𝐒𝐢𝐫 𝐀𝐭𝐞𝐨 & 𝐒𝐢𝐧 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫

En el pasado...

—Y bien, señor, díganos, ¿por qué está aquí?

Me obligaban a decir, mientras me colocaban sobre la guillotina. Esos seres estaban por destruir a su mayor rebelde; conducir el ateísmo y una de las rebeliones más alarmantes para la iglesia me habría llevado a mi apresurada muerte.

—Por desobedecer las órdenes de Dios —firmemente recalcaba sin vergüenza o temor alguno.
—¿Estáis arrepentido? —sonaba un tipo de la vieja inquisición.

Respiré y pensé muy bien lo que diría. Si afirmaba me perdonarían y tendría que adoctrinarme a sus creencias, pero si no lo hacía, mi muerte era segura y la revolución en contra de la deidad que más pasta manejaba, empezaría. Entonces, ahí estaba mi respuesta... ¡No iba a dejar perder todo mi trabajo! «¡No, señor!» ¡Mi familia merecía justicia!

—Te he preguntado, ¿estáis arrepentido? —insistía sin piedad aquel viejo matón, puesto que él también ya conocía mi respuesta, pero debía seguir el aburrido protocolo de las preguntas antes de gozar con las consecuencias de mi destino.

Exhalé resignado, recordando por qué había llegado tan lejos; la injusticia que nos había caído por dudar o no creer, los ataques y difamaciones sobre nuestros nombres por ser escépticos, además de las explotaciones mentales recibidas cuando decidíamos no inclinarnos ni arrodillarnos ante un líder en nombre de otro, habían logrado que casi toda mi familia fuera desterrada de la vida.

 Así que con una hermosa sonrisa sobre el rostro y lleno de orgullo, afirmé todo lo contrario. 

—¡De ninguna puta manera!

Ante esto, ya no supe nada de mí luego de escuchar caer la filosa hacha. ¡Mi cabeza reventó la revolución por un mundo sin religión!  

La venganza se estaba cumpliendo y, a pesar de que ya no estaría para contarlo, de nada estoy arrepentido...

¡Hay satisfacción en mí!