del hombre cuya belleza era imposible de superar en el mundo terrenal, era como una especie de competencia por ver quien era el merecedor del amor de aquella criatura tan maravillosa.

Fueron tiempos en los que Auron sentía Inseguridad consigo mismo ¿Cómo una persona tan hermosa puede sentirse inseguro? Sencillo, Auron era un hombre que ha pasado toda la vida escuchando qué era hermoso, pero solamente eso, nadie hablaba de su valor como ser humano y simplemente se enfocaban en lo físico, él pensaba que no tenía nada más interesante más allá de su belleza, pensaba que a todo el mundo le daba igual sus sentimientos o lo que podría ser capaz de ofrecer como ser humano.

Pocas veces pudo darle una oportunidad al amor y tras descubrir la trágica verdad de la maldición que acompañaba su belleza, terminó cambiando de enfoque a su vida, tomando un camino lleno de oscuridad.

Auron llegó a ser una persona hermosa pero con un corazón horrible, sus acciones causaron dolor a muchas personas, hizo uso de su belleza e inteligencia para dejar huella en la vida de muchos y en especial a una persona con la que actualmente tiene pésima relación. Hizo tantas cosas malas y su lista de pecados fueron haciéndose más y más extensa hasta que llegó al límite pues tuvo que enfrentarse a un castigo qué si bien no fue impuesto por los dioses, se sintió como si lo fuera.

Por una temporada su belleza había cambiado y fueron momentos en los que Auron no tenía idea de como actuar ante los cambios, además de tener que lidiar con el odio que sus acciones pasadas habían causado. Finalmente con el pasar del tiempo obtuvo una solución a su problema y regresó a su humanidad de nuevo... Sólo qué esta vez Auron se encontró con que su belleza había mejorado aún más, al parecer la persona que le maldijo comprendió qué la belleza para Auron era una carga qué pesaba más que la consciencia por sus acciones.

Es así que sólo entonces Auron aceptó qué debía cambiar nuevamente de rumbo, comenzó un largo proceso para reformarse y convertirse en una mejor persona. Fue bastante difícil considerando qué nadie creía en él para aquel entonces, no obstante fue con ayuda del padre Rubius qué pudo conseguir reformarse completamente.

El Auron actual era un chico alegre, más tranquilo y despreocupado de la vida, simplemente se dedicaba a disfrutar de aquellos pequeños placeres de la vida que su entorno podía ofrecerle. Eran tardes en las que recorría el bosque al qué nadie más parecía aventurarse a ingresar y descubrir los secretos qué el lugar podía ofrecer, plantas únicas, frutos de sabores nunca antes experimentados, animales en todos los tamaños y formas, y con ello había una gran tranquilidad en aquellas tierras.

El lugar simplemente se había convertido en su lugar favorito, durante el día se la pasaba en casa haciendo arreglos y de vez en cuando iba a la iglesia para cumplir con las recomendaciones del cura híbrido de oso, Auron estaba bastante contento con su vida actual en general... Salvo el detalle de Luzu.

«Por más que uno intente huir del pasado, tarde o temprano este regresará a pedir cuentas»

Luzu fue quizás la persona más importante para Auron, hubo un tiempo en que ambos eran cercanos, donde ambos mantenían sentimientos de afecto por el otro y eso estuvo muy bien... Hasta esos sentimientos de amistad se fueron transformando en algo más, Auron no pudo soportar la idea de Luzu por tenerle consigo, por hacerle su esposo, el pelinegro estaba maldito y el castaño se negaba a aceptar dicha idea, fue por eso que...

«El hombre de gran belleza se decidió por hacer trizas los sentimientos de aquel dulce castaño, pisotear cada uno de sus anhelos y dejarle en claro que jamás, jamás en todos los años que le quedasen de vida, podría pertenecerle, no podía estar con él, no podía y no quería estar con él»

El sol estaba en su punto más alto, el pelinegro caminaba por las calles del pueblo mientras sostenía una sombrilla la cual le protegía de los rayos del sol, sus pasos ligeros se detuvieron frente a un pequeñísimo edificio en el cual tenía una más que curiosa lona qué dejaba en claro la clase de servicios que se manejan en el lugar. Auron guardó su sombrilla e ingresó al establecimiento donde se encontró con el chico rata el cual saludó con un "holi" con aquella voz tan característica qué poseía.

— Imán ¿Qué tal?

— Bien, bien ¿Viniste por lo de siempre?

— ¿A qué otra cosa vendría a este sitio?

— Vale, es un diamante por el servicio

— Ya sé hombre

El pelinegro tomó asiento frente a la mesa del hombre rata, este tenía una mesa con una bola de cristal, si bien él negocio principal de la rata era el espiritismo, también servía como vidente y era a eso lo que venía el contrario. Un par de comentarios en broma más tarde, se pusieron manos a la obra, Auron sólo quería confirmar si su camino en la vida seguiría siendo el mismo.

— Aquí veo muerte — declaró Imantado sin apartar las manos de la bola de cristal

— Entiendo...

— A veces por más que uno trate, no se puede cambiar el destino o en este caso lo que eres

— No entiendo ¿Qué más debería hacer? Se supone que soy una mejor persona y aprendí de mis errores y aún así...

— La muerte siempre estará ligada a ti, a menos de que consigas la manera de cambiar el factor necesario —pronunció en un tono más serio

— Bien... Seguiré intentando — el pelinegro se levantó de su asiento, sacó el diamante y lo colocó sobre la mesa

— ¿Sabes? También veo algo más, veo amor

— ¿Amor?

— Si eso — regresó a su tono de voz infantil

— El amor siempre estará acompañando a la muerte, al menos en mi caso

— Lo sé, pero esto es diferente quizás, por algo resalta bastante

— Ya veo, nos vemos — el chico se mostró desinteresado y caminó para abrir la puerta

— Por cierto, ten cuidado con quien le entregas tu confianza, hay alguien que tiene oscuras intenciones contigo

Auron cerró la puerta del establecimiento al cruzar por ella, estaba un poco confundido por aquella última frase dicha por el vidente ¿A qué se refería con alguien de oscuras intenciones? Si lo pensaba a primeras, simplemente podía llegar a la conclusión de que se refería a Luzu, prácticamente era el único que actualmente tenía intenciones de dañarle, además de que ya de por si Auron no tenía ni la más mínima confianza en él.

Después de aquella visita al vidente, el chico siguió paseando por el pueblo en busca de conseguir algunas cosas que fueran necesarias en su hogar. Auron miraba un pequeño puesto de utensilios de cocina, tras elegir algunos y pagar por ellos, tuvo que esperar un poco por el cambio, el chico se movía en su mismo sitio mientras esperaba y al momento de mirar su mano la cual sostenía la sombrilla, se encontró con algo curioso y que extrañamente no había notado hasta ese momento.

Un anillo con una piedra roja brillante yacia puesto en su dedo anular, Auron no tenía idea de donde había salido tal joya, no recordaba haberla comprado antes, es más juraba qué ni siquiera el día anterior la tenía. El pelinegro salió de su pequeño trance de dudas al momento de que el encargado regresó con su cambio, Auron se marchó devuelta a casa ya con bastantes incógnitas, primero las palabras de su vidente y ahora el anillo misterioso, al menos por el momento no tenía intenciones de quitárselo pues no todos los días se encontraba con una joya tan bonita y mucho menos gratis.

«Lo que el chico no sabía era qué aquella joya era quizás lo que daría inicio a más problemas más adelante»

Continuará...

Inmundicia, misericordia, calamidad y belleza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora