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Esa mañana, don Alejandro estará sorprendido sobre la noticia de la captura de la bandida, y le preocupaban los civiles que estaban sedientos de justicia; cuando se presentó ante Diego le dijo:

-¿Lo supiste?

-¿Qué cosa padre?-Preguntó.

-Lo de la bandida, la han capturado y la tienen en la mazmorra del cuartel en donde dicen que la están torturando, pobre de ella.

-Estoy muy impactado por eso, incluso por su gente que desean levantarse en contra de Enrique.

-Lo mismo opino, si se levantan les ayudaremos, esta tarde iremos a la oficina del alcalde y nos quejaremos de él.

Mientras tanto, Enrique visitaba constantemente la mazmorra en donde los soldados que vigilaban a Valeria la andaban acosando con amenazas de violación, pero la que estaba más obsesionado por ella era Francisco, pero Fernando y Velázquez trataban de ponerle los puntos:

-No se diviertan tanto con ella, deben estar atentos a cuando aparezca el Zorro-Les decía Enrique.

-Descuide excelencia, hay guardias en las murallas y por las barracas, están atentos a disparar si aparece ese forajido-Le dijo Velázquez.

-Más le vale, lo quiero muerto-Le respondió el alcalde.

En ese momento, uno de los soldados le llamo a Enrique por la presencia de unos dones que querían hablar con él.

Al volver a su oficina, vio a los dones, entre ellos don Alejandro, que venían para protestar en contra de su despótico gobierno:

-Mire alcalde, pare un poco o el pueblo se levantara en contra suya, ya es suficiente con sus abusos-Exclamó uno.

-Ya cállense, ustedes no están en posición de decirme lo que yo debo hacer-Contestó enojado el alcalde.

En ese momento fueron interrumpidos por el capitán Fernando, que apareció sin saludar a los dones y le dijo a Enrique:

-Su excelencia, he venido a anunciarle que algunos amigos de la bandida han sido capturados.

-Bien, enciérrenlos en los calabozos, cuando vean a su líder en la horca se les irán las ganas de sublevarse-Contestó Enrique.

Mientras el capitán cumplía con las órdenes, don Alejandro se sintió ofendido y rugió:

-Le advierto, si sigue con esta tiranía lo va a lamentar.

-Ya basta, guardias llévense a estos dones-Ordenó.

Mientras eran llevados hacia la salida, les dijo:

-Si vuelvo a escuchar sus quejas los voy a meter en la cárcel y les voy a embargar sus haciendas.

-Hágalo y tomaremos las armas-Le dijo Alejandro de forma desafiante.

Esa noche, todos en el cuartel estaban bien atentos para la llegada del Zorro, pero quien apareció en las puertas del lugar fue un monje encapuchado, uno de los guardias les pregunto por su presencia y este respondió:

-Vengo a salvar el alma de la bandida.

-De acuerdo, a ver si se lamenta de sublevarse-Le dijo el guardia.

Mientras el monje se dirigía a la mazmorra, el alcalde estaba ansioso de sorprender al Zorro, y para eso estaba con Velázquez y Fernando que estaban más que atentos para ayudarle.

Cuando el monje pidió hablar con la prisionera dentro de la celda, el carcelero se aprestó a abrirle la reja, este le dio un tremendo puñetazo, y el guardia fue a ver qué pasaba y el encapuchado le dio un golpe en la cara.

El Zorro y la bandidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora