VIII.- Del cielo al infierno en un segundo

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Los próximos días fueron muy ajetreados tanto para Jennie como para Lisa, tanto así que no tuvieron oportunidad de verse, ya que Lisa estaba haciendo junto con su familia los preparativos para su cumpleaños, y Jennie por su parte también estaba organizando junto con su respectiva familia un pequeño viaje, así que se miraron hasta que llegó el día del cumpleaños de Lili, aún cuando realmente Lisa moría por ir al encuentro de Jennie, debido a que la carta había llegado muy profundo en su corazón.

Sin embargo como tampoco Jennie fue a buscarla, Lisa supuso que Jennie estaría muy ocupada, o tal vez sentía pena por todo lo que había escrito en aquella carta, por cualquiera de las dos opciones Lisa decidió no ir a buscarla, no quería presionarla de ninguna manera.

Sabía que en su fiesta de cumpleaños la tenía que ver y entonces podrían hablar por fin, y realmente solo faltaban unos cuantos días.

Y así fue, el cumpleaños de Lisa llegó, todo estaba dispuesto, para que una gran fiesta diera lugar en la casa de los Manobal, la mayoría de los invitados ya estaban tomando sus lugares para iniciar la comida, entre ellos Rosé y su familia, que era muy cercana a la familia Manobal.

Sin embargo los ojos de Lisa no dejaban de dar pequeños vistazos a la puerta de entrada, pues su invitada más especial aún no había hecho acto de presencia.

Cuando de pronto, frente a la mirada de todos, apareció la jovencita más hermosa del lugar, ni más ni menos, Jennie Kim.

Todas las miradas se posaron sobre ella, se miraba tan hermosa, tan elegante, tan angelical.

Todos quedaron sorprendidos ante tal despliegue de belleza, pero especialmente Lalisa Manobal, que sin darse cuenta estaba boquiabierta ante lo perfecta que se miraba Jennie con aquel vestido que había escogido con tanto cariño para ella.

Rosé se dio cuenta de esto y burlonamente le dijo a Lisa, — Oye tú, cierra la boca.— Soltando una sonora carcajada, a lo que Lisa solo asintió avergonzada.

Jennie fue directo hacia ella con una hermosa y tierna sonrisa llena de dulzura, y abrazo a Lisa, fundiéndose sus cuerpos con tal perfección que parecían haber sido diseñados para abrazarse el uno al otro eternamente.

Al soltarse Jennie y Lisa se dieron una gran sonrisa y sin pensarlo se tomaron de las manos, mirándose por unos segundos a los ojos, no se dijeron ni media palabra pero sus miradas desbordaban una inmensa alegría por volverse a ver, a abrazar, a sentir.

Por un minuto se quedaron flotando en su propia nube, donde nadie más podía entrar.

Jennie hubiese querido decirle a Lisa que la había extrañado demasiado mientras estuvo de viaje, que nada era igual sin ella, que aquella primavera no había sido igual sin Lisa haciendo una corona de flores para ella, que mirar como el río bajaba de la montaña con el agua un tanto más cálida no se había disfrutado tanto, como cuando Lisa se metía para salpícarlas a ella y a Rosé, que correr en los prados sin su mano sosteniendo la suya no había sido ni la mitad de perfecto, pero callo, callo y mejor se dedicó a mirarla para llenar sus ojos de ella.

Por su parte Lisa quería decirle que como le dijo en su carta, le hubiese gustado que la acompañara en su viaje, que desde que leyó su carta tenía unas inmensas ganas de abrazarla, que desde ese día las noches se le hacen largas, que pasaba las tardes suspirando por la ansiedad que le provocaba no saber qué pasaría después de leer su carta, y también por qué quería ir a buscarla, pero nunca tuvo el suficiente valor.

En eso estaban cuando llegó Rosé para romper la burbuja, colgándose del cuello de ambas, abrazándolas fuerte y diciendo, — ¡Por fin juntas de nuevo, las tres mosqueteras!.— Todas rieron y dijeron al unísono, — ¡Todas para una y una para todas!.—

120 AÑOS (JENLISA) *ADAPTACION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora