CAPÍTULO 3

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Los días que sucedieron pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Como de esos en los minutos y las horas pasan, y uno ni siquiera atina a darse cuenta de que así era.

Tan rápido como la Navidad y año nuevo pasaron, enero también estaba llegando a su fin, tan frío y helado como siempre, uno en el que no perdonaba nada ni a nadie, y dónde la blancuzca nieve cubría por completo la ciudad, los lagos se congelaban y los copos de nieves danzaban en el viento, miles de millones de ellos.

Y Jeno lo veía desde el ventanal de su oficina, en la que tenía una vista panorámica de una de las partes más exclusivas de Seúl, ahí en el edificio donde estaba la sede central de Lee Enterprise.

Un vaso de café bailaba entre sus grandes manos, transfiriendo calor a su piel. Eran las 8am y recién acababa de llegar, el frío que se coló en sus huesos entre que bajó del auto y entró a edificio era tanto, que temblaba en demasía.

Se sentó frente su computadora y estuvo tecleando por varios minutos, contestando e-mails, revisando cuentas y desde su celular, haciendo llamadas.

— ...la adquisición de la empresa se va a realizar en los términos que Lee Enterprise disponga, — esperó a que la voz detrás del auricular hablara y entonces volvió a hacerlo él. — Bien, por favor Sohyun dile que se comunique conmigo lo antes posible. Gracias.

Colgó el intercomunicador, y suspiró con cansancio. Las tratativas para la fusión con una pequeña empresa lo tenía de los cabellos, y no es que fuera la primera en ser absorbida, o los ridículos pedidos que hacían los dueños para aliarse a su empresa, sino que lo más complicado era tratar con alfas, que creían ser el centro del mundo, lo cuales eran bastantes hostiles en éstos días.

La puerta de su oficina se abrió de golpe, y un sonriente Minho entró al recinto de su hijo. Traje negro al cuerpo y zapatos marrones. Jeno sonrió a penas, devolviendo la mirada a su padre y luego a su computadora. Todavía estaba un poco dormido.

El alfa mayor era el dueño de absolutamente todo, y Jeno era su heredero por ser el mayor de sus hijos. También estaban sus hermanas, un par de años menores, y su hermano la luz de los ojos de su padre y de su madre, una fuerte e independiente omega.

— ¿Has visto a Sohyun, hijo? — Jeno cerró los ojos, y maldijo por lo bajo.

— Ehm si, la vi al entrar y hace rato me trajo unos documentos ¿Por qué? — Preguntó, restándole importancia.

— ¿Ya has hablado con ella? — Volvió a preguntar, ignorado su pregunta.

Jeno sabía a dónde se dirigía la conversación.

— ¿Sobre la empresa que vamos a incorporar? Si, ya le he dicho que-

— No, no, eso no, — hizo un ademán con las manos, exasperado.

Jeno suspiró, y se dignó a sacar los ojos de la pantalla y dirigirlos a los de su padre. Éste lo miraba con avidez y teniendo una mueca, como si supiera algo que él no, o viceversa. Fuera, la tormenta de nieve se había aplacado un poco, pero el frío era atroz.

— Padre... — el Alfa advirtió.

— Jeno. Tienes que decírselo, — sentenció, con una mirada reprobatoria.

— ¿Qué cosa? No sé de qué estás hablando, — negó con la cabeza, sus ojos se volvieron más fríos.

A Minho se le había metido en la cabeza, hace un par de semanas, que Sohyun era la omega destinada de su hijo, y en su gran mente había tejido una historia muy distinta a la realidad.

— Hijo. Ya tienes edad para formar una familia, y Sohyun es tu omega...

— No, — lo cortó. — Papá, lo que viste no-

𝐁𝐮𝐫𝐝𝐞𝐥 | ♡ 𝐍𝐨𝐑𝐞𝐧 ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora