Mikey tuvo razón al decir que con las entradas podía conseguir el combo que quisiera de palomitas y bebidas. Takemichi procuró hacer uso de los beneficios y pidió el paquete más grande, al contrario de Mikey que eligió un combo más pequeño de solo palomitas de caramelo y refresco. El beta se encogió de hombros y continuó como si nada, admirando el rededor.
El cine al que lo llevó el omega era muy exclusivo, de hecho, Takemichi no conocía ese sector de la ciudad, colorido y elegante. Ese lugar en especial era amplio y limpio, los pasillos tenían un tapete acolchado y que decir de la sala que les había tocado, con asientos anchos y cómodos, extra privados.
Mikey le dio un pequeño tour y por lo mismo, acabó eligiendo los asientos del fondo, lejos de la vista de las pocas personas que había en la sala. De todas formas, aquello no era una desventaja siempre y cuando pudiesen disfrutar de la película.
Ahora, cómodo en su asiento, a la derecha de Mikey, Takemichi colocó sus palomitas y la bebida en los reposabrazos, hasta que Mikey insistió en que juntaran los aperitivos. Takemichi se hubiese negado, de no ser porque el omega tomó la iniciativa. Y pronto descubrió que su jefe podía ser demasiado táctil; primero con un roce sutil de sus brazos o los dedos de sus manos cada que intentó agarrar sus palomitas. Los dedos de Mikey eran cálidos y juguetones, siempre asegurándose de tocar hasta que Takemichi se sonrojaba de la vergüenza la cual intentaba disimular mirando fijamente la pantalla de la sala.
Ese omega lo hacía a propósito. No tenía pruebas y tampoco dudas. Trató de ver de reojo al chico, solo para encontrárselo sonriendo, su mirada también estaba en la pantalla, pero su aura era maliciosa. Takemichi bufó y trató de controlarse cuando de repente la sala del cine pareció más caliente, ¿no estaban sirviendo los aires acondicionados? Era verano, por dios.
Su frente ya estaba empapada en sudor y tuvo que secarse con la manga de su propia camisa.
—¿Estás bien, Takemicchi? —preguntó Mikey cauteloso y, si no hubiese lucido genuinamente preocupado por su situación, Takemichi se hubiese levantado y excusado para ir al baño, o desaparecer.
—Solo hace un poco de calor, pero nada que no se solucione con el refresco. —Para reafirmar su punto, levantó su enorme Pepsi y le dio un largo sorbo. El líquido fue tan refrescante en su garganta que Takemichi gimió de gusto y se dejó caer largo y tendido en el asiento—. Esto es tan bueno...
—De verdad se ve delicioso. — El tono con el que habló Mikey fue tan lascivo que por un segundo dudó que se estuviese refiriendo a la bebida.
El beta dio un nuevo sorbo al refresco, hasta que se sintió ahogado por los gases de la bebida carbonatada. Joder, ¿por qué todo lucía tan raro?
De vuelta, debía ser por Mikey que se encargaba de hacer todo espeluznante. Por primera vez en todo el rato sintió que había algo más detrás de ese "regalo".
—Mikey, ¿por qué querías venir al cine conmigo? —cuestionó finalmente.
—Porque quiero y puedo, ¿no debería ser suficiente? —agregó Mikey como si no fuese la gran cosa incomodarlo.
—Solo estas jugando conmigo, ¿es eso?
Sin quitarle la vista de encima al omega, Takemichi se removió incómodo.
—¿De verdad? Vaya, pensé que te tomaría más tiempo averiguarlo —confesó Mikey con una sonrisita burlesca—, eres tan denso, Takemicchi.
Las palabras lo golpearon con tanta fuerza que sus dedos se cerraron en el refresco hasta que el líquido rebosó los bordes y un poco cayó en su pantalón. La piel de Takemichi estaba tan caliente que no le importó que el frío se colara en la tela y lo empapara. Tenía mayores cosas de las que preocuparse.
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OneShot//Maitake
RomanceAquí una serie de historias cortas Maitake que se me ocurran. Si a alguien le llama la atención alguna idea o historia, son libres de tomarla y escribir al respecto, solo avisen para ir a leerlos. Disfruto más leer de otras personas.