Capítulo 8

856 152 36
                                    

No se veían desde ese día que ambos preferían no recordar, Yibo estaba muy dolido y Zhan demasiado arrepentido. Pero con el paso de los días, por más que trataba de no pensar en él, Yibo se dio cuenta de que solo extrañaba más y más al mayor. Quería verlo, sentía que le hacía falta, extrañaba al chico de ojos dorados que lo enamoró en esos años que vivieron juntos. Podía despreciar lo que Zhan era, pero lo quería, y más de lo que le gustaría admitir.

—Desearía nunca haberme enterado de lo que eres... Quiero tanto que las cosas vuelvan a ser como antes.

Yibo no notó que Zhan había entrado a su habitación hasta que el chico se sentó a su lado de la cama.

—Si lo deseas, las cosas podrían ser como antes.

—Ya no pueden ser como antes —Yibo susurró con tristeza—, ya no será lo mismo.

—Perdóname, Yibo, por favor —dijo con sinceridad—. No quiero hacerte sufrir, es lo que menos quiero, solo... no me alejes, cariño, por favor.

Los ojos de Yibo se aguaron, era todo tan difícil. Zhan tomó la mano del menor y éste lo miró fijamente. El pelinegro acercó su rostro al de Yibo y, al ver que no se alejaba, lo besó. Yibo no se resistió, ya no tenía fuerzas para hacerlo, necesitaba sus labios, ya no podía negar lo mucho que lo necesitaba. Respondió el beso, disfrutando del momento, hasta que Zhan se alejó y lo miró con esos ojos dorados que tanto amaba.

—No quiero ser como él, Zhan, no quiero ser como tú.

Esas palabras le dolieron al mayor, pero no se dejaría abatir por ellas.

—Te quiero a mi lado para siempre, Yibo, y solo hay una forma de que sea así.

—¿No podemos estar juntos hasta que termine mi para siempre?

Zhan negó angustiado, no quería verlo partir otra vez, no quería verlo morir cuando llegara su momento. Yibo se perdió en la mirada de Zhan y dejó que lo besara nuevamente. El mayor recostó a Yibo en la cama y se aseguró de que el castaño quería seguir con eso antes de continuar con las caricias. Hicieron el amor, y Yibo se convenció de que lo amaba como nunca amó o amaría a alguien.

En medio de la lujuria, Zhan le pidió a Yibo que le permitiera beber de su sangre, y el menor no se negó. Fue indescriptible el placer que sintió en el momento en que los colmillos se abrieron paso en su piel y luego cuando Zhan succionó con delicadeza.

—Eres un maldito demonio —dijo Yibo mientras descansaba su cabeza en el pecho de Zhan, ya estaban aseados y Yibo tenía un parche en su cuello.

—Tal vez —dijo riendo el pelinegro—. Yibo, permíteme tener el privilegio de estar a tu lado para toda la eternidad.

Yibo lo miró inseguro, lo que Zhan le pedía no era fácil. Pero no tuvo la oportunidad de pensar qué responderle, ya que en ese momento se escuchó un fuerte ruido en el exterior que alertó al mayor.

—Vístete y no salgas de aquí —ordenó a Yibo con voz firme mientras se levantaba rápidamente de la cama—. Dejaré a alguien contigo.

Zhan se puso la ropa y salió apresurado de la habitación, dejando a Yibo preocupado.


.........


Al salir de la mansión, Zhan se encontró con una visita no deseada, pero que estaba esperando. Wen Xu junto a diez hombres se encontraban en su territorio, y se preguntó si acaso eran estúpidos o si de verdad creían que siendo tan pocos podrían acabar con ellos.

—¿Crees que once de ustedes son suficientes para derrotarnos? —Darren junto a una veintena de hombre se posicionaron alrededor de Zhan—. Pero seremos justos, uno contra uno.

Zhan se abalanzó contra Wen Xu mientras Darren y nueve de sus hombres se encargaron de los demás. Se enfrascaron en una pelea donde cada uno de los presentes tenía claro que era vencer o morir.

—Pagarás caro la muerte de mi hermano, Xiao Zhan.

Wen Xu enterró sus garras en el brazo de Zhan y la sangre tiñó la camisa del pelinegro, pero éste no se quedó atrás, respondió con un golpe que dio de lleno en el pecho de Wen Xu y lo derribó.

—Eres débil, igual que el inútil de tu hermano, no me será difícil acabar contigo como lo hice con él.

Zhan usó sus garras y atacó, dejando una profunda herida en el rostro de Wen Xu, quien era más fuerte que Wen Chao, pero no más que Zhan. Darren y sus hombres lograron matar a los aliados de Wen Xu, y en ese momento solo eran Zhan y él quienes se encontraban peleando.

Entonces sucedió algo que Zhan no esperaba. Un desconocido sacó a Yibo a rastras por la puerta principal, el menor trataba de resistirse, pero no podía contra la fuerza de quien lo arrastraba. Eso fue suficiente para distraer a Zhan. Wen Xu se soltó del agarre de Zhan y a gran velocidad se posicionó detrás de Yibo, sujetándolo por el cuello.

—Debiste ser más cuidadoso, Xiao Zhan, fue fácil para Xue Yang entrar a buscar al chico mientras nosotros los distraíamos. Dime, ¿te importa lo que le pase?

—¡Déjalo! ¡Tu problema es conmigo, no con él! —gritó furioso Zhan.

—Te importa. —Wen Xu sonrió con burla—. Entonces me parece justo que su vida sea el pago por la vida de mi hermano.

Zhan no pudo evitarlo, Wen Xu sacó sus afiladas garras y atravesó el abdomen de Yibo, hiriéndolo de gravedad.

—¡Infeliz!

Cegado por la ira, Zhan mató de un solo golpe a Xue Yang antes de atacar con todas sus fuerzas a Wen Xu. Enterró sus garras de la misma forma que él había hecho con Yibo, luego le destrozó la garganta y lo dejó inconsciente en el suelo.

—Darren, encárgate de él. —El aludido asintió.

Sin perder más tiempo, Zhan fue con Yibo y lo acomodó en su regazo. El menor estaba perdiendo mucha sangre, y si no hacía algo, pronto moriría. Solo tenía una opción, y Zhan ni siquiera lo dudó cuando se hizo un corte en la muñeca y dejó que la sangre brotara.

—Yibo, tienes que beber de mi sangre, ¿me oyes? Solo así vivirás.

Yibo lo miró vacilante, incluso en ese momento dudaba de la decisión que debía tomar, no estaba seguro de convertirse en uno de ellos.

—¡No permitiré que mueras! —Acercó su muñeca a la boca de Yibo, pero él se negó a abrirla y volteó el rostro—. ¡Bebe, maldita sea! ¿Qué tengo que hacer para que decidas quedarte a mi lado?

El castaño alejó la mano de Zhan de su boca y lo miró a los ojos.

—¿Por qué? ¿Por qué quieres que me quede a tu lado? —preguntó con dificultad.

—Idiota, no preguntes estupideces.

—Zhan, yo te amo.

El mayor se sorprendió, una sensación cálida se extendió por su pecho al escuchar esas palabras y ser consciente de lo que ellas implicaban, de todo lo que significaban. Y entonces comprendió el porqué de la pregunta de Yibo. En todo ese tiempo habían dado por hecho que había un sentimiento fuerte en su relación, pero nunca lo dijeron con palabras, y Zhan estaba tan enfocado en hacer todo lo posible por recuperar a Yibo, por no perderlo, que perdió de vista lo más importante.

—Entonces quédate a mi lado, ¿sí? Te amo, Yibo, yo también te amo, siempre te he amado. —Lo besó con ansiedad—. Por favor, quédate conmigo, mi amor.

Yibo sonrió, eso era todo lo que necesitaba oír para saber qué debía elegir. Esta vez, cuando Zhan acercó su muñeca a la boca de Yibo, el menor no lo rechazó y bebió la sangre que Zhan le ofrecía. Pero, luego de un momento, Yibo cerró sus ojos y el mayor temió lo peor.

—¡No! ¡No, no, no! ¡Yibo, despierta! ¡Despierta! —Zhan suplicó inútilmente.

Siempre mío (ZhanYi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora