Ya no tenía más que perder. La idea de morir, ya no me representaba un problema si no más bien una solución.
¿Pero por qué cuando estuve al filo de ella, suplicaba por vivir?En ese momento me di cuenta de algo, si moría no quería hacerlo como el cobarde que hasta ahora he sido.
A dos mil kilómetros de mi destino, a casi 20 horas de trayecto, decidí impartir mi viaje para empezar lo que sería nuestro contraataque.
Tomé una nave y seguí mi rumbo hasta que llegué a Wondath.
Y como lo supuse, miles de naves se hallaban estacionadas en la entrada de la ciudad, eran tantas que hacían imposible el paso por ella si no es a pie. Me baje de la nave, dejándola estacionada a unos metros de la entrada, el hecho de que solo se encuentren las naves en caravana daba mucho que pensar, y solo esperaba que la peor de ellas no me este esperando en algún rincón de este lugar.Caminé por toda la villa, por suelos rústicos, mirando en cada dirección sosteniendo entre mis manos aquella arma que había aniquilado a centenares de nosotros. Tenía miedo de lo que me encontraría, a duras penas pude sobrevivir a un evento que atentaba con mi vida
Seguí caminando unos cincuenta metros más y llegué a un vecindario de la ciudad el cual él silencio era en extremo, recuerdo que antaño a lo sucedido este lugar siempre se encontraba con vida y muy concurrida. Pero por ahora lo único que se lograba escuchar era el zumbido de algunos insectos que merodeaban por la ciudad.
《 Todo está desértico.》Mientras observa cada una de las edificaciones vacías, una puerta se abrió, percibí el rostro de un niño que se asomaba. Al alzar su mirada y verme su reacción no fue tanto de asombro, más bien de temor, por un rato los dos nos quedamos paralizados sin saber el porque, y antes que dijera una sola palabra, el chico cerró, dejándome con las palabras retenidas entre los dientes.
—¡Oye! ¡Espera!
Desde el interior de la casa se escuchó un ruido, el niño entreabrió la puerta y en eso un hombre, alto y fornido salió del interior y con un poco de inquietud clavó su mirada sobre mí. Al observarme, en su rostro brotó un gesto de felicidad, una felicidad que solo se obtiene al ver a alguien cercano a uno mismo, en sus ojos se apreciaba la delicada caída de unas pequeñas lágrimas que surgieron como si clamaran por libertad, era Lukas uno de los mejores amigos de mi hermano.
— ¿Adriel?, ¡Que bueno que te encuentras bien! — me dijo con un alivio en los ojos mientras posaba sus manos sobre mis hombros.
— ¡Digo lo mismo Lukas! Me da un gusto volver a verte.
— Necesitaba ver de nuevo un rostro viejo — dijo volteando a ver en el exterior—. ¿Y Andreu?
Al mencionar a mi hermano, la tristeza que había reprimido por todo lo que estaba aconteciendo resurgió dentro de mi. No sabía ni por dónde empezar,quería llorar, quería contarle todo lo que pasamos a Lukas, pero las palabras no lograban salir de mi.
— No sé — respondí con un dolor desgarrador que me removía el alma—.
— Entra Adriel, y me platicas que sucedió.
Entré a aquel lugar guiado por Lukas y el niño a mi lado sin decir ni una sola palabra. Durante un buen rato, Lukas me mostró cada rincón del lugar, a lo que él bautizó como "su humilde resguardo".
— ¡Adriel!— me dijo Lukas con esa sonrisa tan pronunciada en su rostro—. Cuéntame, que ha sido de tí, y sobre todo — palmeando mi hombro—. Qué ha sido de Andreu, tú hermano.
Al decir eso, mi espíritu me traicionó, tanto que las lágrimas ya no pudieron seguir conteniendose. En ese instante solté en un llanto tan amargo que Lukas quedó perplejo.
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Las Crónicas Linux
Random"Nosotros decidimos como vivir nuestra vida" esa es la forma en la que muchos pensamos. Un razonamiento establecido por nuestra mentalidad inepta. Nuestra existencia es el fruto del cambio, pero todo lo que se origina de un cambio, tiene una consecu...