Toda la tarde tuve que lidiar con el estrés y cansancio de tener a un cuerpo por velar. Además, el escuchar tantos "lamento tu pérdida" me había aburrido hasta el alma. Nunca habían servido ni siquiera de consuelo, prefería mil veces que pasaran de largo el asunto. Pocas personas llegaron porque no éramos muy sociales, ni ricos para tener conocidos por interés, pero esas no muchas pedían demasiado café con pan. Siempre he sido desesperado y nada amable, cuando pedían por segunda vez por mi mente recorría la idea de mandarlos a volar o a comer a sus casas. En fin, Anna los toleraba por sus ridículas creencias de alimentar a varios parásitos.
Mi hermana...no me dirigió la palabra ni siquiera para discutir y el frío de su ausencia me intranquilizaba; mi madre me había pedido cuidar de Carolana cuando estuvo en sus últimos momentos y desde ya las cosas iban mal. Casi todo el tiempo las cosas las hacía junto a ella hasta pelear por un simple vaso de agua. Y es que yo la veía tan tierna y tan pequeña que se me hacía imposible creer que algún día pudiera soltar mi mano. Mamá me obligó a quererla tanto que inclusive aprendí a hacerle las trencitas con las que siempre andaba peinada, mientras que Sarah tejía un par de moñitos más.
La gente me miraba llorar recargado en la esquina de la casa apartado de todos y del "rosario" haciendo que a su vez por sus cabezas cruzara el brindarme un abrazo, aunque yo solo deseaba poder valorar un poco más esos recuerdos tan lindos con mi madre.
De un momento a otro pude sentir las caricias del frío sobre mi piel: la noche estaba llegando y la brisa soplaba de tal forma que los arbustos hacían más nostálgico el desgraciado momento, como el típico final frívolo que me hacían sentir los calurosos poemas de Storni.Mi madre nos solía cantar... "más allá de sol,
más allá del sol,
yo tengo un hogar,
hogar, dulce hogar,
más allá del sol"...Y detestaba tanto cuando lo hacía, pero ahora ni siquiera podía tararearla sin interrumpirme con llantos. La vida sencillamente me parecía sin ningún sentido, ni siquiera con la esperanza de tener mi hogar... más allá del sol.
Y las malas noticias no solo terminaban ahí. La bendita iglesia me esperaba con más.
Tan pronto como amaneció y le di a mi estómago algo de comer, tomé el único abrigo que tenía, saqué los miles de papeles que estaban en la bolsa, excepto uno de hoja gruesa y fina, al parecer. Remojé mi rostro para quitarme el terrible ánimo y me dispuse a recorrer cada iglesia del pequeño e ignorante pueblo.Pasé primero observando cada pequeña capilla, pero mi principal objetivo era saber los costos de la iglesia del pueblo a la que solía ir Sarah para cumplirle "un deseo de sepulcro".
—¡Qué cosa! ¿Por qué tanto si solo es una misa?
—El precio que te he dicho es el nivel más económico porque... —aquel estúpido cura se atrevió a mirarme de arriba hacia abajo para después referirse a mí como el miserable que era—, está claro que no estarías interesado en alguno más caro.
—Mi madre era una fiel de esta iglesia, ¿y usted quiere sacarme un ojo de la cara solo por decir unas palabras? ¡Es un maldito abuso de su parte!
—No te permito que hables de esa forma en la casa de Dios. Si eres un pobre muerto de hambre, lo mejor sería enterrar a tu madre en tu patio trasero. ¡Ahora sal de aquí porque no tengo tiempo para ti!
—¡Usted y los suyos son unos malditos desgraciados!
—Que Dios te bendiga, hijo mío.
—Maldito hipócrita.
Y luego de arrojar mis gritos, vi a la enorme puerta cerrarse en mis narices. Descaradamente se había atrevido a humillarme haciendo que regresara a casa como un perro pulgoso al cual habían botado sin ningún remordimiento. Nuevamente me di la razón de que aquello era una completa estupidez. Los rosarios no eran más que un gasto innecesario con el que fácilmente podría comprarme una cama más cómoda. Había perdido la opción allí, busqué en otras 3 iglesias más, pero la respuesta fue la misma: solo un idiota que realmente no tenía ni en qué caerse muerto intentando darle sepulcro a su madre en ese pueblo de mierda.
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𝐒𝐢𝐫 𝐀𝐭𝐞𝐨 & 𝐒𝐢𝐧 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫
Teen FictionDentro del Reino de Florián V se conoce una gran disputa por el papel de la verdadera razón entre las distintitas ideologías religiosas; donde pelean todas las iglesias contra las máximas rebeliones ateístas. Mattías Wilsson, un joven noble que viv...