Capitulo tres

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Mentiría si digo que los nervios no me están matando, también soltaría falacias si dijera, que me he arreglado muy poco para ir a los bolos. No es mi caso, exageradamente arreglada tampoco es que vaya, pero si guapa. Decidí usar una falda larga con estampado de leopardo, lleva una pequeña abertura en la rodilla, junto a un top corto negro lo acompaño con una chaqueta de cuero, porque ya refresca bastante por la noche.

Son pasadas las seis y cincuenta cuando suena el timbre, el corazón se me pone a mil. ¿Nerviosa?, si y si. Al abrir la puerta me encuentro aun sonriente Ivar que me mira de abajo hacia arriba, veo como muerde su labio. Lleva unos pantalones negros de pitillo rotos, botas y camiseta negra junto a una chaqueta de cuero. Bendito sean los dioses por haber creado esa obra de arte. Tras varios segundos mirándonos como idiotas decide dar el primer paso.

— Vas a seguir mirándome embobada o nos vamos ya.—. Pongo los ojos en blanco, entro en el piso para coger mis cosas y una vez lista salgo.

—No me agobies con tanta amabilidad, querido me dan nauseas. Por cierto, ¿Quién te ha abierto la puerta del portal?.

—. Una tal Ashley que vive en el cuarto, grandes tributos tienen ¿lo sabias?, se mostró muy amable.

Ashley es la vecina del cuarto, pelirroja, grandes tetas y glúteos de ahí a que Ivar haga referencia a sus grandes tributos. Mi querida vecina se tira a todo lo que puede y más. No la juzgo ni culpo, esta buena lo sabe y se aprovecha de eso lo que no me hace mucha gracia es que coquetee con Ivar, pero eso a mí se supone que no me debe de importar.

—. Si, una gran vecina....— . Suelto con ironía

—¿Celosa?, por cierto, te ves hermosa— se acerca y deja un casto beso en la comisura de la boca.

—No estoy celosa ¿Por qué debería de estarlo? Intento disimular como me afecta su acercamiento, incapaz de mirarlo a los ojos, continúo andando.

—. ¿Y la moto?

—. No la he traído, es mejor ir en coche, por si no lo has notado— dice señalando el cielo. — hasta hace un momento estuvo lloviendo.

Su coche es un 4x4 negro, ancho y con las ruedas considerablemente grandes. Lo observo con detenimiento, a decir verdad no tengo ni idea de que marca es, menuda ignorante soy.

Nos subimos al coche y conduce de camino a los bolos, de reojo lo voy mirando, este también me mira porque nuestras miradas se cruzan en varias ocasiones, hasta ahora ninguno de los dos emite palabra alguna pero el silencio no es para nada incomodo. Disfrutamos al escuchar la música de fondo, me pongo a tara rarearla sin vergüenza alguna.

—. ¿Cuántos años tienes? Me acabo de dar cuenta que voy subida en el coche con un completo desconocido del cual no se ni su edad. Podrías ser un loco y estoy aquí contigo.

—Leah... te parezco un loco ¿eh?

—Solo cuando cambias de humor tan rápido. Ahí si pareces un loco, no te escaquees de mi pregunta vamos ¿Cuántos años tienes?, Tan viejo eres que no me los quieres decir.— lo escucho soltar una carcajada, eso se convierte en música para mis oídos. Veintitrés me suelta sin mas.

—tranquilo Ivar, no te atores al preguntar, tengo diecinueve.

—ya lo sabia Charlotte me lo dijo

—¿vas preguntado a mi amiga por mí? No te tomaba por uno de esos chicos.— Suspira y me ignora. Cada día mas educado pienso.

Ya hemos llegado a los bolos, pasamos dentro, cogemos el calzado y nos encaminamos a la mesa del fondo, pista nueve nos había indicado el chico.

Veo algunas caras conocidas otras no tanto, intento ver donde esta Char pero no la veo a Matt tampoco.

efecto mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora