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Llegando a su casa aquella tarde, Agoti permaneció en su silla frente al escritorio. ¿Qué más podría regalarle a el chico que le interesaba? Tal vez le gustaran los chocolates, pero sonaba algo bastante pobre, quería algo que le hiciera darse cuenta que él hablaba enserio cuando le decía que le gustaba.

Frotando sus manos sobre su rostro se dispuso a pensar, se le acababan las ideas, ademas su hermano no estaba en casa, ¿su padre sabría respecto al tema?

Dio palmadas sobre su rostro, odiaba que no tener la confianza suficiente con su padre para ir y hablar libremente respecto a estos temas, aunque igual Solazar tendría que enterarse algún día, si sus planes iban bien y se volvía novio de Tabi tendría que decírselo.

Tomando el valor suficiente se levantó de su asiento, saliendo de su cuarto para poder ir a la oficina de su padre, donde le vio trabajando en su computador con varios papeles sobre su mesa, y la regalona gatita sobre sus piernas.

- Sol, ¿estás muy ocupado? —Preguntó mientras entraba en su oficina, apoyándose sobre su escritorio.

- No mucho, dime, ¿qué necesitas? —Sin dirigirle la mirada continuó tecleando en su computador.

- Tengo que decirte algo importante. —Notando el gesto que le hizo su padre para que siguiera hablando le hizo sentirse nervioso.

Realmente no sabía si su padre aceptaría su gusto con ambos sexos, sintió una angustia consumir su cuerpo rápidamente, pero no podía hacerse para atrás ahora, ya había empezado el tema, y si no lo hablaba con su padre ahora este sospecharía por su nerviosismo.

Juntando sus palmas, tomó un respiro antes de mentalizarse, ahora mirando seriamente a su figura paterna.

- Me gusta Tabi. —Dijo con seguridad, pero su voz se rompió un poco al final, tenía un poco de miedo.

Solazar dejó de teclear, manteniéndose su vista en la pantalla por unos segundos hizo una pausa y luego miró a Agoti, notando como las manos de su hijo temblaban por el nerviosismo, ladeó un poco su cabeza, pero el silencio hizo poner aún más nervioso a él muchacho.

- N-No espero que lo aceptes, sólo quería que lo supieras. Tabi me gusta mucho, tendré una cita con el este próximo fin de semana, y- y yo...

- Estoy muy feliz por ti. —Dijo el alto hombre poniéndose de pie.

Rodeando el cuerpo de su hijo, le permitió liberar sus tensiones, aflojando al vulnerable chico el cual lagrimeó un poco. Siempre había pensado que su padre era criado a la antigua, con mente cerrada, al parecer estaba equivocado. Le alegraba haberlo estado.

Separándose de aquel abrazo, sostuvo al muchacho de los hombros.

- ¿Y donde planeas llevarlo? Debe ser un lugar cómodo y lindo. ¿Dijiste que será el próximo fin de semana? Te depositaré dinero en-

- Aun estoy pensando, había planeado hacer un viaje el fin de semana, pero puede ser un poco... Invasivo.

- Tu sabrás que le gusta o no a Tabi, pero recuerda ser atento, y no dejar apagarse el momento. Si se aburre la cita no irá bien.

- Sí, lo he pensado, pero mi dilema es otro ahora.

Antes de poder decirle algo, se detuvo, se le había ocurrido una idea, así que negó con un movimiento de cabeza y se apartó de Solazar, corrió a la puerta.

- Olvídalo, ya se me ocurrió algo. —Exclamó saliendo de la oficina, luego volvió y abrazó a su padre.— Y gracias.

Volviéndose a apartar, salió corriendo de aquella oficina, siendo seguido por la gatita de su padre, quien solo suspiró, no entendía a veces la actitud de sus hijos, pero ¿Quien era el para quitarles la felicidad?

...

Entrando en su habitación de nuevo, tomó una libreta de viejas canciones que había creado alguna vez como pasatiempo, revisando cada uno de los versos de cada una de esas canciones que alguna vez había brotado de su imaginación se llenó de inspiración nuevamente.

- ¡Lo tengo! ¡Soy un genio! —agarrando a la felina que se sentaba en el suelo se emocionó un poco.

Luego viendo a la gatita en sus brazos se le ocurrió otra idea, volviendo a su asiento, encendió su computador nuevamente, le llevaría gran parte de la noche dedicar un simple regalo, pero valdría la pena si con eso lograba conseguir la aprobación de su amado.

...

Como cada día, a cierta hora el timbre comenzaba a sonar en el departamento de Tabi, quien sonriente fue a abrir la puerta, rezando porque no le llevara algún peluche nuevo, su sorpresa fue mayor al ver que no había nadie detrás de la puerta.

Extrañado, iba a cerrar la puerta, pero un pequeño maullido llamó su atención agachando su mirada, notó un canasto realmente bien decorado de donde salía un pequeño gatito con un listón.

Se ablandó intensamente al ver a aquella cría de gatito, agachándose para acariciarle, recibiendo pequeños y tiernos maullidos y ronroneos en respuesta.

Cargó al gatito y tomó el canasto, el cual traía una carta y unas cuantas cosas más. Levantándose, miró a un lado, notando como una mano sostenía una hermosa flor, y seguido a esto aparecía un sonriente y perfumado muchacho.

- ¿Este regalo si te gusto, mi amor? —Preguntó con una sonrisa, aún ofreciéndole la tan hermosa flor.

- Jaja, realmente no esperaba esto. ¿Cómo recordaste que me gustaban los gatitos?

La brillante y emocionada mirada de Tabi le dio a entender al más alto que había hecho un buen trabajado, y cuando le dejó pasar levantó los hombros.

- Cuando ibas a mi casa siempre acariciabas a la gatita de mi papá, y siempre la tenías encima. Tú teléfono tenía de fondo un gatito, y sé que antes del incidente de tu ex tenías un gatito el cual amabas mucho. Quería darte algo que te acompañara y te diera todo el amor que yo no pudo darte mientras no estamos juntos por la distancia.

Cuando Tabi dejó el canasto sobre el sofá, Agoti no desaprovechó la oportunidad y tomó su mano besándola suavemente, y mirándole con una encantadora sonrisa le guiñó el ojo, haciendo al más bajo sufrir un cosquilleo sobre su vientre.

Definitivamente cada día este chico le sorprendía aún más, y le gustaba cada vez un poco más.

Lɪᴛᴛʟᴇ Lɪᴇs - [Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora