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Ohm ha estado conmigo todo el día, y sé que no hay forma de sacármelo de encima.

Eso es bueno, porque no quiero hacerlo.

Han sido charlas educativas, una tras otra, y no sé como hemos podido aguantarlas sin dormirnos, pero ya es de noche otra vez, hemos sobrevivido y regresado a la carpa, así que por fin vamos a dormir.

O no.

—Ohm —susurro contra su boca cuando se aleja a tomar aire, señalando hacia afuera.

—¿Qué?

—Están ahí —le recuerdo.

Parece que van a quedarse mucho tiempo afuera, porque escucho botellas y están conversando.

—¿Y?

—Se van a dar cuenta —digo señalando el espacio del lado, para que se baje de mí.

—¿Por qué crees que me importa? —responde riendo.

—Son todos tus amigos, por eso eres popular.

—No, yo soy popular porque ellos quieren ser mis amigos, y siempre están hablándome, a mí no me interesan.

Suspiro girando hacia él, y lo hace también.

—¿Por qué yo sí? —le pregunto directamente— ¿Por qué yo te gusto?

—¿Le andas preguntando a toda la gente por qué les gusta la persona que les gusta o solo funciona para cuestionarme a mí, porque invalidas mis gustos?

—No te estoy invalidando.

—Lo haces.

Tal vez lo hago, pero es porque me cuesta bajar la guardia.

Si Ohm no está siendo sincero, va a destrozarme el corazón.

—Como no vas a gustarme si yo no iba a los entrenamientos después de clases —agrega cerrando los ojos— porque tomaba el mismo autobús que tú.

—Eres un acosador.

—Tal vez —dice avergonzado— yo siempre me  decía, hoy voy a hablarle, pero era complicado.

—¿De verdad te gusto tanto?

—Desde la primera vez que te vi, en matemáticas, porque tú entraste y me miraste directamente —me acusa con un dedo— y yo pensé… que tenías los ojos más bonitos.

—¿Qué?

Realmente recuerdo lo que pensé la primera vez que lo vi, entré y me quedé mirándolo, porque era literalmente el chico más lindo que he visto en mi vida, y cuando me miró de vuelta, pensé que iba a darle asco.

—Pero no me miraste más —agrega haciendo un puchero— y yo empecé a mirarte en cada clase, porque quería que volviéramos a tener contacto visual, pero no volvió a pasar, y entendí que yo no llamaba tu atención, pero no me quería rendir contigo, porque de verdad me gustas.

—¿Cómo podrías no llamar mi atención, Ohm?

—Es verdad, yo apenas supe que te parecía lindo, cuando te lo pregunté.

—Yo no te veía, porque me parecía tonto fijarme en ti, es decir, tú y yo no somos compatibles.

—¿Eso piensas? —pregunta cambiando el tono de su voz.

—Eres un 10 y soy un 1, pero no un 1 real, soy un 0 al que la gente le pone un 1, porque le tiene lástima.

—Yo no pienso así.

Resoplo, con una pequeña presión en el pecho, porque él parece triste de verdad.

—Esa es la realidad.

—La realidad es que nunca me he sentido un 10 porque tú no me mirabas, y trato de entender tu posición, pero estás hiriendo un poco mis sentimientos al decir que no somos compatibles.

—No es lo que intento hacer.

—Lo sé, pero parece que quieres rechazarme.

—No —digo acercándome a él— yo no podría hacerlo, nunca te rechazaría.

—No quiero que hagas eso, si es por algo superficial, yo estoy intentando conocerte de verdad, y que me conozcas también, porque me interesa ir en serio contigo, ¿lo entiendes?

—Sí.

—Me gustas mucho, Nanon —susurra acercándose a mis labios.

Lo beso, dejando que se acomode de nuevo sobre mí.

Supongo que la gente afuera está más concentrada en beber, que en lo que sea que crean que estamos haciendo.

Jadeo al sentir sus manos, bajando por mi cuerpo.

Quiero solo dejar de pensar en que va a darle asco, porque está oscuro, así que no va a verme realmente.

Se siente terriblemente mal, querer hacer algo, cuando tienes que luchar contra tu mayor inseguridad.

Me desconcentro de mis pemsamientos, al sentir su entrepierna contra la mía.

Bajo la mirada y creo que lo nota, porque se aleja un poco de mí.

—Lo siento —dice avergonzado.

No tengo idea de qué decir, porque no esperaba sentir su erección.

Yo también me he calentado, pero lo mío es  razonable.

—¿Por qué? —pregunto en un susurro.

—¿Qué?

—¿Por qué estás duro?

—Tal vez es porque estoy tocando al chico que me gusta…

—Pero estás tocando mi piel y da asco —le recuerdo.

—Tú no me das asco, Nanon, en serio.

Intento recuperar la respiración tranquila, pero finalmente lo beso de nuevo, atrayéndolo a mí.

Bien, al demonio.

Estoy nervioso, pero no voy a seguir poniendo una pared entre mí y lo que quiero.

Jadeo al sentir sus manos debajo de mi camiseta.

Tal vez sería más fácil para mí, si Ohm no fuera tan perfecto.

—Estás temblando —dice preocupado.

—E-Es que me asusta —agarro su mano automáticamente, cuando siento que la está quitando— no me da miedo hacerlo, me aterra que me veas.

Él suspira, desabrochando mi pantalón.

—A mí me gusta lo que veo.

Un gemido sale de mí, cuando besa mi cuello, y quiero quitarlo, porque es la zona más horrible en mi cuerpo, pero esa idea se desvanece, cuando siento que toca mi erección.

Creo que ahí termina el trabajo de mi cerebro, porque puedo desconectarlo por fin, y dejo de escuchar esa voz que me tortura todo el tiempo, recordándome que soy horrible.

Da igual, yo quiero a Ohm dentro de mí.

Fuego | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora