CAPÍTULO III

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MAYIM fue creada con un propósito en específico. Es la inteligencia artificial más potente que ha existido a lo largo de nuestra historia. Su vasto conocimiento se debe a toda la información que ha recaudado en los veinte años que en ella se ha conferido el control de nuestro mundo.
Se le designó con el pronombre de "ella" por el hecho que desde la antigüedad, la feminidad ha sido sinónimo de resiliencia, fortaleza y confianza en sus propias capacidades. La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre y eso es algo que hace a una mujer tan llamativa.
Durante toda nuestra historia la feminidad ha sido tema de interés, y no es para extrañarse, es la razón por la cual nuestra vida es posible. Es el clímax de la perfección y por tal motivo a MAYIM se le cataloga como la perfección absoluta.

Este es un mundo donde la mujer es considerada "perfección". Pero también es un mundo donde la mujer ha desaparecido en su mayoría de este planeta.
Se preguntarán ¿Qué es lo que ocurrió para que sucediera esto?, y pues no es raro que sea la segunda razón por la cual todo nos sale mal. "Vanagloria" vanagloriarse así mismo siempre ha sido y será nuestro mayor problema. Las mujeres se tomaron tan enserio este papel, se convirtieron en seres déspotas de un mundo que los admiraba y poco a poco eso conllevó a que se apartaran de todos los demás. Poco a poco la feminidad iba desapareciendo, la natalidad disminuyendo y con ello la civilización en sí.

El 65% de las mujeres decidieron morir lejos, fuera de la libertad real y vivir un libertinaje que creyeron, era la decisión correcta. Una libertad que solo les duraría unas cuantas décadas. Una libertad falsa.
Mientras tanto el 35% restante es la minoría de mujeres que piensan que aquella revolución no conlleva a nada bueno, si no a nuestra propia extinción. En estos tiempos ver a una mujer de por sí es difícil, juntarse con una es aún más complicado.

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《 ¡Adriel! 》 Desde lejos se escuchaba una voz susurrante que parecía ser la de mi hermano.

—"¡Adriel!"

—¡ah! —respondí con un tono quejoso por culpa del sueño que traía.

—¡Adriel!, ¡Despierta!

Sin que me diera cuenta entro en mi habitación y con una voz tranquila me dijo:
—Adriel, hermanito despierta, que llegaremos tarde a verificar todo antes del evento de MAYIM.

—¡ahhhhh! —yo seguía quejándome, desde mi aposento envuelto en esas deliciosas sábanas de lino—. ¡Ya voy!

Trataba de abrir mis ojos, pero la fuerza de voluntad era débil. Cuando por fin decidí levantarme fui directo a la cocina me senté y esperé a que Andreu me preparara mi desayuno, yo podría habérmelo preparado, pero Andreu es mejor cocinero que yo así que todos los días él lo prepara. La verdad no me quejo, le salen muy ricos que quisiera comer todo el día. Andreu siempre fue así conmigo, tan amable, tan cariñoso, me siento tan bien a su lado que se me haría eterno no fastidiarlo cada cinco minutos. El me cuida mucho, cuando yo lo necesito él ahí está, cuando me siento mal él ahí está. Aunque desearía hacer algo por él, poder ayudarlo de cualquier forma, agradecerle por todo lo que él ha hecho por mí, pero no muestra debilidad en absolutamente nada de lo que hace. Sus ojos azules se mantienen firmes he invictos tan seguros de sí, que no me dejan apreciar a un Andreu desanimado.

Terminamos de desayunar y nos dirigimos hacia nuestro trabajo. Hicimos literalmente, lo mismo de siempre; revisamos que no haya cables sueltos, nos cercioramos que el voltaje del centro de control estuviere en excelentes condiciones, inspeccionamos los equipos de la máquina para que estén en buen funcionamiento, limpiamos los equipos y los lubricamos, comprobamos la energía utilizada en la calefacción y refrigeración de los sistemas, reparamos los equipos rotos o si el caso era severo los sustituimos por otros nuevos, nos encargamos del mantenimiento de todos los equipos de manera eficiente.
Pero hoy era diferente, todo tenía que estar listo para la hora doceava del día y la presión era mucha. Nos apresuramos lo más que pudimos para que MAYIM estuviera a la mejor capacidad y no llegué a arrojar resultados erróneos. Sudamos algo que no es inusual en nuestro trabajo e incluso hubo heridos. Todos nos esforzamos para poder escuchar el veredicto final. Fue un día muy agotador para nosotros, pero valía la pena esforzarse. Nuestras vidas dependían de esa respuesta.

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