Capítulo 3

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Después de un año, Zhan seguía viviendo con ellos. El menor estaba feliz, en ese tiempo el pelinegro supo ganárselo y Yibo terminó enamorado de él. Pero no lo admitiría en voz alta, no quería decir lo que sentía, mucho menos si no sabía lo que el mayor sentía por él.

—Yibo, ve a buscar a Zhan para que desayunemos —pidió su madre.

—Ya voooy —respondió con pereza.

Subió las escaleras que lo llevaban a los dormitorios, el de Zhan se encontraba frente al suyo, pero nunca había entrado ahí. Dudó por un momento al estar frente a la puerta, estaba nervioso. Golpeó y esperó una respuesta que no llegó, por lo que repitió la acción, obteniendo el mismo resultado. Pensó en regresar al comedor, pero sintió curiosidad.

Entró al cuarto de Zhan, el pelinegro no se encontraba ahí, al menos no a la vista, por lo que aprovechó la oportunidad para mirar un poco. Se acercó al escritorio que ahí había y observó las cosas que estaban encima: libros, cuadernos, un computador portátil, entre otras cosas. De pronto fue consciente del sonido del agua cayendo dentro del baño, e inmediatamente después se dejó de escuchar.

¿Qué hacer? Yibo mordió sus labios. ¿Hacerle caso al impulso estúpido que sentía en ese momento, o ignorarlo? Bueno, el impulso fue más rápido y no dejó que lo siguiera pensando.

Abrió la puerta del baño y entró. Dejó de respirar y su rostro enrojeció como nunca antes. Frente a él, Zhan se encontraba completamente desnudo dándole la espalda, el agua todavía resbalaba por su piel. No lo pudo evitar, con la mirada lo recorrió de los pies a la cabeza, y sintió que algo se contraía en su vientre bajo.

—¿Yibo? —habló Zhan con una sonrisa traviesa—. ¿Qué haces aquí?

En algún segundo Zhan se había volteado, permitiendo que Yibo se deleitara con la sensual imagen que el mayor le regalaba. Su cabello negro estaba mojado, las gotas de agua bajaban hasta su cuello, seguían por su pecho, su abdomen... Yibo se cubrió los ojos antes de ver más de lo que debía.

Entrar fue una mala idea, no debió hacerlo, Zhan lo descubrió, y si no dejaba de pensar en su perfecto cuerpo, pronto notaría lo que le estaba provocando el haberlo visto desnudo.

—L-lo siento... lo siento —soltó antes de salir apresurado de ahí.

—Espera —dijo el mayor mientras se ponía una toalla en la cintura—. Yibo, espera.

Zhan lo alcanzó antes de que llegara a la puerta de la habitación y lo acorraló contra ella.

—¿Qué haces en mi cuarto? —preguntó con voz ronca muy cerca del oído de Yibo, causando estragos en el menor—. Dime, Yibo.

—Na-nada... yo...

—¿Tú, qué?

—Yo venía a decirte que... el desayuno está servido —logró decir con dificultad.

—¿Por qué entraste al baño?

—Yo... —A esa pregunta no sabía qué responder sin ponerse en evidencia.

—Dime, Yibo, ¿te gustó lo que viste?

El castaño lo miró sorprendido y muy avergonzado. Entonces notó la cercanía de Zhan, y que éste apenas tenía una toalla cubriéndolo, la que podía caer en cualquier momento. El mayor sonrió al ver la expresión del menor y se acercó a sus labios.

—¿Has escuchado eso que dicen... el que calla otorga?

Sin esperar respuesta, Zhan capturó los labios de Yibo y le robó su primer beso. Los labios del mayor se movían con ímpetu contra los del castaño, quien gimió debido a la sorpresa, dando libre acceso a su boca. Zhan no desaprovechó la oportunidad, comenzó a explorar cada rincón, dejando sin aliento al menor.

Era abrumador, el beso de Zhan estaba nublando la mente de Yibo y sus piernas se sentían como gelatina, cosa que Zhan notó, ya que de un momento a otro sus manos se aferraron a las caderas de Yibo y lo alzó para que lo rodeara con sus piernas. Zhan caminó hacia la cama y, sin dejar de besarlo, se acomodó con él encima de ella.

Yibo se deshacía en suspiros y jadeos que amortiguaban contra la boca de Zhan. El mayor abandonó los labios de Yibo y besó su mentón, luego bajó hasta su cuello y aspiró su aroma. En ese momento, Zhan sintió que perdía el control, y sus ojos se tornaron rojos.

—Lo siento. —Zhan se separó de forma abrupta, evitando que Yibo viera sus ojos—. Perdóname, por favor, esto no debió pasar.

Yibo sintió que algo se rompía dentro de su pecho cuando Zhan se alejó de él y le dio la espalda, dejándolo agitado y confundido sobre la cama. Por su parte, Zhan luchaba contra sus instintos que le gritaban que tomara a Yibo en ese momento y de todas las formas que podía, algo que no pensaba hacer, al menos no todavía.

—Por favor, vete.

Eso bastó para romperle el corazón. Yibo salió de la habitación con sus ojos aguados, pero negándose completamente a derramar alguna lágrima. Se sentía estúpido, tan molesto y avergonzado.

Entró a su dormitorio, cerró con llave y descargó su frustración y el dolor que sentía tirando al suelo todo lo que tenía cerca. Después de un rato, Yibo se dirigió al baño con el que también contaba su habitación, entró a la ducha y dejó que el agua fríalo empapara, esperando así poder quitarse de encima el calor que sentía y la sensación que las caricias de Zhan dejaron en su piel.

Siempre mío (ZhanYi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora