Nunca importaba a donde fuera, si estaba en la escuela o solo sentada en una banca de la calle, la gente la miraba mal, le tiraban miradas de odio e incluso la insultaban.
Siempre había causado envidia y odio en otros.
—Soy Malee. Es un placer ser su compañera —sonrió tímidamente mientras jugaba con sus deditos.
Pronto toda la clase le dio una cálida bienvenida en coro y ella finalmente se sentó en un lugar vacío.
Nueva escuela, nueva personas a quienes atormentar, nuevas personas a quienes causarles envidia, celos y odio.
Al principio hizo lo mismo de siempre, relacionarse con sus compañeros y una que otra persona de una clase diferente, hacerse su amiga y ser amable y leal, al menos hasta que pasara un tiempo ligeramente largo.
—Hola —dijo un chico, sentándose frente a ella, la cual estaba sola en la azotea mientras leía un libro y comía unas galletas.
Lo reconoció al instante, era Somchai, el más popular y lindo de la escuela.
—Hola —dijo suavemente mientras lo volteaba a ver— ¿Quién eres? —pregunto de manera inocente.
—Oh, debí presentarme primero —se río nervioso— soy Somchai —estiro su mano y ella la estrechó— eres muy hermosa —habló él tímidamente.
La verdad no creía que fuera así, como siempre, los chicos populares y lindos se creían lo mejor, pero, Somchai parecía ser más tímido que ella a los tres años.
—Gracias —sonrió ligeramente.
De este modo empezaron a hablar y terminaron formando una larga conversación, tan larga que se pasaron de la hora de clase, motivo por el cual caminaban con pasos apresurados por los pasillos de la escuela.
Somchai la dejo en la puerta de su salón, disculpándose con el maestro en su nombre, recibiendo toda la culpa y el mínimo regañó que el mayor le dio.
Cuando Malee se sentó, todos a su alrededor murmuraron cosas, hablando de ella como si fuera una zorra, no le importo y se concentro en lo suyo.
Al final de la clase el profesor fue el primero en evacuar el aula como siempre, sus compañeros salieron, quedándose ella y otras dos chicas en el salón.
—¿Qué te quedaste haciendo con Somchai? —dijo una con evidente rabia.
—¿Hmm? —terminó de guardar sus cosas y se levanto.
—No te hagas la desentendida, perra —le dio una cachetada.
Malee quería reírse, claro que no era la primera vez que sucedía algo como eso.
—¿Quieres saber que me quede haciendo con él? —sonrió— follamos, follamos tan fuerte. Ah~, ah~. ¿No te sientes celosa, cariño?
—Maldita perra —le dio otra cachetada, pero Malee no hizo más que reírse e irse.
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—Por favor, no sigas con esto —Somchai se puso de rodillas, llorando.
—¿Y que si quiero seguir? —se atrevió a preguntar. No sabía como él se había enterado de su secreto, pero eso era algo muy malo.
—Por favor, no... —las lagrimas del chico se hacían más constantes, estaba en un estado completamente lamentable que la hacía sentir mal.
Conocía bien el por qué de su propia actitud. Se había enamorado. Y eso era algo indebido, nunca una persona con poderes demoníacos podía enamorarse de alguien ya que esto era como su perdición.
—Lamento decepcionarte, pero no me detendré.
—¿Por qué haces esto...? nadie te ha hecho nada... —él bajó la mirada en espera de alguna respuesta pero no obtuvo ninguna.
Malee estuvo por abandonar el lugar, sin embargo, antes de que pudiera bajar por las escaleras de la azotea, vio a Somchai el borde de esta.
—Si sigues con esto, ¡me suicidare! —puso su pie izquierdo en el aire.
—Hazlo —sintió un nudo en la garganta, una punzada en el corazón y el aire parecía faltar de más.
Sin poder creerlo vio como Somchai se tiró, quedando más que espantada.
Nunca pensó que ese día se convertiría en su perdición.
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Malee.
Todo se vuelve gris.
Destruiré mis fantasías y escaparé antes que el veneno siga extendiéndose.
Tengo que alejarme.
Sal de mi mente.
No puedo controlarme.
Siento temor por mí misma.
¿Estoy loca o estoy soñando despierta?
Ahora no puedo escapar.
El mismo día se repite y estoy perdiendo mis sentidos.
Las pesadillas vienen a verme.
Hacen que me vuelva loca.
Un monstruo vive dentro de mí.
Solo en la oscuridad.
Tampoco pensé que esa noche en el puente encontraría a mi otra perdición.
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Queridos lectores curiosos y amantes de las historias emocionantes.
Es hora de decir adiós y cerrar este capítulo que, como todos los demás, llega a su fin. ¿Quién habría pensado que llegaríamos tan lejos juntos? Hemos compartido momentos llenos de intrigas, pasiones ocultas y secretos revelados.
Pero mientras estas líneas se despiden, recuerden que las verdaderas historias continúan esperando ser exploradas en los libros que aún no han abierto. Que sus días estén llenos de romance, aventuras y giros inesperados dignos de contar.
