Cuando Amelia terminaba sus deberes reales realizaba una visita a su hermano cada que podía en la biblioteca, ya que este pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca o con el botánico del castillo para hacer sus giras a los pueblos que tenían problemas con sus cosechas, caso que iba en aumento durante los últimos meses, por lo que rara vez lo veía, encargándose principalmente de fortalecer el lazo que había entre el pueblo y la corona, cuando era necesario recaudar dinero para alguna obra él le pedía ayuda para hacer un evento de beneficencia con los nobles.
Sin duda alguna ella estaba orgullosa de su hermano, a pesar de que sus roles se habían invertido debido a los caprichos de su padre, ninguno de los dos se quejaba de la decisión de su padre, ambos habían acordado que lo preferían así, ella recordó una vez en la que ambos estaban hablando en los jardines reales cuando Amelia recién había sido coronada reina, en ese tiempo tenía muchos sentimientos acumulados, sin mencionar que ambos habían perdido a su padre.
» —Lo siento, tu debiste haber sido coronado rey, no yo —dijo decepcionada mientras sostenía su corona entre sus manos—. Incluso hubo muchos nobles que estaban de acuerdo en que fueras tú.
» Emil tenía los ojos hinchados de tanto llorar, durante toda la ceremonia había llorado desconsoladamente mientras veía a su hermana recibiendo su derecho divino, la sacerdotisa encargada de hacer la ceremonia no podía evitar voltear a verlo con extrañeza, al igual que algunos nobles que estaban cerca le lanzaban miradas con desaprobación o lastima. Esto sólo reafirmó la idea que tenían en la corte sobre la posición del príncipe en cuanto a la coronación.
» —Eso no es verdad, tú eres mucho más apta que yo para el cargo, desde siempre lo pensé —el príncipe sonrió sinceramente—. Yo no soy capaz de hacer muchas cosas, hasta nuestro padre me lo dijo una vez, tengo un corazón demasiado amable para estar a cargo del reino, pero tú eres otro caso, eres capaz de tomar esas decisiones que yo no puedo hacer, sin mencionar que tú eres valiente. Cuando te escapaste del castillo aquella vez nuestro padre estaba desesperado, quería salir corriendo detrás de ti, él siempre creyó que eras la mejor opción y podrías corregir los errores que cometió en el pasado y yo también creo que tu reinado traerá un cambio.
» La joven reina lloró desconsoladamente, estaba feliz de escuchar las palabras de su hermano, el maquillaje se corrió manchando de negro su rostro. Su hermano tomó la corona y la colocó sobre su cabeza.
» —Larga vida a la reina —dijo con orgullo—. Es una lástima que tu coronación tuvo que ser apresurada, me hubiera encantado organizar un banquete en tu honor, escuchar como todos en el reino gritar tu nombre, pero no se podrá por las condiciones en las que sucedió todo.
Después de eso Amelia y Emil pasaron toda la tarde en los jardines reales en silencio, solo con una sonrisa en su rostro, A partir de ese día ella trató de utilizar la corona todos los días, pero esto solo complicaba sus tareas, ya que debía tener mucho cuidado al usarla por lo preciada y costosa que era, prácticamente una reliquia, cuando el consejero Garci se enteró de lo que estaba haciendo casi le da un ataque, al parecer nadie le había dicho a ella que sólo debía usarse para eventos formales.
Amelia rio ante el recuerdo mientras se paraba frente a la puerta de la biblioteca, estaba a punto de abrir la puerta hasta que escucho al consejero Garci discutir con su hermano.
—No puedo creer que esté tomando la misma postura que su majestad, príncipe Emil, estaba seguro de que usted entendería mejor la situación —dijo alarmado el consejero.
—Consejero, le recuerdo que yo no puedo persuadir a su majestad aún si yo lo quisiera, ella ya tomó su decisión, sin mencionar que ella es la reina. —contestó el príncipe con hastío.

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Piedras de Sangre
FantasíaTras una guerra en el reino de Astaracea la reina Amelia debe de restaurar el orden que alguna vez hubo, sin embargo, un extraño fenómeno en un templo la obligara a enfrentarse a un peligro más grande sin dejar de lado las intrigas de la corte, en d...