CAPÍTULO VI

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Desplomado en el pavimento de la plaza principal, me encontraba admirando el gafete de mi hermano. Con los ojos rojos, a nada de soltar en llanto, miré el último recuerdo de aquel ser que me había acompañado por más de 20 años.

Ante tal hecho, la resiliencia que me quedaba se esfumó. Ya no tenía ganas de seguir viviendo.

—¡MATENME!, ¿QUÉ ESPERAN? —exclamé como si no le temiera a las consecuencias —. ¡MATENME!

El dolor era mucho, esta vez las palabras no salían de mis absurdos pensamientos, si no de mi afligido corazón. Aquellas palabras los
grite a los cuatro vientos UNA, Y OTRA, Y OTRA, Y OTRA VEZ.

—¡MATENME!

— ¡MATENME!

—¡MATENME!

El recuerdo vacío de las palabras de unos amigos de avanzada edad se hizo presente, 《 Adriel, ten cuidado con lo que uno profesa hacia uno mismo.》 Me pareció en ese  momento absurdo que las cosas sucedieran solo con mencionarlo. Pero, justo en estos instantes, por razones extrañas, aquello que confirmé con mis labios sucedió.

Alcé repentinamente la vista y ahí lo ví. Era uno de ellos, buscando si entre aquellos cadáveres pulverizados se hallaba algún sobreviviente al que se les haya escapado.

Lo que tanto clamé estaba justo enfrente de mí. Y aquel coraje con las que pronuncié esas palabras se habían escondido detrás del niño pequeño que se estaba muriendo de miedo al pensar en la idea de morir.
Yo seguía observando, entre el miedo y la agitación. A pesar de no conocernos en lo absoluto, tenía algo peculiar a mi, ha pesar de ser diferentes en muchos sentidos, su sigilo al caminar, cómo sostenía el arma entre sus brazos y su estructura fisiológica, era muy semejante a nosotros, con una diferencia muy notoria, su tamaño no superior a cinco codos de altura .
Aquella criatura aterradoramente pequeña, volteó a mirar hacia donde me encontraba. Yo al instante de percatarme de aquello me tiré en el suelo hato de cenizas. Mis ojos deseaban llorar, se escuchaba como el ser se acercaba cada vez más, los pasos de aquellas botas retumbando por la plaza yacían cada vez más cerca de donde me encontraba.

Tenía miedo, tenía seis stoyers a mi alcance y ni siquiera podia sostener con firmeza uno y usarlo para protegerme. Era una total locura. 《 Al momento que me levanté me disparará.》No tenía el valor de hacerlo, no podría.

Los pasos cada vez estaban más cerca. Una luz verde chocaba en mi rostro, mi corazón latía descontroladamente.
《¡Auxilio!"》《"!No quiero morir!"》

El ser posó a un costado mío. Yo trataba de no moverme en lo más mínimo. Escuchaba su respiración algo agitada detrás de mí, se escuchaba el sonido del arma como motor calentando. El ser descaradamente me pateó por el costado de mi abdomen, traté de no reaccionar ante aquello, me mantuve inmóvil. Pero al parecer él se percató de algo, algo de la cuál yo no lo pude hacer, algo que le impulsó a recargar el arma y apuntar hacia mí cabeza. El sonido del arma fue aumentando de decibel, cada vez más agudo y estrepitoso que el anterior. Mi hora había llegado, y yo no estaba listo para aquello.

El ser tomó su arma, lo recargó sobre mi cabeza, y exclamó en un idioma extraño. Al instante actúe con valor, sostuve con fuerza los seis stoyers y con un movimiento de brazos logré apartar su arma lejos de mi cabeza. Me levanté en seguida y sostuve su brazo izquierdo con mi mano derecha y con el izquierdo la otra mano que sostenía el arma. Al momento que aquel quiso reaccionar ya había logrado arrebatar su arma y lanzarla lejos de él. Ahora se sentía la diferencia, los dos a manos limpias debatiendo nuestro derecho de vivir.
Aquel ser reflejaba un aura de temor, a cada rato volteaba a ver el arma que estaba tumbada a un extremo de la plaza. Aunque era muy ágil, no afectaba en nada en que yo tratara de obstruir sus intentos. Al darse cuenta de los esfuerzos inútiles que intentaba hacer para alcanzar su arma, aquel se abalanzó hacia mi, lanzó un golpe hacia el costado de mi abdomen, yo sentido aún por la patada trate de soportarlo y reaccioné con otro golpe el cual él logró esquivarlo y prosiguió pegando la parte central de mi abdomen.

Las Crónicas LinuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora