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Puedo notar por la luz afuera, que ya ha amanecido, y no hemos dormido nada, porque Ohm es interesante.

Solía pensar que la gente popular no tenía mucho para decir, pero con él, siento que puedo hablar de cualquier cosa que llegue a mi mente.

Es más divertido y listo, de lo que creí, y siento la confianza de contarle sobre mí, porque él lo hace también.

Me hace sentir que puedo ser yo mismo con él.

—Me hicieron siete operaciones en total, pero nunca voy a verme bien, son solo mejoras pequeñas que nadie nota, pero yo sí, y hay partes en mi cuerpo que ya no lucen tan mal.

—¿Se supone que lo que veo es la parte que luce muy mal? —pregunta moviendo sus manos por mi cara.

—Sí.

—Me parece que estás obligándome a pensar algo que no pienso.

—Ya te he dicho que dejes de mentir —respondo hundiendo mi dedo en su hombro para que le duela.

—Yo no soy un mentiroso, tú estás tratando de decirme como tengo que verte, y te equivocas, como siempre que intentas hablar de biología.

—Es porque odio la biología.

—Eso es raro porque eres un cerebrito.

—No lo soy —digo mirando el techo de la carpa— solo estudio mucho, para no tener que regresar a casa.

—Deberías venir a la mía.

—¿Es una invitación?

—Lo es, Nanon.

Suspiro, mirando sus ojos.

Odio que me guste como es, porque todavía pienso que es una apuesta.

—¿Notaste que ya está iluminándose afuera? —me pregunta cerrando los ojos— hay que quedarnos aquí todo el día a dormir, no pueden obligarnos a participar en su capacitación.

—De hecho, pueden hacerlo.

Me río porque empieza a girar en su lugar, con flojera.

Creo que es un berrinche, porque no quiere levantarse.

—Ohm, ¿por qué perdiste una noche hablando conmigo de nada importante?

—¿A qué te refieres con perder una noche?

—Bueno, es que pensé que los chicos como tú, en paseos como este…

—Explícame primero qué clase de chico soy para ti.

—Eres así —digo señalándolo por completo— tú sabes de lo que hablo.

—Creo que entiendo, pero quiero que me lo digas.

—Eres perfecto, ¿feliz?

Él se ríe acercándose, y busca mis labios nuevamente.

Creo que voy a colapsar en algún momento, porque aún se siente irreal.

—¿Entonces te parezco lindo también? —pregunta contra mi boca.

—S-Sí.

Jadeo, porque muerde mi labio inferior con cuidado para que le de espacio, y mete su lengua en mí, haciéndome temblar.

Cuando se aleja, siento que necesito sostenerme, o me voy a caer.

—Bien, entonces dime ahora, ¿qué hacen los chicos como yo en paseos como este?

—Tienen sexo, con una chica linda.

—Nanon, a mí me gustas tú —me aclara riendo— pensé que había sido muy claro las diez veces que te lo dije directamente, pero parece que no, así que voy a repetirlo, nadie fuera de esta carpa me interesa.

—¿Seguro?

—Seguro, pero, como ya te he dicho antes, yo no soy un mentiroso y no voy a decirte que soy el único en este bosque que no espera tener sexo, porque no sería verdad.

—¿Entonces quieres?

—No es mi prioridad, pero estoy disponible si tú  quieres.

—¿Q-Qué?

—Soy un chico universitario, en un campamento con el chico que me gusta, ¿por qué crees que me negaría si tú quisieras tener sexo conmigo?

—No —digo moviendo mis manos porque me ha puesto nervioso a mí— la verdadera pregunta es, ¿por qué tú quisieras tener sexo conmigo?

—Porque me gustas —responde como si fuera lo más obvio del mundo.

—Pensé que con “gustar” te referías a mi interior.

—¿Entonces crees que no me calientas?

—¿Yo te caliento?

—Mucho —dice asintiendo— pero si yo no te caliento…

—No sé de qué hablas, tú calientas a toda la facultad.

Me levanto rápido y agarro mi cepillo, porque me niego a decirle directamente que me calienta.

—¿Estás escapando?

—No lo hago, pero quiero ir a usar el baño, antes de que los demás despierten, porque no quiero que me vean.

Cierro la carpa al salir, y acomodo mi capucha para cubrirme.

Me pone nervioso pensar que, podría coger con Ohm si yo quisiera, porque obviamente si quiero, pero nunca me lo había planteado, porque esas cosas no le pasan a la gente como yo.

Junto al espacio que uso para cepillarme los dientes, escucho a algunas chicas, que están arreglándose, para empezar la capacitación.

Están hablando de Ohm.

—Lo importante es que no ha cogido con alguien más, que esté con el deforme me asegura que nadie va a ganármelo.

—¿Lo intentarás esta noche?

—Lo haré, no creo que sea tan complicado, solo mírame, no va a conseguir a alguien mejor que yo en este lugar.

Suspiro mirando mis manos, tratando de evitar sentirme mal.

Es que no sé por qué Ohm preferiría esto a salir con alguien que es normal.

Alguien como ella.

—Oye, amigo —me dice el chico que se para a mi lado, para cepillarse también— no eres contagioso, ¿verdad?

—¿Qué?

—Solo quiero asegurarme —responde riendo.

Agradezco que ya casi he terminado, porque me quiero ir, pero cuando agarro mis cosas y volteo, Ohm está ahí.

—¿No vas a esperarme? —pregunta haciendo un puchero.

No sé cómo decirle que no me hable, porque si notan que ahora nos llevamos bien, será vergonzoso para él.

De todos modos, no me da tiempo de responderle, porque me besa.

Mi corazón no puede con tantas emociones juntas.

Sé que nos están mirando, y no estoy seguro de cómo sentirme al respecto.

—Si no me esperas estaré triste —dice sacando su cepillo, y al acercarse al chico que aún parece no entender lo que ocurre, voltea hacia él— no eres contagioso, ¿verdad?

—No, Ohm, yo solo…

—No tienes que darme explicaciones, yo solo quiero asegurarme, porque sería trágico parecerme a ti.

Fuego | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora