11: Venganza

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El pelinegro se encontraba por las calles del pueblo, era día de comprar víveres y por ello era un día bastante aburrido, Auron trataba de mantenerse ocupado quizás para evitar pensar en aquella propuesta qué Reborn le había hecho la noche anterior, aquello de casarse sonaba a una total tontería, no podía casarse sin amor y si el amor era algo que no estaba destinado en su vida, entonces no había de otra más que aceptar la soledad.

El chico continuó caminando mientras mantenía un debate en su mente, fue en medio de eso que terminó por chocar contra una persona.

— ¡Ve por donde vas hijo de la gran put-

El hechicero volteó violentamente para encarar a la persona que le había golpeado, sin embargo sus palabras groseras se vieron inconclusas al notar qué se trataba de un chico bonito.

— ¡Discúlpame la vida! — Auron respondió en voz alta, estaba listo para ponerse a la defensiva si era necesario

— No, no discúlpame tú a mí — el extraño hechicero se retiró el sombrero ante aquel pelinegro — sé que somos desconocidos pero no me importaría dejar de serlo — comentó en un tono de coqueteo

— Olvídalo, estoy fuera de tu alcance — respondió Auron en una pose qué mostraba su vanidad

— Eso dices ahora lindura pero ya verás que no hay nadie mejor que el mismísimo hechicero supremo — el de gafas optó por inflar el pecho en una pose de orgullo

— ¿Hechicero supremo? ¿Qué coño es eso?

— Es la persona capaz de hacer uso de la magia más poderosa de todo el universo, el hombre capaz de atravesar realidades alternas y mantener el orden día con día ¡Yo protejo tú realidad! — declaró con bastante emoción

— Entonces... ¡¿Eres el culpable de que mi vida sea una mierda?!

— ¡¿Qué?! ¡No espera! — el castaño comenzó a mover las manos de un lado a otro tratando de explicarse

— Es broma, descuida

— Pues vaya broma de mierda ¿El humor lo tienes en el culo o qué?

— ¡Qué hombre tan grosero! ¿Con esa boca besas a tú madre?

— No, pero bien que me beso a la tuya — el hechicero estalló en carcajadas

— Qué asco de tipo, váyase al carajo — Auron se apartó del sujeto dispuesto a largarse

— No, espera ¿A donde vas? — dijo al sujetarle del brazo — sería un crimen dejar ir a una preciosura como tú así nada más

— No te entiendo, me insultas y después me halagas ¿Qué es lo quieres de mi?

— Conocerte, hermoso

— Pues no estoy seguro de si realmente quiero conocerte a ti

— ¿Y por qué no lo intentas? — sonrió y ofreció su mano en señal de saludo — empecemos por el nombre, yo soy Juan y para ti, el amor de tu vida

— Sigue soñando, yo soy Auron — correspondió el apretón de manos

Auron al final fue acompañado por aquel hombre hasta la residencia de este, si bien él pelinegro no sabía en que momento terminó cediendo a la petición de Juan, lo cierto era que al final no fue tan malo. El hogar de aquel sujeto disque hechicero, era un supuesto templo sagrado qué él mismo edificó en una zona bastante apartada del pueblo, razón por la cual nunca antes había visto aquella edificación.

El pelinegro yacia sentado sentado en las escaleras mientras escuchaba aquellos discursos acompañados de relatos místicos y totalmente fantasiosos qué Juan tenía preparado, historias qué definitivamente daban la pinta de ser más falsos qué la fealdad alguna en Auron, a pesar de ello el pelinegro no dudó en seguir prestando atención a aquel hombre que dejaba toda su energía en cada uno de esos relatos.

— ¿Cual es tu principal objetivo en estos momentos? — cuestionó Auron al frotar la madera de los escalones con las manos

— ¿Mi objetivo?

— Sí, me imagino que un gran hombre todopoderoso no vendría a este humilde pueblo habiendo tantas distintas opciones para tomar

— Eres muy observador y listo, es evidente qué no eres una simple cara bonita, me gusta eso

— La belleza es la menor de mis virtudes

— Si tú lo dices, bueno pues estás en lo cierto, no vine a estos territorios a pasar un día de campo o algo así

— ¿Por qué estás aquí entonces?

— Simple, venganza

— ¿Venganza?

— Estoy en una búsqueda constante, estoy tratando de encontrar a la persona que arruinó mi vida

— Ya veo ¿Crees qué está aquí?

— No estoy seguro pero no pierdo nada al intentarlo

— Bueno, construiste un templo en este lugar, si la persona que buscas no está aquí entonces habrás desperdiciado tiempo y esfuerzo al construir esto

— No es nada, en los últimos pueblos qué estuve también construí edificaciones y ahora tocó hacerlo aquí — respondió con orgullo

— Estás loco

— Los grandes genios fueron llamados locos en su día

— Al menos ellos hacían cosas de provecho

— Protejo nuestra realidad, eso no es poca cosa

— Cómo digas... Por cierto ¿Quien es la persona que buscas? Claro si se puede saber

— Se llamaba Rubí, o al menos eso me hizo creer... Yo me casé con una bella mujer, una osa la cual me enamoró y me juró qué estaría a mi lado por siempre ¡Pero esa puta al final me engañó! ¡No era una osa era un maldito oso! Él elaboró un plan para casarse conmigo y así poder quedarse con todo lo que tenía ¡Y yo caí en su plan como un perfecto imbécil! — el castaño apretó los puños, su ceño estaba más que marcado ante la ira qué le provocaba recordar todo aquello

— Vaya qué putada — respondió el pelinegro sin mostrar expresión alguna — debiste sentirte como un estúpido

— Por eso mismo deseo encontrarlo y hacerlo pagar por todo

— Pues suerte con eso — el pelinegro se levantó de los escalones

— ¿Te vas?

— Sí, tengo que irme a casa antes de la tarde

— Es una lástima, pero espero volver a verte pronto, hermoso

— ¿Quien sabe? A lo mejor nos encontramos en algún otro momento

— Bueno, eres bienvenido a mi templo cuando quieras

— Tal vez te tome la palabra Juan

El hombre de gafas acompañó a Auron hasta la entrada del templo, el tipo no se contuvo al mostrarse afectivo con el pelinegro al atreverse a despedirse de beso con él, Auron aunque un poco extrañado por la osadía de este, no buscó disgustarse y simplemente correspondió el acto.

Al final tendría que posponer su plan de comprar víveres, pues ya había gastado mucho tiempo en el hogar de aquel hechicero tan extraño, bueno tampoco es que la haya pasado mal en ese lugar, el tipo era raro pero no parecía una mala persona. Sin embargo ahora Auron tenía que ir a casa, pues se suponía qué Luzu vendría a verle.

Auron temía sobre lo que sucedería estando los dos a solas, no obstante no tenía otra alternativa más que recibirle, el collar qué le había robado era muy importante así que debía tenerlo devuelta, incluso si eso significaba tener que enfrentar a su antiguo amor nuevamente. Seguramente Luzu quería intentar algo más íntimo y más probable todavía era qué el pelinegro se dejara hacer, lo sabía perfectamente, sabía que en el fondo aún tenía sentimientos por aquel hombre, unos sentimientos los cuales deberían estar muertos.

Continuará...

Inmundicia, misericordia, calamidad y belleza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora