VI.- Perderme en su mirada

28 6 0
                                    

Los días pasaron más de prisa que de costumbre después de mandar esa carta y sin darse cuenta ya era tiempo de volver a casa.

Lisa estaba feliz por todo lo vivido en el viaje, pero más feliz estaba por volver a ver a sus amigas, claro que en especial a Jennie.

Así que en cuanto piso el suelo que la vio nacer, aún sin bajar su equipaje y sin ponerse nada más cómodo, y aún con todo el cansancio que le dejó el camino, corrió, corrió desesperadamente al encuentro de Jennie, si, primero fue a ver a Jennie, aún cuando la casa de Rosé solo quedaba a dos calles de la suya.

Llevaba en sus manos una caja grande de regalo y nerviosismo por que Jennie jamás contestó a su última carta, esa que le había escrito para su cumpleaños y en la que había plasmado muchas de las cosas que Jennie le hacía sentir.

Llegó a la casa de los Kim y tocó a la puerta, nadie salió, así que después de un minuto decidió volver a tocar.

De lo que ella no se percató es que Jennie la había visto desde la ventana de la segunda planta y gritó a su familia que ella se encargaría de abrir pues era Lisa.

Afuera Lisa estaba haciéndose ya mil historias de cómo Jennie de alguna forma se había ofendido por lo que le había escrito, y jamás querría volverla a ver, pues la única verdad es que aún que moría por mirar a Jennie, tenía mucho miedo a cómo pudo tomar las palabras que le había escrito en su carta.

Estaba con la mirada en el suelo y a punto de darse media vuelta para volver a su casa, cuando escucho primero como se abría la puerta, para después escuchar un fuerte: "¡LILI!" a la vez que los brazos de Jennie se enredaban en su cuello.

Ella como pudo la apretó contra si misma, y escondió su cabeza en el cuello de Jennie, para aspirar su olor, ese olor que tanto había extrañado, que tanto la había hecho querer volver a ese pequeño pueblo perdido del mundo.

Y sin saber cómo o por qué, empezó a sollozar bajito, lo único que sabía es que no era por algún mal sentimiento, era más bien por que estaba inmensamente feliz de volver a estar en su hogar, por que su hogar aún cuando no lo podía decir en voz alta, era Jennie... ¿pero qué demonios? Que cosas estaba pensando, por que estaba teniendo esos pensamientos, por que estaba actuando de esa manera, por qué no podía dejar de llorar aún cuando Jennie, la separo de su cuerpo para secar sus lágrimas con sus pulgares y mirarla intensa y dulcemente.

Lisa quería decirle tantas cosas, para empezar cuánto es que la había extrañado, pero no pudo, no salió palabra alguna de su boca, y en vez de eso no paraban de bajar lágrima tras lágrima, lo único que podía hacer es mirar los ojos de Jennie, pues era lo único que quería y podía hacer en ese momento, perderse en su mirada.

Lo único que pudo hacer fue extender sus brazos para ofrecerle a Jennie la caja de regalo, quería decirle por lo menos que se lo había traído con mucho amor, sin embargo su labio inferior temblaba tal cual el de un bebé llorando.

Jennie lo tomó y preguntó, — ¿Para mi?.— A lo que por fin Lisa pudo contestar afirmativamente.

Jennie sonrió infinitamente entonces, y volvió a abrazar muy fuerte a Lisa.

Lisa por su parte de haber sido posible, jamás se habría separado de ella, pues se sentía tan bien volver a rodearse de su calor reconfortante.

Cuando se separaron Lisa le dijo bruscamente a Jennie, — Por favor ábrelo ahora que me vaya, es algo que si quieres y te gusta puedes traer a mi fiesta de cumpleaños, por que obviamente estás invitada, sabes que es en unos días y quiero que estés ahí, en primera fila. Y pues bueno, me tengo que ir, por que entre más me tarde, mayor será el regaño, ya que solo corrí hacia acá sin siquiera bajar mi equipaje.— Lisa sonrió ampliamente y se iba a dar la vuelta, cuando Jennie la tomó por la mano, y le dijo, — Espera, también tengo algo para ti.— Sacando de entre su ropa lo que aparentemente era una carta, y continuó. — Está es la contestación a mi carta de cumpleaños, solo que no la envíe, por qué tuve miedo que no alcanzara a llegar a su destino antes de que tú regresaras, así que decidí conservarla y dártela personalmente, solo no la leas ahora, léela en tu casa cuando estés en tu cuarto sola, ya que me daría pena que por ejemplo Jisoo supiera de su contenido.— Lisa sonrió entonces con más intensidad, marcando profundamente su hermosa sonrisa, y ahora si se marchó.
Camino cuesta arriba para llegar a su casa, donde una enfadada Rosé ya la esperaba en la puerta.

Rosé la miró con reproche teniendo los brazos cruzados, por la espera.

Y lo primero que le dijo fue, — Muy bien Lisa, me enteré que llegaste y lo primero que hice fue querer venir a verte pero resulta que cuando llegué, dos minutos después de tu regreso, tú ya no estabas, y ni te pregunto donde fuiste, pues sé perfectamente que fuiste a donde Jennie, lo cual me parece una ofensa, ya que ni siquiera tengo el privilegio de que pienses en ir a visitarme primero a mi aún que viva el tan cerca. Veo que de nada a servido estar a tu lado desde bebé ayudándote con los malévolos planes que llevábamos a cabo cada día.— Terminando su discurso, Rosé puchereo como solo ella sabe hacerlo.

A lo que Lisa solo río y se tiro a sus brazos diciéndole, — No seas celosa Rosie, si tú sabes que te amo y que mi corazón siempre te a pertenecido y te pertenecerá a ti.— Le beso la mejilla y la arrastro adentro a donde estaba su equipaje para sacar una caja de los chocolates preferidos de Rosé y una blusa que sabía le encantaría.

Con esto la compro y Rosé volvió a ser la misma de siempre, rieron y se abrazaron, además de que se dijeron cuánto es que se habían extrañado.

Lisa en medio de todo aquel drama se dio cuenta que con Rosé, no le costaba expresarse, no le costaba incluso decirle que la amaba, no le costaba abrazarla ni tomarla de la mano, con ella todo era simple, y se preguntó entonces, ¿por que con Jennie no podía ser así?, ¿Por que cuando siquiera rozaba la piel de Jennie, sentía una revolución tanto en su estómago como en su cabeza?, ¿Por que todo era difícil y simple a la vez? Difícil pues no lograba decirle todo lo que quería mirándola a los ojos, y fácil por que con ella se sentía tan bien, tan en paz, tan libre y tan cercana, simple por que con Jennie su mirada hablaba aún cuando ni siquiera le diera permiso, tan simple por que con ella la vida era extraordinariamente más bella y feliz.

Lisa no entendía muchas cosas, pero ese día se prometió que intentaría junto a Jennie darle sentido a cada cosa, a cada acción, a cada palabra.

120 AÑOS (JENLISA) *ADAPTACION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora