En su despacho, el gobernador estaba impresionado por lo sucedido anoche, pero también estaba enojado que no pudieran atrapar al Zorro del cual tanto deseaba atrapar y del nuevo peligro que era la bandida:
-No era una mujer, era un demonio-Expresó Fernando.
-Puede ser que sea una amiga o cómplice de ese forajido-Dijo Francisco.
-Sea lo que sea, debe ser capturada, al igual que ese maldito Zorro-Pronunció Velázquez.
-Está bien, haremos todo lo que sea para poder capturar a estos dos, pero antes, envíen a sus soldados que cobren los impuestos a la gente del este-Dijo Enrique.
-Igual, enviare al cabo Echaurigui con tres más para que se encarguen del trabajo, él es mejor que Reyes-Respondió Fernando.
-Si sigue haciendo bien su trabajo lo ascenderemos a sargento por ser mejor que García-Dijo Velázquez.
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En la hacienda, don Alejandro estaba conversando en la sala principal con uno de sus vecinos para conversar sobre los temas que andaban sucediendo, y uno de los temas para conversar era sobre la bandida:
-Dicen que luchaba bien como un hombre y con su sagacidad pudo dejar a Fernando y a Francisco en el piso, ojala lo hubiéramos visto así nos reíamos de esos esbirros de Velázquez.
-Además del Zorro, esa mujer quiere castigar a los soldados que tanto al pueblo-Dijo Alejandro.
En ese momento, apareció don Diego y saludo al huésped, y su padre le dijo:
-Ven hijo, para que hablemos sobre lo nuevo.
-Que bien ¿Cuál es la novedad?-Pregunto.
-Es sobre la bandida que humilló a los dos esbirros de Velázquez, mientras que el Zorro volvió a acosar al comandante-Dijo el invitado.
-Es una impresionante noticia, aunque yo prefiero los libros, si me disculpan me voy a mi habitación.
Así, don Diego cerró la puerta y le dijo a Bernardo:
-Anoche una nueva amiga quiso demostrar algo de justicia al igual que el Zorro, puede que esta noche tenga la oportunidad de conocerla.
Esa tarde, el cabo Echaurigui y sus tres acompañantes cabalgaron en direccional este para cobrar los impuestos a los aldeanos. Al desmontar se dirigió hacia la gente y de forma dura les ordenó:
-Hemos venido a cobrar los impuestos, así que paguen sin excusas.
Pero uno de los campesinos se le acercó y le dijo de mala manera:
-¿Y porque queríamos pagar? Nos dejan sin dinero y no podemos dar de comer a nuestras familias.
-No he venido a aquí a escuchar sermones, para eso tendré que darte una lección.
Ahí, el cabo le dio un puñetazo, y aunque le dejó en el suelo lo hizo enfurecer aún más que se lanzó hacia el cabo y uno de los soldados le dio un culatazo, del cual hizo que sus familiares intervinieran, pero estos les apuntaron con sus armas:
-Un paso más y abrimos fuego-Dijo Emilio en tono amenazante.
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De repente, apareció la bandida y les grito a los soldados:
-Oigan malditos, vengan por mí.
Dos de los soldados fueron a perseguirla y cuando la encontraron recibieron latigazos y puñetazos, aunque trataron de mantenerse de pie, no pudieron soportar los continuos azotes que les obligaron a huir.
Al ver a sus compañeros correr, los campesinos se abalanzaron contra el cabo y su compañero, pero Emilio desenvainó su espada y les dijo de forma desafiante:
-Vengan ¿Quién quiere ser el primero en ser atravesado por mi espada?
Como un rayo, la bandida se lanzó hacia Emilio y ambos chocaron los aceros de sus espadas, hasta que Valeria logró desarmarlo y le dio un tremendo puñetazo que lo hizo tirar al suelo.
El soldado no pudo seguir conteniendo a los civiles y decidió huir, seguido de Emilio que le dijo a la bandida:
-Ni creas que esto se va a quedar así, juro que probaras mi venganza.
Los civiles agradecieron a la bandida por haberles ayudado a enfrentar a los soldados, y ella les dijo:
-No se preocupen, al igual que el Zorro, yo les voy a proteger de esos malditos soldados, a quien les hare probar mi venganza.
Al encontrarse con Fernando, Emilio le conto todo lo sucedido y este pronuncio:
-Esa forajida es más salvaje como el Zorro, así que ordenaré de inmediato que cuando estos dos aparezcan, los soldados deban estar preparados.